“Contacto, difusión y desplazamiento. El pasado en el presente y el español poscolonial en México”
Pedro Martín Butragueño
El papel del español en México se ha transformado a lo largo de los últimos siglos, pues ha pasado de ser una lengua de conquista —una catástrofe, es decir, un cambio muy profundo del sistema social— a ser una lengua patrimonial, un proceso posiblemente no concluido. Entre esos dos extremos, conquista y patrimonialización o apropiación, existen varios pasos intermedios, como el estatus mantenido por la lengua colonial en su momento. Además, otros procesos que se iniciaron en el pasado siguen todavía vigentes y activos, sin ser de ninguna manera reliquias o antiguallas ancestrales, sino presencias rastreables y documentables también a través de las realidades contemporáneas. Una de las mejores formas de entender y reconstruir la historia sociolingüística de México[...] es inquirir en las comunidades actuales, compararlas entre ellas y proyectar su estructura y sus circunstancias hacia el pasado, al menos hasta donde sea posible. La difusión del español y el desplazamiento histórico de las lenguas originarias son[...]un mismo proceso, y sólo si entendemos las estructuras que subyacen a tal relación comprenderemos cómo han sido y cómo son las cosas, así como los efectos que tienen sobre las comunidades de hablantes y sobre los sistemas lingüísticos y las culturas que portan y construyen.
[...] En el México actual conviven [...] tres tipos de situaciones sociolingüísticas en lo que toca al papel de la lengua española. La primera, de orden poscolonial, alude al español de contacto con lenguas originarias, estructuradas habitualmente en relaciones diglósicas y en diferentes etapas de evolución, desde la incipiencia bilingüística al desplazamiento. En la segunda situación, el español tiene un valor y una expansión nacionales y funciona de facto como lengua oficial. El tercer tipo de procesos tiene que ver con la apropiación patrimonial de esta lengua, lo cual seguramente sólo ocurre [...] en el sentido identitario, pero se refleja en la expansión de la variedad mexicana más allá de las fronteras del país, en el conocimiento de manifestaciones verbales de otras latitudes[...] y en el posible emplazamiento a reconocerse como miembros de una cierta comunidad internacional.
La cohabitación y el conflicto entre estos tres tipos de procesos [...] conducen al concepto de español visto desde México. [...] No es lo mismo que español de México, no sólo porque refiere a las tres situaciones mencionadas, sino porque incluye cualquier manifestación verbal, cualquier evaluación subjetiva y cualquier ideología lingüística que puedan ser relevantes para los ciudadanos mexicanos. Se trata[...] de un modelo perspectivista de la realidad sociolingüística, en el que los hechos y los productos lingüísticos quedan jerarquizados según la importancia que se les concede.
Contacto, difusión y desplazamiento
El peso concedido a la influencia de las lenguas y culturas indoamericanas en la conformación del español ha sido distinto a lo largo del tiempo. En alguna época estuvo muy extendida la idea de un influjo amplio y directo, idea que tenía quizá cierta resonancia en algunas ponderaciones que rozaban las disputas europeístas y americanistas, como las sostenidas acerca del llamado andalucismo del español americano y en relación con la división dialectal de esta lengua en América. Después, en par te por reacción ante algunas posturas extremas, se extendió una concepción más renuente a aceptar la herencia indoamericana, sobre todo la que pueda ir más allá del léxico: esta perspectiva, sostenida en México especialmente por estudiosos tan importantes como Juan M. Lope Blanch, tiende a atemperar el papel de las lenguas originarias.
A mi entender, ha existido y existe lo que podría llamarse el sesgo filológico, que consiste en generar catálogos de fenómenos lingüísticos fónicos, sintácticos, léxicos, etc., sobre todo a partir de datos urbanos y a veces escritos, cuyo estudio es sin duda interesante, necesario y revelador, pero sin prestar suficiente atención al hecho de que son ante todo síntomas, efectos de procesos sociales sobrevenidos desde una realidad abrumadora.
La vuelta de tuerca de los tiempos ha matizado mucho ambas posturas, señalando por ejemplo la complejidad de los diversos tipos de cambios, las características diglósicas de la mayor parte de las situaciones bilingües, los rasgos peculiares del signo bicultural, la impropiedad de los enfoques dialectológicos para referirse al español de contacto, entre otras ideas.
Por mi parte, quisiera referirme a dos aspectos no nuevos pero sí esenciales para entender la conformación poscolonial del español mexicano, en el trayecto que lo va llevando posteriormente al establecimiento nacional y, todavía en curso de apropiación, al arraigo patrimonial. Estos dos aspectos son, en primer lugar, la necesidad de entender la naturaleza colonial del español en el territorio mexicano durante un largo periodo y, en segundo lugar, el apremio de estudiar empíricamente el contacto lingüístico en comunidades bilingües pretéritas y actuales. Aun existiendo diversos trabajos bastante apreciables, los efectos del contacto necesitan de mayor protagonismo en la lingüística mexicana, pues ese contacto, la difusión del español y el ríspido desplazamiento de las lenguas originarias son la llave maestra para entender la historia sociolingüística de México.
Discusión y conclusiones: ¿qué nos dicen los datos poscoloniales del presente sobre la situación colonial del pasado?
[...] debería ser ya completamente clara la absoluta relevancia de estudiar el contacto lingüístico, tanto en sus estructuras sociales generales como en las manifestaciones individuales y en los efectos lingüísticos puntuales[...]. La discusión podría extenderse[...] hasta incluir situaciones donde el contacto antiguo y prolongado dio lugar a variedades de español vernáculo completamente reconocibles, como el español yucateco; más aún: la discusión puede llegar incluso a variedades en las cuales no es tan evidente una génesis derivada de un español de contacto, como ocurre con el español del centro de México.
El español puede hacerse vernáculo con el contacto extenso, pero en realidad existen otros escenarios posibles. Ya Diebold, al hablar del contacto y el cambio convergente, se refería a las situaciones de pérdida de lenguas frente a las de bilingüismo[...]. Una situación que probablemente es bastante general hoy es la escisión comunitaria y gramatical, como describen los trabajos de Avelino Sierra sobre San Andrés Cuexcontitlán para el otomí: la franja de hablantes de mayor edad desarrolla un español de contacto con interferencias de diverso tipo, mientras que los más jóvenes, una vez interrumpida la transmisión de la lengua originaria, poseen un español cuya gramática ya no tiene aquellos elementos de contacto muy evidentes.
La historia nos presenta sus hechos y nos pide verla con nuevos ojos. El conflicto y a veces el consenso, lo malo, lo bueno y lo regular, se suman y se proyectan en realidades sumamente complejas, al tiempo que es obvio que hay muchas coincidencias entre las historias experimentadas por cada comunidad. Sea lo que esto sea, es lo que es, es lo que toca y es lo que hay que gestionar: la gestión bilingüe del lenguaje, de la sociedad y de la historia, y la historia bilingüe de cada persona como ola que rompe en la playa.