Opinión

El cover de Simpatía por el Diablo

Al final del día triunfó la estrategia “Abrazos, no balazos”. Dos de los principales jefes del narcotráfico en México cayeron en brazos de la justicia norteamericana sin que se disparara un solo balazo. Lástima que el mérito se lo haya llevado el Departamento de Justicia de Estados Unidos y que en Palacio Nacional se enteraran de las capturas en las redes sociales. De hecho, es una declaración que revela ingenuidad e impotencia, el presidente López Obrador dijo que todavía está esperando un informe oficial del gobierno de Estados Unidos sobre lo ocurrido.

Fue una humillación y la verdad sea dicha bien ganada. El Mayo Zambada pudo dirigir un emporio criminal por décadas sin ser detenido ni una sola vez por autoridades mexicanas. ¿Cuántos militares y políticos se enriquecieron para que el Mayo no fuera molestado? ¿Qué empresarios lavaban sus ganancias? Hasta una entrevista concedió al afamado periodista Scherer García El gobierno de Estados Unidos actuó porque su desidia le estaba pasando una importante factura política frente a los votantes de ese país que no pueden entender cómo es posible que los carteles mexicanos los saturen de drogas mortíferas y sus jefes sigan tan campantes.

Detención de El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López

Presidencial

El costo político es lo único que mueve a los gobiernos en el combate al crimen. En México, por ejemplo, la inseguridad no tiene costo político para el gobierno. Morena gana por paliza las elecciones incluso en los lugares más violentos del país, como Chiapas y Guerrero para mencionar dos ejemplos a la mano. Los votantes no le recriminan al gobierno el peligro en el que viven, mientras no les quiten los programas sociales que pase lo que tenga que pasar.

Pero en Estados Unidos los votantes están deseosos de premiar en las urnas a los políticos que hagan algo contundente, incluso invadir un país vecino. Ese, el proceso electoral en EU es el contexto en el que se registró la captura o entrega del Mayo y del Chapito. Tal vez se sepa pronto qué ocurrió realmente, pero lo cierto es que los norteamericanos tienen a su disposición toda la información que ha acumulado el Mayo en medio de siglo de vida criminal. Zambada sabe que las condiciones de su encierro, o incluso la posibilidad de una liberación a corto plazo, depende de qué tanto cante. Si se arranca con todo su repertorio en unos meses estará tomando el sol del Palm Springs. Vienen largas noches de insomnios para militares y políticos que protegieron al Mayo de manera sistemática por años.

En la cobertura informativa sobre la captura del Mayo hay una inclinación enfermiza a romantizar su papel de jefe narco y lamentar que haya sido víctima de una traición o un engaño. Como si fuera un buen padre de familia al que le ocurren cosas malas, cuando él es el que provoca que gente buena tenga experiencias atroces. El triunfo de la narco cultura nos impide ver con claridad. El juego del diablo es confundir y en buena las redes y los medios están confundidos. Creemos que aparecer en un narco corrido de Peso Pluma tiene más mérito que recibir la medalla Belisario Domínguez.

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¿Cuántas personas ha matado, con sus propias manos, el Mayo Zambada? ¿Cuántas ha mandado matar? ¿Cuántos sicarios han muerto cumpliendo sus órdenes? ¿Cuántas víctimas colaterales hay? ¿Cuántas familias están enlutadas por la muerte de algún familiar por el consumo de las drogas que vende el Cartel de Sinaloa? La influenza perniciosa de un tipo como el Mayo llega hasta Chiapas donde cientos de mexicanos tienen que huir ante las amenazas de las bandas criminales que se disputan el control territorial, muchos de los sicarios son empleados del Mayo. Tener simpatía por el diablo nos vuelve cómplices.