Opinión

Drogas, esparcimiento criminal

México es ejemplo mundial de los estragos que ocasiona el consumo de drogas. Que compartamos una frontera de más de tres mil kilómetros con el principal mercado consumir de estupefacientes ha generado en nuestro país una masa delincuencial con capacidad de desafiar la soberanía del Estado mexicano en vastos territorios.

Decomiso de fentanilo en México

Cuartoscuro

El apetito insaciable de drogas de los norteamericanos tiene a México en el fondo de un barranco. Varias de las ciudades más peligrosas del planeta están en México. Me refiero a plazas como Tijuana, Acapulco, Ciudad Juárez, Irapuato, Celaya, Ciudad Victoria, Fresnillo, entre otras.

El actual sexenio, el de los “abrazos no balazos”, tiene el récord histórico de homicidios. La extorsión se expande a todas las actividades productivas, para que los consumidores gringos y los mexicanos puedan acceder a las sustancias prohibidas.

Es, claro, un problema mundial. Por eso la Asamblea General de la ONU decidió establecer el 26 de junio como el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas con el propósito de mostrar su determinación en reforzar la actuación y la cooperación para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas.

El problema mundial de las drogas, según la ONU, plantea un reto de múltiples facetas que afecta a la vida de millones de personas en todo el mundo. Desde las personas que sufren trastornos por consumo de sustancias hasta las comunidades que se enfrentan a las consecuencias del narcotráfico y la delincuencia organizada. El impacto de las drogas es complejo y de gran alcance. Para hacer frente a este problema es imprescindible adoptar un enfoque basado en pruebas científicas que dé prioridad a la prevención y el tratamiento.

Desde el Vaticano, el Papa Francisco, que de un tiempo para acá habla sin filtros, dijo casi con furia que ante la trágica situación de drogadicción de millones de personas en el mundo, ante el escándalo de la producción y el tráfico ilícito de estas drogas, no podemos ser indiferentes. El Papa calificó a los traficantes de asesinos.

Francisco fue más lejos, dijo que reducción de la drogadicción no se consigue liberalizando el consumo – esto es una fantasía – como se ha propuesto, o ya se ha aplicado, en algunos países. Y esto: se liberaliza y se consume más. Cuántos traficantes de muerte hay –¡porque los traficantes de droga son traficantes de muerte! – ¡cuántos traficantes de muerte hay, movidos por la lógica del poder y del dinero a cualquier precio!

Glifos

Lo he escrito antes, pero en el Día Mundial de la Lucha contra las Drogas cabe insistir la necesidad de diferenciar, tan nítidamente como sea posible, a los adictos de los consumidores de droga por esparcimiento. Los adictos, están atrapados. Necesitan ayuda profesional para salir de la esclavitud en la que se encuentran. Los segundos, que consumen por esparcimiento son el mercado, un mercado que ha crecido de manera exponencial en los últimos años.

Los consumidores por esparcimiento no se consideran a sí mismos enfermos, ni nada por estilo. Son gente común y corriente, que está al lado suyo amable lector, un familiar, un amigo, un compañero de la oficina, que quieren tener experiencias diferentes que, digamos, expandan sus sentidos. Para tener esas experiencias financian a los cárteles. Con el dinero que los consumidores por esparcimiento les dan, las bandas criminales se pertrechan, compran armas, camionetas blindadas, equipo táctico y comunicación, sobornan autoridades.

Es una actividad que ha dejado miles de hogares enlutados y sembrado fosas clandestinas y madres buscadoras a lo largo y ancho del territorio nacional. Los consumidores de droga por esparcimiento son parte del problema, de hecho, la parte principal. Por lo mismo pueden ser parte de la solución siempre y cuando asuman su responsabilidad.

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