Opinión

Las promesas número 33 y 34

En la toma de protesta como presidenta de la República, la doctora Claudia Sheinbaum hizo públicamente cien promesas al pueblo de México. Como cada inicio de sexenio, hay una mezcla de optimismo y escepticismo en el ambiente. Que más quisiéramos todos que las promesas sean reales y se cumplan lo mejor posible. En este editorial quiero comentar sobre las promesas número 33 y 34 que tienen que ver con la ciencia. En el siguiente editorial hablaré de las promesas 41 a 47 que tiene que ver con medicina. En palabras de la presidenta:

Promesa 33. Haremos de México una potencia científica y de innovación. Para ello, apoyaremos las ciencias básicas y naturales y las humanidades.

Promesa 34. Los mexicanos tenemos creatividad, empeño y capacidad. Implementaremos un programa de desarrollo tecnológico para la innovación.

En el mundo actual, la generación de conocimiento tiene un valor enorme, no solo culturalmente, sino como una fuente de progreso. Quien genera conocimiento tiene la primicia para explotarlo en bien de la humanidad y con esto generar ganancias. Por eso, estas dos promesas se perciben con optimismo. En especial, porque la ciencia y la innovación en el sexenio que acaba de terminar fueron unos de los rubros más castigados y lastimados.

El daño que se hizo al Consejo Nacional de Ciencia, que ahora será trasformado en una secretaria de estado, hace que las promesas 33 y 34 inicien con un hándicap enorme, ya que este sector está muy dañado. Sin embargo, es bien sabido que cuando uno toma un puesto directivo, componer lo que está mal es una de las cosas que se pueden hacer con cierto apremio y reviste al nuevo responsable, por lo que personalmente me siento optimista respecto a que el gobierno de la doctora Sheinbaum, por conducto de la doctora Rosaura Ruiz, Secretaria de Ciencia, nos regrese a los investigadores un organismo regidor de la ciencia que en verdad se concentre en hacer lo que dicen las promesas 33 y 34.

Siempre he dicho que el menor problema para hacer investigación son los recursos, porque esos se consiguen. El mayor problema es cuando no hay voluntad de hacer investigación en serio, cuando la ideología sobre pasa al pragmatismo de la ciencia y la innovación, cuando destinar recursos a diversos grupos es un asunto discrecional y no por competencia y cuando la burocratización del organismo responsable alcanza tal nivel que los recursos no llegan a donde tienen que llegar para realmente generar conocimiento.

Hace seis años los investigadores estábamos muy emocionados de que una investigadora científica sería la directora del organismo regidor de la ciencia. Lo celebrábamos con gusto, para desafortunadamente atestiguar, en los siguientes años, la debacle que sufrió la ciencia en México.

Hoy, renovamos el optimismo. Tenemos por primera vez una mujer como titular del ejecutivo nacional que además es científica de carrera, heredera de una cultura científica familiar de muy alto nivel. Ha ordenado subir al fallido CONAHCYT a secretaria de estado y le ha encomendado esta tarea a otra mujer científica que la comunidad tiene en buen concepto. Dos de las 100 promesas son directamente destinadas a apoyar a la ciencia.

No soy partidario, ni creyente en ningún partido político. Con los años que tengo de vivir en mi país es suficiente para sentirme defraudado por todos y cada uno de ellos. Pero, lo que, si soy, es un optimista nato. Siempre viendo para adelante. Estoy contento con la pronunciación de las promesas número 33 y 34 y creo que existe la materia gris para no defraudarnos. ¡Que así sea!

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM