Cultura

Presenta desde una perspectiva abiertamente parcial la historia de tres hombres que contribuyeron a acabar con décadas de violencia en el Ulster, que se cobró más de 3 mil 500 vidas

El Museo de los Pacificadores reabre la batalla por el relato en Irlanda del Norte

El nuevo museo que indaga en su doloroso pasado y reabre la batalla por el relato.
El Museo de los Pacificadores Una de las piezas del museo. (ABC)

La huella del conflicto en Irlanda del Norte, viva aún en muchos rincones, ejerce de imán turístico para una región que suma ahora a su oferta un nuevo museo que indaga en su doloroso pasado y reabre la batalla por el relato.

El Museo de los Pacificadores (Peacemakers Museum) presenta desde una perspectiva abiertamente parcial la historia de tres hombres que contribuyeron a acabar con décadas de violencia en el Ulster, que se cobró más de 3.500 vidas.

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El premio Nobel de la Paz John Hume, el ex viceministro principal de Irlanda del Norte y figura histórica del Sinn Féin Martin McGuinness y el primer presidente nacionalista del Parlamento regional, Mitchel McLaughlin, vertebran una galería que repasa momentos clave de los conocidos como ‘Troubles’.

Su ubicación no podría ser más simbólica. Se levanta en pleno Bogside, el barrio de Derry (para la comunidad católica nacionalista) o Londonderry (para los protestantes unionistas) que fue escenario de tragedias como el Domingo Sangriento, el 30 de enero de 1972, cuando 13 personas murieron por disparos del Ejército británico.

Recorriendo el museo, la pregunta surge sola: ¿está Irlanda del Norte preparada para ofrecer una versión única y consensuada de ese período de su historia?

A juicio de los promotores del museo, la respuesta es no.

“No hay una narrativa consensuada sobre por qué empezó el conflicto, cómo ha evolucionado y ni siquiera sobre cómo llegó la paz. Decir eso no es controvertido”, asegura a EFE Michael Cooper, director del proyecto.

A juicio de Cooper, que escribió los textos de la galería, cualquier intento de ofrecer un relato aceptable para todas las partes “diluiría tanto la historia hasta el punto de que no representaría a nadie”, por lo que defendió dar una perspectiva local, centrada en los “pacificadores” del Bogside.

El museo recoge la cronología allá donde la deja el cercano museo de Free Derry (Derry Libre), a partir del año 1972, para repasar con la ayuda de testimonios, objetos y archivos audiovisuales el camino hasta la paz firmada en el Acuerdo de Viernes Santo (1998).

Impulso económico

El Museo de los Pacificadores no solo pretende ofrecer una versión declaradamente nacionalista de la historia; nace con el objetivo de expandir la oferta de turismo de conflicto, importante fuente de ingresos.

Los murales de Derry, que inmortalizan episodios como la Batalla del Bogside -el estallido que muchos consideran el inicio del conflicto armado-, son recorridos a diario por numerosos grupos de turistas acompañados por guías locales.

Cooper explica que la nueva galería aspira a que los viajeros “se queden en la zona más tiempo, con suerte gasten más dinero y se creen nuevas oportunidades económicas”.

Y anima a que la comunidad unionista, minoría en Derry, recoja el testigo y exponga su visión de los hechos desde su propia perspectiva.

Según el departamento de Inversión y Desarrollo Empresarial del consejo de Derry, el número de visitantes a la ciudad y sus alrededores se ha duplicado en la última década, gracias también a atractivos como sus murallas del siglo XVII.

Durante los años de plomo del conflicto la llegada de turistas era prácticamente nula.

La importancia del pasado

McLaughlin, uno de los “pacificadores” en los que se centra el museo -los otros dos, Hume y McGuinness ya murieron-, reflexiona sobre la necesidad de que las nuevas generaciones conozcan su pasado.

“Pienso en la gente que ha nacido después del Acuerdo de Viernes Santo. No tienen la experiencia del conflicto, y tienen que entender lo que sucede cuando no hay acuerdo político o cuando no hay relaciones amistosas entre vecinos”, dice a EFE.

Como primer presidente nacionalista de la Asamblea de Irlanda del Norte (de 2015 a 2016), McLaughlin jugó un papel reconocido por los propios unionistas para llevar el “respeto” a la Cámara regional.

Pese a que reconoce que todavía queda camino por recorrer, el hecho de que las armas callasen “ofrece una oportunidad para curar esas heridas”.

Sin embargo, la familia de otro de los protagonistas del museo, John Hume -quien compartió el Nobel con el unionista David Trimble-, se desmarcó de la iniciativa del museo.

Sus descendientes difundieron en medios locales la correspondencia que Pat, la viuda de Hume, mantuvo con los promotores tras ser informada del proyecto hace cuatro años.

“Si John estuviera bien, os invitaría a cambiar ese enfoque en tres políticos, dos de los cuales representan una misma visión. Os invitaría a centraros en una diversidad de vidas y posiciones políticas. Para él, ese nivel de inclusión justa sería vital e innegociable”, escribió Pat, ahora fallecida.

Tanto McGuinness como McLaughlin fueron destacados líderes del Sinn Féin -antiguo brazo político del inactivo IRA-, mientras que Hume encabezaba el socialdemócrata SDLP, que abogaba por la vía pacífica y se oponía a la lucha armada.

“Como familia, no podemos entender por qué han elegido centrarse en un abanico tan estrecho de perspectivas políticas”, manifestaron los familiares.

La oficina del ministro y viceministro principales del Ejecutivo de poder compartido norirlandés, que aportó 1,8 millones de libras (2,16 millones de euros) al proyecto, reconoció que no realizó las “comprobaciones debidas” sobre las quejas de la familia Hume, pero pese a todo no retiró su financiación.

El museo también ha recibido dinero del Fondo Patrimonial de la Lotería Nacional y de departamentos del gobierno provincial, así como del consistorio de Derry.

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