La conocida como ‘Casa de la Fuente Pequeña’ de Pompeya, la ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio hace dos mil años, ha reabierto sus puertas este jueves tras años de tareas de restauración que permitirán visitar los coloridos mosaicos y frescos que la caracterizan.
La Casa de la Fontana Piccola, una de las joyas del yacimiento, quedó enterrada bajo la ceniza de la erupción pero no ha perdido el color de los mosaicos que cubren la fuente que la da nombre, recubierta con mosaicos, conchas y dos estatuas.
Esta ‘domus’, ubicada a lo largo de la Vía de Mercurio, refleja el alto estatus social de su propietario, con paredes laterales adornadas con frescos que representan paisajes, destacando una ciudad marítima, tema muy popular en las representaciones artísticas de la época.
La restauración de la casa incluyó importantes intervenciones estructurales, como el refuerzo de las vigas del atrio principal y la sustitución total del techo.
Durante los seis años de trabajo, se prestó especial atención a la protección de la cubierta del peristilo -patio rodeado de columnas- y a la impermeabilización de los pisos para prevenir infiltraciones de agua que podrían dañar la estructura histórica.
También se han conservado cuidadosamente los elementos decorativos del peristilo, garantizando su integridad.
Los trabajos de la Casa de la Fontana Piccola culminaron con la restauración de la fachada de la Fontana Grande, una vivienda contigua, que requirió una manipulación meticulosa de los bloques de piedra.
La reapertura al público marca el inicio de la cuarta edición de la iniciativa ‘Contar los trabajos’ (Raccontare i Cantieri), que permite a los visitantes conocer el proceso de restauración y conservación en los trabajos arqueológicos del Pompeya.
La iniciativa ofrece la oportunidad de conocer los 20 proyectos de restauración que se están llevando a cabo en el Parque Arqueológico de Pompeya y en el asentamiento de Oplontis.