Al inicio de 2005, y mientras aún la comunidad científica está en espera de las cifras definitivas del presupuesto en ciencia y tecnología (CyT), conviene hacer algunas consideraciones con respecto a la forma como se distribuyó dicho presupuesto en 2004. De acuerdo con un cuadro mostrado al Consejo Consultivo de Ciencias (CCC) por el Director General del Conacyt, Ing. Jaime Parada, el presupuesto total para CyT en 2004 fue de 26,833 millones de pesos, lo que equivalió al 0.378% del PIB. Se ha repetido hasta la saciedad que esta cifra es muy baja, que no corresponde a las promesas hechas por el Presidente Fox y que se ha mantenido constantemente baja a lo largo del presente sexenio, pero el objeto de la presente nota no es insistir en este punto, sino demostrar que la cifra que realmente se destinó en 2004 a la CyT fue considerablemente menor. En efecto, de acuerdo con el cuadro de presupuesto mencionado, de los 26,833 millones de pesos para CyT se asignaron al Conacyt solamente 8600 millones (en el llamado ramo 38), es decir, el 32.1% del total, mientras que la SEP recibió 9000 millones, el 33.6% del total, la Secretaría de Energía 4200 millones, la SSA 1800 millones, la de Agricultura 1700 millones, la de Economía 600 millones y la SEMARNAT 500 millones. La suma de las cantidades asignadas a estas seis secretarías es de 17,800 millones, lo que equivale al 66.3% del total destinado por el gobierno federal a CyT. Así, la pregunta que surge de inmediato es: ¿en qué se gastan las seis secretarías mencionadas este presupuesto, que, insisto, está incluido en el 0.378% del PIB que teóricamente es para CyT? Desde el CCC hemos hecho esta pregunta al Director General del Conacyt y al Subsecretario de Investigación de la SEP, Dr. Julio Rubio, y hasta la fecha no hemos tenido una respuesta.
Lo que sí es claro es que la mayor parte de esa enorme cantidad de 17,800 millones asignada a las secretarías mencionadas no se ha utilizado para apoyar a la ciencia, ya que los fondos sectoriales que el Conacyt maneja para apoyo a proyectos de investigación, llamados así precisamente porque provienen de manera conjunta del Conacyt y de cada una de las secretarías involucradas en cada fondo, manejan cantidades muy inferiores a las señaladas. Por ejemplo, el fondo sectorial SEP-Conacyt, que es el único destinado a apoyar proyectos de ciencia básica, es decir, a la ciencia que produce conocimientos, fue en 2004 de 600 millones de pesos, de los cuales hasta donde tengo información la SEP aportó solamente 300 millones. Así, la pregunta se hace más incisiva: si de los 9000 millones de pesos asignados a la SEP dentro del presupuesto global de ciencia y tecnología, sólo destinó 300 al financiamiento de proyectos en el fondo sectorial que le corresponde, ¿en qué gastó los otros 8700 millones? Esta última cifra, por coincidencia, es casi igual a la cantidad total que el Conacyt recibió, sólo que en este caso sí sabemos, de acuerdo con el susodicho cuadro presupuestal, en qué se gastó: becas (1700 millones, 19.6%), apoyo a proyectos de CyT (1690 millones,19.7%), Sistema Nacional de Investigadores (1150 millones, 13.4%), Centros Públicos de Investigación-Conacyt (3600 millones, 41.8%) y administración (500 millones, 5.7%).
Las conclusiones de los anteriores señalamientos son las siguientes: 1) no es cierto que se haya destinado el 0.378% del PIB a la CyT en 2004, sino apenas, quizá, el 0.15%; 2) no hay transparencia en la forma en que se gastan esos fondos supuestamente destinados a CyT, ya que las secretarías que los manejan no han informado de ello; 3) si, como el Conacyt argumenta, el presupuesto que cada secretaría tiene para CyT debe aplicarse a los fondos sectoriales correspondientes, es evidente que éstos no han funcionado para realmente apoyar la investigación científica y tecnológica; 4) independientemente del monto total que se asigne a la CyT en el presupuesto de 2005, no habrá ningún beneficio, aunque haya un incremento, si no se redistribuye de manera que realmente se destine a este fin, y no que aparezca como asignado a Secretarías de Estado sin que el Conacyt, ni aparentemente tampoco las propias secretarías, puedan explicar en qué se gasta.
*Miembro del Consejo Consultivo
de Ciencias de la Presidencia de la República
*Investigador Emérito, Instituto de
Fisiología Celular, UNAM
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