Opinión

Se terminó la luna de miel

La semana pasada se publicaron los resultados del Journal of Citation Reports sobre los factores de impacto 2023 para las revistas científicas. Los resultados muestran que la luna de miel que les trajo el COVID a muchas revistas, en especial a varias de investigación clínica, se terminó.

El factor de impacto (FI) es una métrica que fue inventada por Eugene Garfield en 1961 y con base en este, se creó en 1975 el Journal of Citation Reports. El FI se obtiene de dividir el número de citas que recibe una revista en un año, a los artículos publicados en los dos años anteriores. Por ejemplo, el New England Journal of Medicine en 2023 recibió 61,929 citas a 648 artículos publicados entre 2021 y 2022, lo que da un FI de 95.56 (61,292/648).

Los artículos científicos, o “papers”, son las publicaciones científicas donde investigadores de todo el mundo dan a conocer sus investigaciones tras una revisión por pares.

El FI se inventó para proveer a las instituciones y bibliotecas con un dato que pudiera ser de utilidad para decidir de cuáles revistas conviene mantener la suscripción. Mientras más alto sea el FI de una revista, sugiere que vale la pena recibirla porque lo publicado ahí en los dos años anteriores se está tomando mucho en cuenta. Sin embargo, esto generó dos problemas.

El primero es que el FI lo que traduce es qué tanto los artículos de una revista son citados, por quienes escriben artículos científicos, pero no indica, que tanto una revista es leída. Las revistas más leídas del mundo no tienen FI (v.gr. Time, Newsweek, The Economist). El segundo problema, que es más grave, es que los sistemas de evaluación y los propios investigadores se apropiaron del FI de las revistas, como instrumento para evaluar el desempeño de los investigadores, lo que, en muchos países, incluyendo el nuestro, se convirtió en una pesadilla.

El factor de impacto de una revista está influenciado por muchos aspectos que no tienen nada que ver con los investigadores. 1. Los artículos de revisión se citan mucho. Diez de las 25 revistas con los FI más altos publican solo revisiones. 2. Las disciplinas con mayor número de investigadores, generan más citas. En una disciplina, el FI de siete puede ser el más alto, mientras qué, para otra, siete es bajo, porque el máximo es 50. 3. Como las citas que se toman en cuenta son a los artículos de los dos años anteriores, las revistas de disciplinas experimentales tienen más probabilidad de generar citas útiles al FI. 4. Las citas son cuantitativas, no cualitativas. Si un artículo es citado para descalificarlo, eso no lo toma en cuenta el cálculo del FI. 5. Al solo tomar en cuenta los dos años anteriores, las citas a los artículos previos ya no sirven. 6. El FI de una revista no garantiza las citaciones de cada artículo. De los 100 artículos más citados de la historia, solo 15 fueron publicados en revistas con FI mayor de 10 y seis en revistas con FI menor de 2 (ver Gamba G, La Crónica de Hoy, 10-12-2014).

Lee también

Lo que ocurrió durante la pandemia de COVID muestra una evidencia más de por qué el FI de las revistas no debe utilizarse para evaluar a los investigadores. El COVID trajo una ventana de tiempo en que se produjo mucha información, era relativamente fácil publicarla y rápidamente citable. En consecuencia, en revistas muy conocidas el FI de 2021 y 2022 aumentó en promedio entre 2.3 y 2.6 veces en relación con el FI de 2020. Sin embargo, para 2023 regresaron a números similares a los del 2020. ¿El investigador que publicó en cierta revista en 2019 es menos bueno que el que publicó en la misma revista en 2021?

Es necesario que los sistemas evaluadores y los propios investigadores, dejen de evaluar el trabajo de sus pares con base en el FI de las revistas en que cada uno pública.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM