Cultura

El fotógrafo Rafael Doníz publica en Artes de México un libro que recoge parte de su obra en torno a los volcanes

“El ‘Popo’ y el ‘Izta’ son como la Bandera: unen los corazones de los mexicanos”

El Popocatépetl e Iztaccíhuatl son puntos de identidad para los mexicanos, son volcanes que el fotógrafo Rafael Doníz ha retratado durante más de 20 años y parte de ese trabajo lo muestra en el libro “Popocatépetl-Iztaccíhuatl. Montañas sagradas”.

La publicación editada por Artes de México está acompañada de un texto de la escritora Elena Poniatowska quien comparte algunas anécdotas de Doníz en sus caminatas por la Mujer Dormida y Don Goyo.

“A los 19 años logré un ascenso a la parte más alta del Popocatépetl, en ese entonces desafortunadamente no era fotógrafo, no tenía esta vocación, pero se me quedó grabado en mi mente y en mi ser el portento de la naturaleza y la pequeñez de uno como ser humano”, platica en entrevista el fotógrafo.

Doníz narra algunas de las imágenes de estos volcanes que desde niño lo acompañaron, cuenta que su familia era numerosa, fueron 12 hermanos y el mayor era deportista, escalaba el Popocatépetl. “De niño lo veía salir y regresar con su equipo profesional, me platicaba historias muy hermosas de sus experiencias”.

También cuando salía con su madre y padre, veía en los puestos de la calle los calendarios que representaban a un guerrero yacente ante el dolor de la muerte de su amada.

“Esas imágenes, en ese entonces, eran muy frecuentes, eso alimentó mi cariño hacia ambas montañas, además cuando la Ciudad de México todavía era considerada la región más transparente, no había edificaciones tan grandes y era factible ver ambos volcanes, incluso desde la escuela a la que asistía”, recuerda.

Doníz señala que esta publicación busca mostrar el respeto, el cariño, el amor y el punto de identidad que se ha perdido hacia esas dos formaciones geológicas porque los volcanes son un punto de identidad para los mexicanos.

“Es un intento de rescatar ese símbolo y acercar el Popo y la Iztaccíhuatl a la gente que no puede acceder a ellos, que no tienen el tiempo ni el gusto por caminar. Los volcanes son como la Bandera, es decir, identifican y unen los pensamientos y los corazones de los mexicanos”, expresa.

– ¿Sigue explorando los volcanes?

–He sido un practicante del alpinismo, no soy un profesional, cada que puedo voy y merodeo los lugares, no es que yo suba a la cima del Izta y del Popo, me voy a lugares como La Joya y Tlamacas, prácticamente son las faldas; en mis estancias a veces me quedo ahí a pernoctar, salgo de mi casa a las 3 de la mañana y llegó antes de que claree.

Tengo un amigo pintor y cada semana nos íbamos al volcán, él llegaba a mi casa de madrugada y nos íbamos. Entonces todavía logré permisos especiales porque sí había ciertas restricciones, no eran tan graves como las actuales, tuvimos que firmar una carta responsiva, podíamos pasar el cerco que hoy está en Tlamacas y podíamos subir porque entré en convenio con una de las autoridades del parque que me pidió a cambio dejar imágenes para su archivo.

Popocatépetl Lo más lamentable es que amigos alpinistas me platicaron que el glaciar del Iztaccíhuatl desapareció: Doníz (Rafael Doníz)

A la pregunta de qué cambios ha observado en los volcanes, Doníz señala que la naturaleza está viva, entonces no permanece inamovible.

“Lo más lamentable es que amigos alpinistas me platicaron que el glaciar del Iztaccíhuatl desapareció por el problema del calentamiento global. Ojalá el libro mueva el interés por la conservación porque, en efecto, los nevados duraban más tiempo”, comenta.

El fotógrafo platica que la primera idea era hacer un libro sobre los volcanes de México. “Fui al Nevado de Toluca, a la Malinche, al Ceboruco, al Chichonal, estuve yendo y viniendo, era un propósito titánico que no estaba a mi alcance porque he sido atrevido, pero no me puedo considerar un alpinista, soy un amante de la naturaleza”.

A veces las transformaciones que hay no son tan visibles, agrega. “He sabido que, en las faldas, ciertos nacimientos de agua se han secado, pobladores me han dicho que hay épocas donde sigue habiendo la tradición de los graniceros, es decir, la gente de los pueblos originarios que se acercan a ciertos lugares de Don Goyo a dejarle las ofrendas para que no se enoje y no se mueva tanto”.

Algunas de las imágenes que aparecen en el libro son de hace más de 24 años a color.

“Las tomé en color, en transparencia, aunque ese formato ya prácticamente desapareció. Cuando emprendí mi proyecto de los volcanes de México, tuve una exposición en la Sala Manuel Felguérez de la UAM, hace como unos 15 años, ahí expuse alrededor de 40 imágenes en blanco y negro del Izta y del Popo, pero conforme pasó el tiempo, la nueva tecnología digital me conquistó”, detalla Doníz.

El artista menciona que conserva su laboratorio de blanco y negro, pero cada vez lo ocupa menos. “En los volcanes empecé a encontrar, sobre todo, unas imágenes de amaneceres con unas tonalidades de colores, entonces me convencieron y terminé haciendo el proyecto en color”.