Opinión
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Sheinbaum es ahora la bandera de Morena

Pocos espectáculos tan tristes como esas adhesiones masivas, obligatorias, concurrentes, simultáneas y de falsa sonrisa de políticos convocados todos para aceptar y aun aplaudir los resultados de su adversidad en espera de la misericordia del vencedor, vencedora en este caso, a quien pronto le rendirán –y ya comienzan--, la pleitesía antes dispensada en el camino al gran constructor de la sucesión hoy celebrada, como si en ese sólo hecho se reconociera la futilidad de una contienda arreglada desde el comienzo.