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A pesar de la crisis, los malienses preparan la 'zakat' o limosna del fin del ramadán

Una tradición que, "tiene un fuerte simbolismo que va más allá de lo religioso. Es un ejemplo de solidaridad que la religión misma requiere"

Ramadán

Coincidiendo con el final del ramadán, la prerrogativa islámica de la 'zakat' o limosna se traduce en Mali en la compra de un animal para repartir parte de su carne a los más desfavorecidos, una tradición para la que los malienses ahorran todo el año y que sale cada vez más costosa con la profunda crisis que sufre este país del Sahel.

En Bamako, los precios de los bueyes fluctúan entre los 200.000 y los 500.000 francos CFA (304 y 706 euros), aproximadamente un 50 % más que en 2023, un aumento de precios que se produce entre otras cosas por la creciente inseguridad en algunas partes del país, como Mopti o Ségou, que hace difícil importar ganado.

En esas zonas actúan grupos yihadistas leales al Estado Islámico y a Al Qaeda, que protagonizan ataques a la población y también saquean sus víveres y ganado, en un contexto de inestabilidad política con una junta militar en el poder y una tasa de extrema pobreza que afecta a un 49 por ciento  de la población.

A pesar de ello, en la víspera de la fiesta de final del mes de ayuno del ramadán o Eid Al Fitr, que en Mali se celebra seguramente este martes, muchos malienses se concentran en los mercados para hacerse con la carne que luego ofrecerán como limosna, tal y como prescribe el islam.

En el mercado de ganado ubicado en el barrio Lafiabougou de Bamako, Moussa Baba Sylla, líder religioso de los ulemas de Mali, explica a EFE que esta tradición "tiene un fuerte simbolismo que va más allá de lo religioso. Es un ejemplo de solidaridad que la religión misma requiere".

Daouda Ongoiba, un cliente del mercado, indica que él y sus compañeros de trabajo han podido comprar dos bueyes gracias el dinero recaudado desde el día siguiente a la fiesta del final del ramadán del año pasado.

"Ya el día después de la fiesta empezamos a contribuir para comprar nuestras dos reses, con 2.500 francos por persona al mes. Así es más llevadero y todos están satisfechos", afirma.

La inflación no solo ha afectado a la carne en Mali. En los mercados de frutas y verduras también se siente el aumento de precios.

"Los precios de las cebollas, los tomates y otras verduras se han duplicado. Sin embargo, estamos obligados a mirar las cosas de otra manera, porque la celebración es también una cuestión de honor y de costumbre que hay que respetar", afirma Awa Sidibé en el Gran Mercado de Bamako, donde estos días se sufren temperaturas de más de 40 grados que dificultan el ayuno.

Aparte de con comidas copiosas, los malienses celebran el Eid Al Fitr luciendo sus mejores trajes y conservan la tradición, compartida con países árabes, de estrenar ropa.

Pero con la crisis económica, política y de seguridad, las familias lo tienen cada vez más difícil. "Para evitar pagar a un sastre o comprar telas cada vez más caras, hemos comprado en tiendas de segunda mano", afirma Marama, madre de familia numerosa.