Opinión

Sinaloa sin Grito de Independencia

El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, así como dice una cosa, dice otra. Padece lo que los expertos en la conducta de los políticos conocen como síndrome de la Chimoltrufia. Pasó, en cuestión de horas, de decir que no pasa nada en su estado a suspender los festejos del Grito de Independencia por falta de garantías para la gente. Hasta hace poco Rocha se veía sobrado, con desplantes de diva ante los medios, presumiendo el respaldo conjunto de dos presidentes, el constitucional y la presidenta electa, que viajaron hasta Sinaloa a poner las manos en el fuego por un personaje que se está quemando.

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Cuartoscuro

Si el gobernador pensaba que podía manejar un episodio del calibre del secuestro del Mayo Zambada y el asesinato de Melesio Cuén se equivocó. Lo que ha ocurrido hasta ahora en Culiacán es apenas una probadita de lo que viene. El gobernador no está para carambolas de fantasía, mucho menos jugando con poderes que lo rebasan como las bandas mafiosas de la entidad, las agencias extranjeras, FBI y DEA, las fuerzas armadas mexicanas y el propio gobierno federal. Hay que añadir que la FGR ya desmintió las versiones oficiales de la fiscalía de Sinaloa. Las tildó de montajes.

El flanco más débil del mandatario es la ejecución de Cuén. El ex rector de la UAS se había cansado de repetir ante cualquier micrófono abierto que si algo le ocurría sería culpa del mandatario. Decía Cuén: el gobierno de Sinaloa y la banda de los Chapitos son un mismo organismo, no hay división entre ellos. Tal vez mentía, pero el hecho es que Cuén está muerto y el gobierno del estado todavía no puede armar una narrativa relativamente lógica que explique su ejecución.

Ya cayó la primera fiscal y hay versiones de que su relevo caerá pronto. La narrativa que más ha circulado en el estado sobre lo ocurrido es que el Mayo y Cuén cayeron porque los habría citado el gobernador para una negociación. El mandatario como centro de una maquinación que tiene al capo mayor en manos del gobierno de Estados Unidos y a su archienemigo político en el panteón

La versión más reciente que ha circulado en redes dedicadas a informar sobre el crimen organizado, como el youtuber Ocran Leaks, es que Rocha tuvo conocimiento en tiempo y forma de lo que iba a ocurrir y estuvo de acuerdo en que se usara su nombre como cebo.

Los hechos abrieron de par en par las puertas para una confrontación directa entre las huestes del Mayo y los Chapitos lo que está danto al traste con la paz narca que se vivió en Culiacán por años. También quedó listo un conflicto al interior de la UAS, ya que el poder real en esa casa de estudios era Nemesio Cuén y como ya no está comenzará una disputa por el poder que puede ser incluso violenta.

Se tomó la decisión de cancelar los festejos de Independencia porque la ciudad ha sido escenario de tiroteos, persecuciones, quema de vehículos que han conducido a que escuelas cierren sus puertas y los comercios bajen sus cortinas. Los Chapitos se movieron por años con total libertad en Culiacán, eran digamos discretos, pero no secretos, se sabía dónde les gustaba reunirse, departir, dónde vivían sus familiares.

Casi sobra decir que los policías los dejaban hacer, los dejaban pasar. Lo que desequilibró todo fue la decisión de los Chapitos de entrarle al tráfico de fentanilo lo que obligó al gobierno de Estados Unidos a entrarle al asunto y presionar para que las fuerzas armadas mexicanas rompieran el paco de protección del gobierno de Sinaloa a los Chapitos. Ahí comenzó la crisis que tiene a Culiacán sin festejos patrios.

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