Opinión

El trabajo pro-bono en investigación (parte 2)

Un tercer tipo de trabajo pro-bono que hacemos los investigadores y para lo que invertimos mucho tiempo es la revisión de proyectos de investigación para agencias como el Conahcyt, la DGAPA de la UNAM u otras, incluyendo algunas internacionales. Una de las razones de por qué la ciencia avanza como lo hace es que buena parte del dinero que se invierte para patrocinar proyectos de investigación se hace con base a convocatorias que son muy competidas y revisadas por pares. Desafortunadamente, este sexenio fuimos testigos de la derogación de millones de pesos en forma discrecional a diversos grupos, sin pasar por convocatorias competitivas, lo cual esperemos que no se repita en el próximo gobierno.

La presentación del informe.

UNAM

En la evaluación de proyectos, los investigadores participamos en las comisiones para organizar la evaluación y/o como revisores. Criticar una propuesta de investigación de un colega es un trabajo que requiere de mucho cuidado, lectura y sobre todo de análisis para determinar si la propuesta es original y viable. De la opinión que viertan dos a cuatro revisores dependerá mucho de si el colega recibe recursos para su investigación. Dejar sin recursos a un buen proyecto, así como otorgar recursos a un mal proyecto, por no hacer bien la revisión, constituye una falta de ética profesional grave porque estamos definiendo el destino de recursos del erario. Un investigador promedio puede evaluar tres o más proyectos por convocatoria y los miembros de los comités deben además reunirse en encierros que llamamos plenarias por una semana, usualmente fuera de la ciudad, para hacer el análisis de todas las propuestas en conjunto. Otra forma en que hacemos un bien a la comunidad. No solo a la científica, sino a la comunidad en general, porque de nuestro trabajo se desprende el buen uso de los recursos del erario.

Otro trabajo pro-bono es la participación en diversas comisiones. Por ejemplo, en las del propio SNI en las que se evalúan centenas de casos para la definición del ingreso o renovación de los investigadores en el Sistema y el nivel al que acceden. En las comisiones para diversos aspectos de las Academias Nacionales, como las de Medicina o la de Ciencias. En las mesas directivas de las sociedades médicas, que en general son asociaciones no lucrativas cuya misión es la divulgación del conocimiento médico y/o científico hacia la comunidad. Ser tesorero, secretario o presidente de una de estas es un trabajo muy intenso y se hace pro-bono-. Ninguna sociedad contempla el pago de salarios u honorarios por este motivo. Otra forma más de beneficiar a la comunidad.

Hacemos también trabajo pro-bono por los colegas, muchos de los cuales ni siquiera conoces. El anticuerpo que hiciste para detectar una proteína, la clona de DNAc que construiste, las células que inmortalizaste, el ratón transgénico que generaste, los cortes de un tejido en parafina, los datos clínicos de una cohorte o la base de datos de un estudio epidemiológico. Una vez que ya lo publicaste, se los regalas al científico que te lo pida (del país que sea). Lo haces con gusto también, porque alguien lo ha hecho antes por ti y porque es la forma de avanzar como comunidad. Además, si cualquiera de esos reactivos fue hecho con recursos del erario, no solo lo das con gusto, sino que tienes la obligación de hacerlo.

Finalmente, hay otra actividad pro-bono, que está bien hacerla, pero que me preocupa, porque ahí sí que los investigadores en los últimos tiempos han sido cada vez más explotados. Me refiero al trabajo que hacemos como revisores de artículos científicos para revistas, de lo cual hablaré la próxima semana.