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AMLO se va “satisfecho” de ver al pueblo feliz… y que no le amarguen la fiesta los que no lo están

 La última mañanera de López Obrador fue una explosión de buenos datos (se saltó los no tan buenos) y de reproches a sus antecesores por lo mal que lo hicieron frente a su gobierno de la austeridad; todo acorde con lo que Sheinbaum le dijo en su último acto: “Veo a un pueblo fundirse con su presidente”

AMLO en retrato oficial

Cortesía

Andrés Manuel López Obrador concluye esta medianoche del lunes su mandato sin el menor atisbo de autocrítica y presumiendo de haber liderado un gobierno “para el pueblo” y no para los “poderosos”, como hicieron, dijo, sus antecesores.

“Me voy muy satisfecho por el cariño de muchos mexicanos, mujeres, hombres, cosa que agradezco de todo corazón. Me dediqué a servir al pueblo y me siento muy orgulloso y contento de que entendimos a todos, escuchamos a todos y le dimos preferencia a los más necesitados”, declaró en su última mañanera, la número 1,438 de un formato que ha servido, aseguró un día más, “para exponer “la verdad y no tergiversar, como hacen muchos periodistas, con honrosas excepciones, y los medios poderosos”.

Hasta el último día de su mandato, López Obrador mostró su rechazo al escrutinio de la prensa crítica y un visible desprecio a la labor de los periodistas, al extremo de tergiversar la verdad de forma preocupante, como cuando en la mañanera del 5 de septiembre de septiembre dijo estar “orgulloso” de que en su gobierno no se asesinó ningún periodista.

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"Celebro, toco madera porque me faltan 20 días o 25 (días), que no hemos tenido asesinatos de periodistas más allá de lo que las circunstancias han ocasionado ni de políticos", declaró satisfecho.

Pero los datos de AMLO chocan con una realidad totalmente opuesta: en las pasadas elecciones fueron asesinados 34 candidatos, mientras que desde diciembre de 2018, cuando inició su mandato, fueron asesinados en México 47 periodistas por su labor, en prácticamente todos los casos sin que el Ministerio Público haya concluido las investigaciones o los asesinos hayan acabado entre rejas.

Por eso, el abrazo paternal que dio López Obrador en su última mañanera al emocionado periodista que ganó la rifa del reloj (y que se ganó el derecho a participar por su “buena labor”) ha tenido que doler a los familiares de los periodistas asesinados, así como a sus compañeros de profesión, muchos de ellos amenazados de muerte u obligados a dejar de informar, ante el desamparo en el que se encuentran.

El mismo desamparo y abandono por parte de las autoridades que sienten las madres de desaparecidos.

“Descanse, nosotras seguiremos buscando”

En el interior de Palacio Nacional hubo este lunes aplausos, bromas y algunas lágrimas de López Obrador ante el video-sorpresa que le regaló su pareja, Beatriz Gutiérrez, en el que se atreve incluso a cantarle junto a Eugenia León que “si a tu ventana llega una paloma es el amor del pueblo que te ovaciona”.

Pero, afuera de Palacio Nacional, el ambiente no era festivo, sino fúnebre. Sola, la madre buscadora Ceci Flores realizó una protesta pacífica portando una ‘ficha de búsqueda’ del presidente, con la cual le reclama que no cumplió con la promesa de ayudarles.

“¡Llevo 6 años buscándolo! La última vez que se le vio nos prometió ayudarnos a encontrar a nuestros hijos, decirnos siempre la verdad y pacificar al país. Vengo desde Pesqueira, Sonora, no he dormido, mi camisa huele a muerte y desesperanza, trae impregnado el olor de los hijos que quemaron en los crematorios que encontramos… Que Dios lo bendiga Presidente, López Obrador, tómese un descanso, nosotras seguiremos buscando”, aseguró la líder y fundadora de las madres buscadoras, quien este mismo fin de semana, en plena gira de despedida de López Obrador, en compañía de Claudia Sheinbaum, dio a conocer que ella y el equipo de búsqueda habían encontrado cinco crematorios clandestinos.

