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Putin, camino de erigirse como el mayor criminal de guerra del siglo tras la masacre de Bucha

Con el horror descubierto en la ciudad ucraniana, el presidente ruso compite por arrebatar a su aliado sirio el título más infame y suma puntos para ser acusado de genocida, como lo llamó Zelensky. ¿Lo veremos en la Corte Penal Internacional?

GUERRA en ucrANIA

Un cadáver con las manos atadas en la espalda yace en una calle de Bucha, en las afueras de Kiev, tras la retirada de las tropas rusas

 EFE

Ruanda, Srebrenica (Bosnia) y Guta (Siria) son nombres relacionados con los peores crímenes contra la humanidad en la historia moderna. A partir de ahora habrá que añadir otro nombre en la lista negra de la infamia: Bucha.

La retirada este fin de semana de las tropas rusas de esta localidad ucraniana, no lejos de Kiev, ha dejado un reguero de cadáveres en las calles, una veintena de civiles, muchos de ellos con las manos atadas y con un tiro de gracia en la nuca. Además, en las afueras de la ciudad, se descubrió una fosa común con 280 cadáveres, por lo que la cifra de civiles muertos en la región que rodea la capital ucraniana asciende a 480, según informó este domingo la Fiscalía General de Ucrania, que ha pedido a la población local ayuda en busca de testigos, víctimas y pruebas gráficas, como fotos o videos, del terror vivido durante más de dos semanas de ocupación rusa.

Estas imágenes de cadáveres de civiles tirados en las calles y ejecutados a sangre fría por los soldados rusos en retirada han desatado el clamor mundial por los crímenes de guerra contra la población ucraniana en Bucha, que se suma así a otras ciudades martirizadas, como Jarkiv (segunda ciudad del país) y Mariúpol, la estratégica ciudad portuaria donde los constantes bombardeos rusos impiden sacar a más de 150 mil habitantes atrapados desde hace tres semanas sin luz ni calefacción, y sin apenas comida y agua.

“Esto es genocidio”

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, calificó este domingo en la televisión estadounidense de "genocidio" contra el pueblo ucraniano lo que están haciendo las Fuerzas Armadas rusas en el país, tras el hallazgo de cientos de cadáveres en Bucha y alrededores.

"Esto es genocidio", dijo Zelenski en directo en una entrevista con CBS. "Es la eliminación de una nación entera y de su gente. Somos ciudadanos de Ucrania y tenemos más de 100 nacionalidades viviendo aquí. Esto es la destrucción y exterminio de todas estas nacionalidades".

El presidente ucraniano explicó que los rusos están "destruyendo y exterminando" Ucrania porque su gente no quiere "dejarse subyugar ante la política" de Moscú.

Por su parte, el canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, declaró que estamos ante una “masacre deliberada” por parte de los rusos y urgió el envío de una misión de la Corte Penal Internacional (CPI) a Bucha, para investigar este crimen de guerra.

Reunión urgente del Consejo de Seguridad

El embajador ucraniano ante la ONU, Sergi Kislitsia, solicitó una reunión el martes del Consejo de Seguridad para tratar "la agresión rusa contra Ucrania" y consideró que "cualquier guión que lean (su homólogo ruso, Vasili) Nebenzia o sus secuaces estará escrito con la sangre de los masacrados en Bucha".

"Lo que realmente necesita (Nebenzia) es releer los archivos de Nuremberg sobre los diplomáticos nazis y dimitir", agregó Kislitsia.

Rusia lo niega todo

En un intento de imponer su propaganda, el Kremlin y sus portales internacionales de noticias, como RT o Sputnik, aseguran que los soldados rusos no son autores de la masacre, sino que fue obra de “ucranianos radicales que luego montaron el escenario”.

En paralelo, el embajador ruso adjunto en la ONU, Dimitri Polianski, lanzó una contraofensiva diplomática y convocó también una reunión urgente del Consejo de Seguridad para vender su versión, pero para que se celebre el lunes, un día antes de la convocatoria ucraniana.

Minutos después de esta maniobra, el embajador ucraniano respondió: “Una conciencia intranquila se traiciona a sí misma: si no puedes parar la reunión ya anunciada del 5 de abril, retuércela diciendo que es tuya... qué más podría esperar uno de los 'minions' de Putin".

En cualquier caso, tras un mes observando el mundo la destrucción de un país por un capricho imperialista de Putin, las declaraciones del diplomático ruso, culpando a los ucranianos de masacrar a ucranianos, son un insulto a la inteligencia y nadie en su sano juicio puede dar credibilidad a tales declaraciones.

“Un puñetazo en el estómago”

En una entrevista con CNN, el secretario de Estado de EU, Antony Blinken, dijo que, aunque los servicios de inteligencia ya habían alertado anteriormente que era "muy probable" que las Fuerzas Armadas rusas fueran a cometer "atrocidades", "ver estas imágenes es como un puñetazo en el estómago".

