Escribir escenas pornográficas resulta aburrido y abordar una novela desde la sexualidad es hablar de relaciones que derriban tabúes, así lo considera Patrick Autréaux (Francia, 1968), escritor que publica en español su novela Pussyboy., donde narra los casuales encuentros sexuales de dos hombres.
“Cuando empecé el libro, escribí algunas escenas pornográficas porque quería abordarlas para luego deshacerme de ellas y quedarme sólo con una o dos que fueran esenciales a nivel narrativo. Muy rápidamente me di cuenta que escribir escenas pornográficas es aburrido. Había tres recuerdos reactivados, pero fuera de eso, no era muy satisfactorio ni ambicioso, así que busqué otra cosa”, señala Autréaux.
Fragmento a fragmento fue como el autor empezó a escribir sobre la imaginación sexual, siendo éste el tema de la obra editada por Canta Mares. “Fue extremadamente placentero y divertido, en especial asociar una relación cruda en ciertos momentos con poesía, pinturas, y citas de otros libros como la Biblia, el Corán y de autores eróticos como el Marqués de Sade”.
Autréaux comenta que al igual que en siglos pasados, cuando un artista pintaba alguna insinuación erótica, se divertía, y él encontró un placer infantil al escribir esta novela. “Me sentía en un juego como los niños, ellos cuando juegan rompen tabúes”.
Uno de los protagonistas de la narración es Zak, quien pone límites al goce sexual, algunos por la religión y otros porque no le gusta mostrar los gestos arcaicos ligados al placer.
“Zak tiene partes invisibles, es un personaje incompleto y eso se debe a que parte de su imaginación sexual no la comparte con el narrador. Siempre deja la impresión que está en una relación con cierta censura, con un puritanismo internalizado que le impide ir más allá en el conocimiento de sí mismo”, detalla.
El autor explica que, si bien el narrador está frustrado por la diferencia en la experiencia sexual de Zak porque al parecer no logra tener libertad, no quería emitir un juicio sobre ese personaje. “Lo que es bello en esa relación es que uno resulta la guía del otro”.
-En las imágenes placenteras que da el arte, ¿el sexo también debe considerarse?
La sexualidad da a las imágenes una intensidad y todas las imágenes literarias en algún momento se convierten en imágenes culturales. Lo que permite la sexualidad es encarnar cada emoción estética y de esa forma los aspectos culturales que flotan en nuestra mente, que llevamos con nosotros, cobran vida y se intensifican.
No quería escribir solamente una historia erótica o sexual, quería mostrar que cuando una relación es fuerte e intensa permite observar mejor el arte, escribir mejor, comprenderse mejor y entender mejor al otro, a la pareja sexual o simplemente a quien está a tu lado.
SIN OBSTÁCULOS
Autréaux confiesa que escribir desde y sobre la sexualidad le interesa porque implica vencer tabúes. “Si uno rompe esos obstáculos para uno mismo, se da cuenta de que no eran la gran cosa la capa que nos impide ver a los otros”.
Para el autor es acertado decir que a través de la sexualidad se intensifica todo lo que está en nuestras mentes.
“Eso fue importante para mí, no sólo escribir una historia de cuerpos o de relaciones sexuales sino escribir cómo una relación particularmente intensa permite ver mejor, leer mejor, escribir mejor y, sobre todo, entender mejor a los demás. Además, derribar muchos tabúes que son secretos a voces”, indica.
Sobre porqué aborda de manera extensa la figura de los senos y pezones, Autréaux explica que la idea nació de un cuadro que representa a la Virgen María alimentando a un santo enviándole un chorro de leche y de la experiencia personal en que los senos son una zona erógena descuida por los hombres.
“La tercera razón es que soy médico y al estudiar embriología, miramos la distinción sexual en algún momento del desarrollo del embrión, pero los pezones tienen el mismo origen biológico. También los senos se asocian con las mujeres, pero en el fondo es algo que compartimos con ellas, puedo mencionar un estudio que habla de la alta sensibilidad de los senos masculinos, tan grande como la de las mujeres”, señala.
En la intención de romper tabúes, Autréaux comenta que los senos al ser una parte del cuerpo propia de la excitación sexual tanto para hombres como para mujeres, quiso que estuviera presente en el libro. “Me divertí escribiéndolo porque franqueaba la barrera del género”.