Esta no es la primera vez que Flores protesta afuera de Palacio Nacional. En marzo, acudió disfrazada de beisbolista (“ a ver si así me recibe”) con el objetivo de entregarle la pala con que hace excavaciones buscando a sus dos hijos desaparecidos; adentro, el presidente sólo apuntó a decir “que aquí me la deje”, pero no salió a atenderla.

Y fue precisamente ese mes de marzo, cuando, ajeno a la lacra del crimen, el presidente declaró: “El pueblo está feliz, feliz, feliz; la gente está contenta. Es que como México no hay dos”.

Un desaparecido por hora en el sexenio

Esta felicidad que percibe AMLO no encaja con los datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (Rnpdno). En casi dos mil días de sexenio desaparecieron 51 mil 703 personas; es decir, 24 personas por día, o una cada hora.

Son miles de Ayotzinapas por todo el territorio nacional y de padres que no sólo sufren el dolor de las desapariciones, sino la frustración con el gobernante, que prometió al inicio de su mandato resolver el la masacre de 43 estudiantes, pero que el jueves pasado (coincidiendo con el décimo aniversario), admitió que hizo todo lo que pudo y dedicó casi las tres horas de la mañanera a criticar a la periodista que acusó al Ejército de estar involucrado en el crimen.

Presumiendo de récords históricos

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Dicho esto y tras prometer que el expediente Ayotzinapa no se cierra y que Sheinbaum seguirá investigando, el presidente dedicó su última mañanera a repasar sus éxitos con todo un despliegue de datos puestos en contraste con lo que hicieron sus antecesores, con especial inquina hacia Felipe Calderón, al que acusó de complicidad con los medios para ocultar las masacres ocurridas bajo su gobierno. O cuando culpó al expresidente panista y a su correligionario, Vicente Fox, por no haber aprovechado el precio alto del petróleo para repartir la riqueza, cuando él, dijo, si lo hizo con un barril mucho más barato.

“Con Calderón y con Fox estuvo más alto el precio del petróleo y ¿qué hicieron con todos esos excedentes? Ahí se los dejó de tarea”.

AMLO presumió de rankings tan ambiguos como el de la felicidad y la subida de once puestos de México, o (estos sí realmente relevantes) como la subida récord del salario medio a los trabajadores inscritos en el seguro social, que alcanzó los 17 mil 691 pesos mensuales, o el del salario mínimo, “que fue del 110%, el mayor del mundo”.

“Decían que si aumentamos el salario mínimo se iba a disparar la inflación. Mentira de los tecnócratas corruptos”, declaró en su última mañanera.

Celebró también (y los datos así lo demuestran) sus logros macroeconómicos, como la fortaleza del peso y que, por primera vez en 50 años, el peso no se devaluó, y que 9.5 millones de mexicanos hayan salido de la pobreza hasta caer al 36.3% de la población.

O que se canceló la condonación de impuestos: “Recuperamos 530 mil millones de pesos, el equivalente a lo que costó el tren maya”, dijo y aprovechó para atacar a su antecesor, Enrique Peña Nieto, quien perdonó a empresarios 312 mil millones.

¿Y el crecimiento económico?

Sin embargo, López Obrador pasó por alto un dato relevante y que amenaza con ser un lastre para el gobierno de la 4T de su sucesora: el pobre crecimiento económico de México.

A lo largo de los seis años de su administración, el crecimiento económico fue de apenas 0.8% en promedio por año, lo que, traducido en ingreso per cápita este sería nulo.

En vez de hacer autocrítica, López Obrador remató su última mañanera con una reflexión sobre la “austeridad republicana y la pobreza franciscana”:

“La felicidad no es acumular riqueza, sino estar bien con nuestra conciencia; el poder es humildad, sin lujos: hemos ahorrado y distribuido la riqueza en el pueblo”, declaró.

Y el pueblo está agradecido, reiteró en sus últimas mañaneras, porque “el pueblo no se equivoca”, aseguró.

Así se lo hizo saber Claudia Sheinbaum este domingo, durante la inauguración de un tramo del tren mayo, el último acto público Lopez Obrador, antes de que le entregue la banda presidencial este martes: “En estos meses he sido testigo de lo hermoso que es ver a un presidente fundirse con su pueblo, y de lo emocionante que es ver a un pueblo fundirse con su presidente”.