Opinión

El dolor reportado por mujeres se percibe menos intenso

En la escuela de medicina aprendemos que hay dos condiciones que con seguridad harán que los pacientes busquen atención médica. Una es el dolor y otra es el sangrado. Los seres humanos pueden aguantar cualquier otra cosa. Si bien hay individuos aprensivos que acuden al médico ante cualquier problema, también hay quienes pueden dejar pasar un asunto anormal sin buscar ayuda. Hemos visto pacientes que llegan al hospital cuando un quiste ovárico o un tumor abdominal, que lleva meses o años en evolución, ya pesa 10 o más kilos. En cambio, difícilmente alguien a quien le sale sangre por algún lugar se queda en su casa tan tranquilo sin acudir al hospital.

El cirujano plástico del IMSS, doctor Milton Patricio Carrera y su joven paciente Camila, a quien retiró un tumor en la vertiente nasal derecha, quitó el dolor y no se verá la cicatriz

El dolor es la otra causa segura de buscar ayuda. Puede ser agudo y acudir a urgencias o crónico y entonces buscar atención por vía del consultorio o centro de salud. Sin embargo, a diferencia del sangrado, el dolor puede ser muy subjetivo. No lo es cuando hay una causa clara que orienta al médico sobre la intensidad del dolor, como, por ejemplo, un trauma o una fractura ósea, pero sí lo es, cuando el dolor se origina por padecimientos poco objetivos como el dolor de espalda baja, la artritis, la fibromialgia o el colon irritable. El dolor, sobre todo crónico, disminuye la calidad de vida y genera estrés que afecta la función del sistema inmune.

Un estudio publicado la semana pasada en el Proceedings of the National Academy of Sciences muestra datos claros que evidencian un sesgo en la percepción y, por lo tanto, en el manejo de dolor entre hombres y mujeres. El estudio fue realizado en dos hospitales. Uno en Israel y otro en Estados Unidos, en un total de 21,852 expedientes de salida de pacientes atendidos en la unidad de emergencias en un lapso de seis años. El resultado muestra que las mujeres reciben con menos frecuencia que los hombres prescripciones de analgésicos. Esta diferencia se ve en todas las edades, en los diferentes grados de dolor (en escala de 0 a 10, en donde 0 es ausencia de dolor y 10 es lo más intenso) e independientemente si el médico era hombre o mujer. Es decir, la diferencia persistió, aunque la paciente mujer fuera vista por una doctora. La diferencia en la prescripción de analgésicos ocurrió tanto para los opioides, como los no opioides. En 1,831 pacientes (55 % mujeres) que en el transcurso de los seis años acudieron más de una vez a urgencias por dolor, la diferencia en la prescripción de analgésicos entre hombres y mujeres persistió.

El estudio muestra un claro sesgo en la percepción de la intensidad del dolor si el paciente es hombre o mujer, lo cual, según discuten los autores, puede ser por varias razones. La primera es que se percibe a las mujeres como más emocionales y que entonces exageran el nivel de dolor. La segunda es el estereotipo que existe de que las mujeres toleran mejor el dolor, y por tanto, requieren de menos analgésicos. La tercera es que los hombres sean más exigentes o enfáticos en la consulta al solicitar la prescripción de analgésicos.