Opinión

PRI en un documental de Netflix

Cada partido y grupo opositor trata de procesar lo mejor que puede la paliza del pasado dos de junio cuando la aplanadora guinda los hizo papilla. De todas las opciones posibles, el PRI resolvió convertirse en una secta suicida, lo que, pensándolo bien, podría ser el final adecuado para una organización que construyó instituciones que explican el México moderno, que por décadas operó como dictadura perfecta y que se metió en un laberinto de vicios, comenzando por la corrupción generalizada. Laberinto del que no pudo salir.

Alejandro Moreno, dirigente del PRI

Cuartoscuro

Ahora, en su etapa terminal, sus militantes, los que le quedan, caminan rumbo a un abismo cantando loas a su líder al que le dicen “Alito”, lo que ya era una señal temprana de demencia que se dejó pasar. El PRI pasó de esgrimir el lema de la “no reelección” como valor insuperable del quehacer político a la reelección indefinida solo complacer al líder que le agarró gusto a un cargo que le permite manejar millones de pesos sin rendir cuentas a nadie, darse vida de sibarita y tener groupies entre las que reparte curules.

Alito y su secta van camino a ser un documental de Netflix. Uno de esos sobre perversiones humanas. Alito está a casi nada de asegurar que quedarse al frente del PRI es mandato celestial. No crea el lector que solo es un puñado de lunáticos. Hay algunos, pocos es cierto, que se pasan de vivos pero que se hacen los locos para quedarse con rebanadas grandes del pastel de las prerrogativas que son, ya lo adivinó el amable lector, el meollo del negocio. Cuando se escriba el obituario del PRI se irán casa forrados de billetes.

No exagero al decir que pasaron por el PRI hombres de poder que combinaban la academia con la acción directa, políticos de grandes ligas, irrepetibles, como Reyes Heroles, Muñoz Ledo, Fernando Solana, entre otros que daban relumbrón al quehacer político. Hoy la sabiduría se confunde con cinismo ilustrado. Alito Moreno es el dirigente priista más perdedor en la historia del partido, y sin embargo sus seguidores quieren que siga al mando hasta que llegue el día que pierdan el registro y entonces todos beban Kool Aid con cianuro y a otra cosa.

Abjurar el neoliberalismo es el mensaje de Alito a la 4T, a quienes quieren construir el segundo piso. Les mandó decir que está listo para negociar todo. Ya está sintonizado con la tendencia dominante y como ahora puede reelegirse de manera indefinida, no solo podría seguir de líder todo este sexenio sino también el que arranca en el 2030, o sea que es un proveedor de votos en el Congreso para el largo plazo y tiene promociones especiales por cambio de temporada.

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Quiero pensar que todavía existen por ahí priistas con sentido del decoro político que tratarán de parar las locuras de Alito y su secta. Políticos profesionales que no quieren ser cómplices del suicidio colectivo y que piensan que el PRI todavía puede ofrecerle algo al país. Es posible que se presenten quejas en los tribunales. Ya veremos qué pasa. Es posible que todavía no se haya dicho la última palabra, pero por lo dicho hasta ahora lo cierto es que el PRI merece su amargo final.

Glifos

En el listado nominal de la elección de junio había casi 100 millones de posibles electores. 36 millones de ellos votaron por la doctora Sheinbaum, que se convirtió así en la política más votada de la historia y asumirá la Presidencia el primero de octubre. Lo anterior quiere decir que hay otros muchos millones de mexicanos en busca de una opción política que los represente. La oposición tiene tela de donde cortar. Es un recorrido cuesta arriba, claro está, pero ellos solos, los partidos opositores, se lanzaron por desidia o torpeza hasta el fondo del barranco.