Cultura

En nuestras sociedades, los jóvenes rápidamente elijen el crimen porque les da muchísimo más dinero, añade Mariana Enríquez

“América Latina es un territorio cruzado permanentemente por poderes y violencias”

“Los desaparecidos también configuran una idea de terror muy particular y un terror que en el caso de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Brasil fue organizado desde el Estado"
FIL de Oaxaca La escritora argentina Mariana Enríquez (Reyna paz Avendaño)

El terror es una herramienta para contar a Latinoamérica desde un lugar menos tradicional como lo hace el testimonio", señaló la escritora argentina Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973).

A propósito de su participación en la 44 Feria Internacional del Libro de Oaxaca, la autora deLas cosas que perdimos en el fuegoyNuestra parte de nochecomentó que el testimonio le interesa, pero no es la literatura que más disfruta hacer.

“Al leer la literatura latinoamericana del boom, la siento muy lejana, estética y personalmente, creo que por eso la puedo leer y disfrutar, pero todos esos autores hablan de una Latinoamérica optimista por más que sea deprimente, es decir, fue triste (el relato), pero hay una confianza en la lengua”, indicó.

Enríquez narró que la primera historia de una mujer asesinada por su padre la vio en la serie de televisión Twin Peaks.

“En Argentina la pasaban a las 9 de la noche doblada y eso se mezclaba con los primeros crímenes de mujeres que aparecían en televisión, en programas que se llamaban crímenes pasionales donde generalmente los hombres no tenían castigo”, recordó.

En opinión Enríquez, América Latina es un territorio cruzado permanentemente por poderes y violencias y una manera que ella encuentra de subvertir esas realidades es usando el género del horror.

“Aquí hay historias, una por cada 100 metros”, dijo.

La base de sus relatos de horror social son las desigualdades, añadió y agregó que otros temas de su interés son las adicciones, la salud mental, la violencia contra las mujeres, pero también la violencia contra los hombres jóvenes.

“En nuestras sociedades, los jóvenes rápidamente elijen el crimen porque les da muchísimo más dinero y el origen de eso también es la desigualdad y después en sus propias comunidades todo el mundo les tiene miedo y empieza el miedo al otro... el sentido de terror social en nuestra sociedad tiene figuras equiparables al terror tradicional”, dijo.

Enríquez señaló que la idea del zombi es aplicable en los países latinoamericanos.

“Cuántas comunidades de clase media, por ejemplo, le países terror a los pobres, a esa gran masa de pobres que los van a venir a atacar y piensan que esa gente está deshumanizada, que la podrían matar porque para ellos son como zombis, no son seres humanos, quizá lo fueron o podrían haber sido”, indicó.

En los años 70 América Latina se reconfiguró como un territorio sin posibilidades de una economía diferente, el capitalismo neoliberal y la exclusión de ciertas clases sociales o de ciertas etnias fue el modelo establecido.

“Los desaparecidos también configuran una idea de terror muy particular y un terror que en el caso de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Brasil fue organizado desde el Estado y que en algunos casos, particularmente en Argentina, hacer desaparecer a la gent crea una especie de fantasma porque no hay cuerpo, uno siempre esté esperando el regreso de ese cuerpo, aún sabiendo que está muerto, entonces eso es como una narración de terror clásica”, mencionó.

Enríquez comentó que a diferencia de Estados Unidos, los elementos orales en Latinoamérica fueron omitidos y eso generó que no hubiera una tradición del género del horror en los países de habla hispana.

“Como latinoamericanos, nuestras élites despreciaron muchísimo toda la cultura oral, popular y originaria, nunca tuvimos una tradición de terror a diferencia de lo que pasó en Estados Unidos”, dijo.

Ahora, la autora incorpora en su literatura elementos orales para poder contar Latinoamérica con herramientas más pop, “más adecuadas incluso a mi formación como espectadora, yo tengo ganas de hablar de otra manera de estas cuestiones”.

La autora mencionó que Mary Shelley escribió Frankenstein en los albores de la Revolución Industrial y lo que se cuestionó fue ¿hasta dónde llegará la ciencia, cuáles son sus límites y se podrá reemplazar a las personas por entes hechos de restos de humanos?

“En Estados Unidos de la misma manera Washington Irving con El jinete sin cabeza y otras obras, tomaban narraciones populares o ligadas a los cuentos de hada que son utilizadas como las primeras narraciones de horror”, señaló.

Enríquez puso de ejemplo Blancanieves donde una mujer que no es vieja, pero poderosa, es la reina y cuando llega una una mujer más joven que le puede quitar el poder porque ella se está envejeciendo, decide matarla.

“Es básicamente lo que estamos hablando todos los días hoy acerca de la imagen de la mujer”, externó.