La necesidad de tomar un camino académico cuando se es muy joven, asociado a escoger un área del quehacer humano para convertirse en unos años en un profesional de la misma, termina representando para una suerte de camisa de fuerza para muchas personas. Muchos descubrimos en una etapa madura, posterior a la universitaria, que nos interesan varios temas con la misma intensidad que nos despierta nuestra actividad profesional.
De allí que, por ejemplo, Ángel, un experto en contaduría que ha desarrollado para Hacienda métodos muy novedosos y eficientes para realizar verificaciones y fiscalizaciones, haya tomado a la fecha diplomados tanto de fotografía como de literatura. Por supuesto que no era una opción descuidar su trabajo, así que ambos los hizo en línea.
Un primer encuentro con este tipo de opciones académicas lo tuvo en la web https://www.euroinnova.mx/diplomados/arte-y-diseno, un sitio especializado con un potente buscador temático que bien vale la pena probar.
Para Ángel, descubrir que podía seguir siendo el profesional exitoso que ya es en áreas administrativas, sin dejar de lado su afición por el arte, le trajo una sorpresa que ha cambiado su vida. “Ya era feliz, estaba satisfecho con lo que había logrado hasta hace tres años… pero lo que ahora hago, combinar las dos actividades, me tiene pleno”, refiere al ser cuestionado sobre porqué decidió emprender un curso en línea.
La tecnología nos está abriendo estas posibilidades de educación del siglo XXI. Ya las universidades habían explorado los sistemas abiertos de enseñanza, hasta desarrollar la universidad a distancia y, más recientemente, lo que llamamos clases en línea. Sin embargo, esto está recibiendo un sorprendente impulso gracias a instituciones especializadas en este tipo de educación.
Tenemos que valorar que la educación de calidad ya no puede estar concentrada en una pocas aulas de cada país, sino que la población requiere cada día más opciones y que los traslados, sobre todo en las grandes urbes, se estaban convirtiendo en un motivo de deserción. Era, evidentemente, algo que había que remediar.
En América Latina, particularmente en México, se había incursionado con mucho éxito en la metodología denominada Agile Education (practicad en Euroinnova, institución vinculada al link señalado al inicio de este artículo); este método de enseñanza profesa el “aprender a aprender”, lo que se traduce en que los profesores son guían en la educación de los alumnos, pero que en absoluto son emisores de cantidades de información brutales que sus educandos deben memorizar. Por el contrario, dando las guías adecuadas, cada alumno puede profundizar por sí solo en el conocimiento, en los textos clave y en el conocimiento de avanzada de cada tema.
En el caso de las humanidades y las artes, es impresionante lo que logra este sistema, porque, a diferencia de ciencias duras o ingenierías, la curiosidad y la creatividad de los alumnos termina por empujar un paso más allá a estudios como la historia del arte u, otro ejemplo claro, la fotografía artística digital.
Finalmente en estos cursos es claro que sin duda hay profesiones nobles y loables que nos sirven para vivir, pero las artes y las humanidades son, finalmente, las cosas por las que vale la pena vivir y mucho.
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