Opinión

Antes de que termine la vida y empiece la supervivencia

Vivimos bajo un sistema económico, político y social que se ha convertido en el principal depredador del ser humano y de nuestro planeta. Oxfam-Intermón estimó que en 2022, “el uno por ciento más rico de la población mundial ha sido responsable de más del doble de las emisiones de gases de efecto invernadero que los cerca de tres mil 100 millones de personas que conforman el 50% más pobre.” Llevamos varios siglos sobreexplotando la tierra, los ríos, mares y lagos; a causa de esto, muchas especies se han extinguido y algunas otras se encuentran en camino a desaparecer. De 1970 a la fecha ha disminuido en un 69% la población de aves, mamíferos, peces, reptiles y anfibios. Según un análisis del Programa para el medio ambiente de la ONU, el 40% de la población de insectos está en declive actualmente. Una de las principales causas de la extinción de las especies es la destrucción de sus hábitats. De acuerdo con datos de un estudio de 2021 del Fondo Mundial para la Naturaleza, “en los últimos 13 años la deforestación ha acabado con 43 millones de hectáreas en todo el mundo… Cada año se pierden franjas de vegetación equivalentes al tamaño de Panamá.” Existen estimaciones que mencionan que la temperatura media global podría aumentar entre 1 y 6 grados centígrados, en el transcurso de este siglo y las lluvias podrían disminuir considerablemente en los próximos años. Como dijo Luis Donaldo Colosio, “El mundo no nos ha sido heredado por nuestros padres, nos ha sido prestado por nuestros hijos.”

En 2022, un total de 194 naciones, entre las que se encuentra México, suscribieron el Convenio sobre la Diversidad Biológica, que en una de sus metas plantea que al menos el 30% del territorio sea área natural protegida para el 2030.

En los años venideros hay que continuar y fortalecer las acciones que han dado buenos resultados; un ejemplo es el Programa de Pagos de Servicios Ambientales de la Comisión Nacional Forestal, que consiste en retribuir con recursos económicos a los dueños de los bosques por el carbón y el agua que capturan. También hay que hacer una reingeniería de los sectores de agricultura, pesca, infraestructura, explotación forestal y minería, que son los que más dañan al medioambiente y generan la mayor cantidad de pérdidas de biodiversidad en nuestro país. El Gobierno federal, que entrará en funciones en pocos días, deberá generar un marco normativo y hacer las modificaciones correspondientes con la finalidad de que no haya sobreexplotación de los recursos naturales y menos a manos de compañías extranjeras, tal como sucedió en generaciones anteriores. No podemos ser comparsas y permisivos en esto. Actualmente, cerca del 50 % del país está en estado de sequía. De las 32 entidades federativas, 11 sufren estrés hídrico y se espera que en 10 años sean 22, según datos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial.

Otra de las problemáticas a resolver es acabar con los grupos de delincuencia organizada que se han apoderado de varias extensiones del territorio nacional a las cuales les explotan sus recursos naturales.

No queremos llegar a lo que dijo el jefe indio Seattle en una carta que le envió al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce: “¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.”

Lee también