Opinión

Bienvenidas y bienvenidos a la UNAM

El pasado lunes 5 de agosto, más de 80,000 jóvenes ingresaron a la Universidad Nacional Autónoma de México. Alrededor de 34,000 en el bachillerato y poco más de 48,000 en la licenciatura, las y los nuevos universitarios tendrán la oportunidad de formarse en una institución de excelencia académica en la que su riqueza trasciende las aulas, los auditorios y los laboratorios. Junto a la calidad de los estudios que ofrece, podrían mencionarse una gran cantidad de actividades que adicionan la oferta de la Universidad a sus estudiantes. Ahí están, por ejemplo, sus múltiples museos, salas de cine o teatros en los que se recrean el arte y la cultura; las decenas de espacios para practicar cerca de cien disciplinas deportivas; la oferta de movilidad interna, nacional e internacional que permiten que dotan a los estudiantes de nuevas perspectivas sobre la realidad, así como las miles de actividades que anualmente organizan las distintas entidades y dependencias universitarias como complemento a la formación académica.

Comenzó en la UNAM el ciclo escolar para decenas de miles de estudiantes y docentes

Cuartoscuro

Sin embargo, y a pesar de la dimensión de la Universidad Nacional Autónoma de México por su infraestructura y servicios, la verdadera grandeza de esta institución se ubica en su comunidad como colectivo y como cada uno de los individuos que la integran. Allí donde las y los universitarios se encuentran, se recrean y se complementan, es en donde se halla el mayor valor de la institución. Los edificios, los recursos y las actividades, hacen que la Universidad sea rica en su oferta, pero es en la vida cotidiana de su comunidad donde se adquieren principios como la identidad, la pertenencia y el orgullo y donde la relevancia de aspectos como la diversidad, la ética, la tolerancia, la autonomía y el compromiso cobran sentido. Es allí y es entonces donde el ser universitario adquiere una dimensión distinta y superior a la que cualquier otra institución educativa puede ofrecer.

A partir del 5 de agosto, más de 80,000 jóvenes han adquirido una responsabilidad mayúscula con ellos mismos, con sus familias, con sus entornos, con México y con el mundo. Ser universitaria o universitario implica un compromiso con la sociedad entera y no solamente consiste en la oportunidad de recibir una formación profesional de excelencia. Se trata, en todo caso, de una forma de intercambio en el que ellas y ellos adquirirán conocimientos que después habrán de poner al servicio de todo un país para buscar contribuir en la mejora de toda su sociedad.

Cada año, en estas fechas, recuerdo mi primer día como universitario y la manera en que mi concepción de México y el mundo se transformó. Cada año, al llegar agosto, la nostalgia y la alegría se mezclan porque entiendo perfectamente lo que para muchos significa pisar por primera vez la Universidad Nacional Autónoma de México, sabiendo que después de esa ocasión nada volverá a ser igual y todo podrá ser mejor, mucho mejor, de lo que hasta entonces ha sido. Cada año, al iniciar el ciclo escolar, mis ánimos crecen y mi pecho se ensancha de orgullo al saber que la juventud nutre e inunda las aulas, los jardines, los pasillos, los auditorios, las canchas y las bancas.

A las futuras egresadas de la Escuela Nacional Preparatoria; a quienes en seis semestres concluirán el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades; a los que esta semana comenzaron el sueño de convertirse en ingenieros, filósofos, economistas o biólogos; a las que mañana serán abogadas, historiadoras, psicólogas, médicas o arquitectas; a quienes, a través de la pintura, las letras, la música o el cine, en unos años nos harán sentir, reír, llorar y vibrar; a las científicas que en el mañana desarrollarán vacunas, descubrirán planetas y rescatarán ecosistemas; a quienes desde astronomía hasta zootecnia, desde Acatlán hasta Zaragoza, vivirán algunas de las historias más maravillosas de su vida; a quienes creen que otro México es posible y que un futuro mejor depende de ellas y ellos y de su formación; a quienes saben que no existen límites a sus sueños y que las barreras solo se encuentran en el pensamiento; a quienes creen en los valores como la solidaridad, la dignidad, la honestidad, la libertad, la pluralidad, la inclusión y la igualdad, a todas y todos ustedes jóvenes universitarios, ¡bienvenidas y bienvenidos a la UNAM!

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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