A través de la exposición “Contrapunto. Alberto J. Pani & Diego Rivera, curadores”, la historiadora de arte, Ana Garduño propone una lectura de las colecciones de estos personajes: se trata de 120 piezas -entre óleos, dibujos, fotografías y catálogos- que muestran los contrastes dentro de la identidad artística mexicana entre 1920 y 1930.
La intención planteada por el equipo curatorial es “entender lo que se estaba consumiendo en México, que es muy poco revisado: qué se consumía y por qué se consumía”, explica Mariano Meza, curador del Museo Nacional de San Carlos, donde se exhibe esta propuesta.
En términos de “Contrapunto”, se exhiben las obras que J. Pani adquirió en Europa, durante las entreguerras, y que forman parte del acervo del Museo Nacional de San Carlos; frente a obras realizadas por artistas mexicanos, a los Diego Rivera nombró dentro de un Museo imaginario, como representantes de un parteaguas en la consolidación de la identidad pictórica nacional de la primera mitad del siglo XX.
“Lo que hace Diego Rivera es configurar diferentes salas dentro de este museo imaginario y una parte que era para él muy importante era la de los “artistas” que eran sus maestros o que no habían alcanzado un gran éxito. A partir de eso, Ana Garduño configura esta exposición, a partir de esa hoja, que Diego Rivera designa para los artistas”, relata el curador del recinto.
En el mismo sentido, respecto del polémico “curadores” que se incluye en el título de la muestra, Mariano Meza señala que, a pesar de no llegar a ser curador -el término todavía ni se acuñaba- se hace la alusión porque Diego Rivera hizo una selección de artistas que podían hacer una transición, “que no estuvieran casados con solo enseñar el arte europeo”.
Por otra parte, J. Pani encargó a Dr Atl un catálogo de su colección y de ahí se toman algunos de los referentes para la curaduría de esta muestra, a partir de las piezas que pertenecen al Museo
“La colección de Pani se divide en 3 etapas: una es del estado mexicano; una segunda la divide y la vende en parte a coleccionistas y otra al estado mexicano; y una tercera que vende a Estados Unidos. Al ser embajador en Francia, imagínense todo lo que podía comprar, después de la Primera Guerra Mundial hubo muchísimas subastas”, detalla Mariano Meza.
“Por un lado, un funcionario está comprando obra en Europa, por otro, los mexicanos están intentando consagrar a los que ellos vieron y quienes les enseñaron”, continúa.
En el hilo conductor “llamaba mucho la atención hacer este contrapunto de cómo en la misma época se seguía consumiendo ese Arte Europeo, con todos esos discursos hegemónicos, y a la vez Diego Rivera estuviera armando esta revolución y también se consumía esto otro: son cosas que sucedían al simultáneo y parecerían épocas distintas”, ahonda.
Entre las piezas del recorrido sobresalen algunas acuarelas de Félix Parra, así como obra de Julio Ruelas, Germán Gedovius (quien enseñó a Diego Rivera a poner el óleo), Alfredo Ramos Martínez, Carlos Alcalde, Andrés Ríos, Juan Pacheco, Severo Amador y Mateo Herrera, todos mexicanos; que se disponen junto a piezas de Lucas Cranach ‘El Viejo’ (“Adán y Eva”, 1530) , Orazio de Ferrari (“Susana y los viejos”, 1630) , Francisco de Zurbarán, Ferdinand van Kessel (“Festín de changos”, 1680) y Jan van Kessel (“Himeneo”, 1650), Thomas Lawrence y Gillis Mostaert, entre otros nombres internacionales.
“Estamos hablando de autores realmente importantes dentro de la historiografía occidental que llegan a México y se trata también de entender por qué llegan a México”, agrega Mariano Meza.
Para más información ingresa a la página y redes del Museo Nacional de San Carlos. Se ubica en avenida México Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera, alcaldía Cuauhtémoc, y se puede visitar de martes a domingo, en un horario de 10:00 a 18:00hrs.