Los sismos, la belleza de los minerales y la fuerza de las erupciones volcánicas son para la escritora Gabriela Damián Miravete (Ciudad de México, 1979) ejemplos de las voces y sonidos de la Tierra, pero si los humanos no aprendemos de esas señales de vitalidad, estaremos condenando a la extinción. Así lo expresa la autora a propósito de su reciente libro La canción detrás de todas las cosas.
La obra editada por Elefanta inicia con la historia de la Sociedad Anónima para la Preservación y el Estudio de los Naipes de Ópalo, un grupo de investigadores desprestigiados por el gobierno y el gremio científico, que encomienda a una joven escritora la tarea de narrar la belleza del ópalo sueño.
Después, la historia se intercala con el viaje subterráneo que hace una niña por los sismos en la Ciudad de México, y con una mujer que vive el desplazamiento ante la erupción del Vesubio.
“Mi amor hacia las piedras y a lo subterráneo me sorprendió a mí misma. Tiene que ver con el paso del tiempo, la contemplación y el desgaste de este otro gran tiempo con el que convivimos o sobre el que habitamos, que es el tiempo de la Tierra. Del mundo mineral me atrajo la idea del tiempo y este libro tiene una vida que va desde la prehistoria hasta un futuro distante”, destaca Damián Miravete.
La autora señala que quiso plasmar la sensación de que las personas vivimos en un planeta muy viejo y que probablemente le sobrevivirá millones de años a la especie humana.
“Creo que es importante atender a los tiempos del planeta, sus movimientos y voces subterráneas que escuchamos nos hablan de su vitalidad y ritmo, nos dan señas de que habitamos una entidad viva que si no cuidamos, como ahora no lo estamos haciendo, vamos a generar nuestra propia extinción”, indica.
En el libro, los investigadores que descubren los yacimientos de naipes de ópalo exponen el valor de este mineral precioso, sin embargo, los intereses comerciales hacen que el descubrimiento sea menospreciado porque no genera ninguna ganancia monetaria.
“Es muy arbitrario el valor que le designamos a las cosas. Hoy estamos bajo un sistema económico que valora jerarquías de comercio, belleza y ganancia, en términos únicamente monetarios, cuando hay cosas que tienen un valor cultural natural, estético y ritual que tiene que ver con cómo las personas organizamos u otorgamos significado a los espacios, a los objetos, a la naturaleza”, señala.
Por ejemplo, las luciérnagas, agrega la autora. “Ahora son insectos que tienen un valor turístico, antes era un valor de la cotidianidad de la vida: saber que en un lote baldío, en la esquina de nuestra casa, veríamos luciérnagas en determinada temporada del año; pero ahora es una explotación turística que se hace con los entornos donde las luciérnagas exhiben su belleza, hacen su vida, y nosotros les damos un valor comercial”.
En opinión de Damián Miravete, la visión que debería prevalecer es mirarlas como especies con las que compartimos la vida. “Es lamentable que pase esto, pero se debe a un sistema económico en donde hasta nuestra psique ya está invadida por valorar las cosas desde la ganancia”
- ¿Somos ignorantes de la Tierra?
El asombro que nos produce el conocimiento del mundo natural a través de la ciencia y el abandono a no conocer el mundo por nuestra propia pequeñez, son experiencias análogas. Sucede que los humanos torcemos todo, utilizamos el conocimiento científico para dominar, imponer, manipular y mentir como lo hicieron los científicos que decían que la gasolina con plomo era inocua.
De la misma forma, la religión ha manipulado los anhelos, la necesidad de asombro y de conexión con algo más grande que los seres humanos. Juega con la necesidad de asombrarnos, de sentir reverencia hacia aquello que no entendemos y sentir también alegría por lo que alcanzamos a entender.
La autora señala que ciencia ha sido capaz de prevenir, cada vez de mejor forma, los desastres.
“Tener un minuto antes de un sismo, es un respiro, ayuda mucho. El problema es cuando tenemos una industria inmobiliaria indiscriminada que sigue construyendo casas en territorios de alta sismicidad, ahí están las paradojas. Hemos tenido un conocimiento del mundo asombroso a pesar de ser una especie tan pequeñita y frágil. Por otro lado, también necesitamos la humildad que nos da la experiencia del asombro, de lo sagrado, del misterio”, indica.
Finalmente, Damián Miravete comenta que un parpadeo de la Tierra es para los seres humanos toda nuestra historia.
“Me interesaba revisar la vida de las mujeres porque hay muchos huecos en esas narrativas en torno a los grandes momentos de la historia, normalmente lo vemos en las películas, por ejemplo, la erupción del Vesubio, qué pasaba con las esclavas, me interesaba recuperar esas vidas de las que apenas tenemos un atisbo, una señal de que ahí estuvieron”, expresa.