"No podemos volvernos insensibles a cosas así. No podemos normalizarlo. Esto es la realidad de lo que está ocurriendo cada día", aseguró.

El primer ministro británico, Boris Johnson, fue mucho más allá y señaló directamente a Putin de ser un criminal de guerra.

"Los despreciables ataques de Rusia contra civiles inocentes en Bucha son una prueba más de que Putin, y su Ejército están cometiendo crímenes de guerra en Ucrania" declaró.

Johnson señaló que ninguna desinformación por parte del Kremlin puede ocultar la verdad, que es que el presidente ruso "está desesperado, su invasión está fracasando y la determinación de Ucrania nunca ha sido más fuerte".

"Haré todo lo que esté a mi alcance para matar de hambre a la máquina de guerra de Putin. Estamos intensificando nuestras sanciones y apoyo militar, además de reforzar nuestro paquete de apoyo humanitario para ayudar a los necesitados sobre el terreno", añadió el premier de Gran Bretaña (país que hasta antes de la guerra recibía con los brazos abiertos a todos los oligarcas rusos protegidos del Kremlin).

El canciller alemán, Olaf Scholz, pidió que observadores internacionales tengan acceso a la región para "documentar las atrocidades del Ejército ruso", mientras que el ministro de Exteriores de Israel, Yair Lapid, dijo que "es imposible permanecer indiferente ante las espantosas imágenes de la ciudad de Bucha tras la marcha del Ejército ruso".

"Causar daños intencionadamente a población civil es un crimen de guerra", añadió el máximo jefe de la diplomacia de Israel, país que parece así dejar atrás su tono equidistante entre Kiev y Moscú.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guerres, dijo estar "profundamente impactado por las imágenes de los civiles asesinados'', por lo que consideró “esencial que una investigación independiente lleve a una rendición de cuentas efectiva”.

Pero es precisamente en Naciones Unidas donde comienzan las buenas noticias para el presidente ruso.

Con veto no hay condena

Para suerte de Putin y para desgracia de la humanidad, la ONU está diseñada para que los líderes de las potencias con derecho a veto, así como sus aliados, puedan escapar impunemente de la justicia internacional.

El presidente de Siria, Bachar al Asad, llegó a ser acusado de criminal de guerra por atacar con gas sarín la ciudad de Guta, feudo opositor cerca de Damasco, donde murieron en espantosa agonía y echando espuma por la boca entre 355 y 1,425 civiles, muchos de ellos niños.

El entonces presidente de EU, Barack Obama, pese a que prometió que su país “intervendría” en caso de que se confirmara semejante crimen de guerra, fue convencido por Putin de que no hiciera nada y, en cualquier caso, amenazó con usar todo su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, para bloquear toda iniciativa contra de su aliado.

Este lavado de manos de Putin animó a Putin a intervenir directamente en Siria, con el envío de misiles y cazas rusos en apoyo del “Tirano de Damasco” cuando este tenía la guerra casi perdida. Casi nueve años después, Bachar al Asad tiene casi ganada la guerra por mantener en el poder, aunque a costa de la muerte de casi 700 mil sirios e innumerables casos de torturas y desapariciones que, junto con el ataque químico en Guta, lo llevaron a ser considerado como el mayor criminal de guerra del siglo en activo.

Sólo un puñado de dirigentes, que no tuvieron la suerte de ser aliados de Rusia, EU, China, Francia o Reino Unido (los cinco países con derecho a veto) pudieron ser juzgados y condenados como criminales de guerra por la Corte Penal Internacional (CPI). Es el caso del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, muerto en una cárcel de La Haya, misma en la están encerrados a perpetuidad sus aliados serbobosnios, el presidente Radovan Karadzic, y su jefe militar, Ratko Mladic. Los tres fueron considerados autores de la masacre de Srebrenica, en la que ocho mil varones bosnios de religión musulmana fueron masacrados en 1995.

En el caso de Putin, los fiscales de La Haya podrán aportar pruebas, pero poco más podrían hacer porque Rusia no ratificó el Estatuto de Roma —embrión de los Tribunales de La Haya— y, por tanto, el Estado no está obligado a entregar a un ciudadano ruso para que sea juzgado por crímenes de guerra o de lesa humanidad (y mucho menos si el ciudadano Putin es “el Estado”). Tampoco será posible convertir en vinculante una resolución de condena por los crímenes de Rusia en el Consejo de Seguridad, gracias a su derecho a veto.

Por tanto, o se reforma de una vez por todas el funcionamiento de la ONU, que permite la anomalía que cinco países usen su derecho a veto para no ser condenados por sus crímenes, o el mundo se tendrá que conformar con una condena moral a Putin por sus crímenes de guerra, mientras el presidente ruso seguirá durmiendo tranquilamente en una de sus doradas estancias del Kremlin, soñando con el próximo país que invadirá.