Cultura

La escritora salvadoreña habla de su libro “Las Hijas del Volcán” , en el cual busca destacar la historia de las mujeres que suelen quedarse fuera de estos registros, “donde siempre existen límites y puntos ciegos”

Gina Balibrera: La ficción es una herramienta que ayuda a conocer historias fuera de los registros

Libro
autora La escritora salvadoreña-estadounidense Gina María Balibrera. (Archivo)

Los archivos históricos tienen sus límites, por ello la ficción es una herramienta valiosa que puede dar cuenta de aquellas historias fuera de los registros. Ese es uno de los planteamientos de la escritora salvadoreña-estadounidense Gina María Balibrera:



“Era importante para mí crear personajes no necesariamente fieles a la Historia como está escrita, porque soy escritora de ficción y porque hay muchos puntos ciegos en la Historia, hay límites en los archivos y quería destacar la historia de las mujeres que suelen quedarse fuera de estos registros”, comenta.



En conversación por la publicación de su primera novela “Las Hijas del Volcán” (TusQuets, 2024), la autora habla tanto de sus intenciones artísticas como la investigación de hechos reales en los que está basada: El Salvador, en 1923, vive bajo la dictadura de “El gran Pendejo”, cuyo poder alcanza hasta mandar a los volcanes cuándo hacer erupción.



Graciela y Consuelo son las protagonistas, quienes huyen del país cuando el dictador ordena asesinar a la comunidad de la que son originarias, una alusión a ‘La Matanza’, genocidio perpetrado por el gobierno salvadoreño en 1932.



“Empecé a escribir en 2011, estaba por empezar un programa en la Universidad de Michigan en escritura creativa”, relata sobre el origen de la historia.



Entrevista
Libro La novela. (Archivo)

Hasta ese momento, la autora había sido una gran lectora y escrito algunas historias cortas, pero estaba en busca de una comunidad de escritura creativa.



“Lo primero que llegó fue una especie de voz coral, como una especie de coro griego inusual”, señala sobre uno de los elementos conductores de su narración.



Entonces supo que quería contar la historia de 4 amigas, separadas por situaciones terribles. “Aquello se convirtió en una historia corta que llevé al taller de escritura y me dijeron que necesitaba más espacio, convertirse en una novela. Estuve de acuerdo y pasé los siguientes años extendiendo la historia y regresando a la voz original de las 4 mujeres como guía”.



Después de eso, la escritora consiguió distintos apoyos de programas y becas que la llevaron a otros países para investigar y escribir.



“En 2005 volví al país de mi padre, El Salvador para hacer investigación, y seguí escribiendo y publicando historias cortas. Cuando terminé la escuela tuve otros trabajos, me hice mamá y seguí escribiendo esta historia. Finalmente, salió en agosto de este año, pero la estuve trabajando hasta el último momento, la vendí en 2021 a la maravillosa Naomi Gibbs (de editorial Pantheon) e hice trabajo intenso editorial en el libro”, añade sobre el largo camino que recorrió el texto de 488 páginas.




-¿Por qué una novela de ficción en vez de un libro histórico para abordar el tema?



“No se me ocurrió hacer un libro de historia aunque sí hay elementos históricos. Esto es porque no soy historiadora y me interesaba más como artista la experiencia emocional de estos personajes”, explica la escritora.



Por ejemplo, el nombre y figura de Consuelo viene de archivos reales, pero la vida que lleva es imaginada. “Su personalidad, su infancia entera son completamente imaginarias”.



Gina María Balibrera hace énfasis en la necesidad de ver a los personajes principales como creadoras de su propio mundo y para ello tenía que tomarse libertades.



“Es una historia contada por fantasmas y eso era el corazón de la historia para mí, quería seguir eso”.



Asimismo, para ella este proceso de escritura ha sido una manera de abordar su propia identidad y raíz salvadoreña.



“Creo que escribir este libro fue una manera de conectar porque yo no crecí allá, ni conocí a mis abuelos. Tuve que aprender mucho porque no crecí hablando español fluido, tuve que aprender y reaprender muchas cosas e investigar”, comparte.



-¿Te consideras una mujer racializada?



“Mi familia llegó de El Salvador a San Francisco en los años 1940’s. Yo crecí en California y creo que en mi juventud me consideraba definitivamente salvadoreña-estadounidense… pero es una cosa complicada porque en mi familia hay una variedad de tonos de piel y no todos hablan español”, introduce sobre la complejidad con la que viven su propia identidad los migrantes.



“El libro es mucho sobre los mitos de identidad nacional y lo que hace a alguien auténticamente esto o lo otro, pertenecer”, añade en tanto que persona binacional, quien se ha sentido bienvenida por la comunidad Latinx, al mismo tiempo que concede que hay ciertas reivindicaciones de dicha comunidad que no le corresponden.



-¿Hay un mensaje particular que te interese mandar con esta novela?



“Sí, aunque claro que el libro pertenece a los lectores, y creo que cada quien obtendrá cosas distintas de la historia dependiendo de quiénes son, dónde provienen y experiencias de vida. No creo que tengas que ser específicamente salvadoreño, estadounidense, ni mujer para conectar con estos personajes, pero lo que emergía una y otra vez, a lo largo de los años, mientras escribía este libro es el poder radicalizante de la maternidad y la hermandad (entre mujeres, ‘sisterhood’), así como la necesidad histórica de estos lazos en términos de supervivencia y de rehacer el mundo con creatividad, hacer arte”, manifiesta.



En ese sentido, la escritora se dio a la tarea de investigar y presentar a personajes femeninos interesados en el ocultismo, como Leonora Carrington o Remedios Varo, entre otras, quienes fueron aisladas de círculos machistas europeos y crearon otras redes de apoyo que las sustentaron.



“Me interesaba explorar el poder de la camaradería artística y las implicaciones políticas de ‘las Comadres’, mujeres que se ayudan entre sí y se rehúsan a cumplir los mandatos brutales y las imposiciones, ya sea en forma de un ‘machismo benigno’ o algún tipo de pedantería exclusionista, desigualdades sociales; la manera de sobrevivir a estas opresiones fascistas, muchas veces es gracias a la unión entre mujeres”, ahonda.



-¿Cómo crees que se lea esta novela en tu contexto -Estados Unidos- ahora que volvió a ganar Donald Trump?



“Si te gusta el genocidio, no te va a gustar mi libro”, se ríe nerviosa o irónicamente y continúa, “El gran Pendejo es eterno, siempre hay personajes así que emergen en nuestra sociedad una y otra vez. Mientras escribía era imposible no pensar en ello porque hay un deseo de crear un mejor mundo que surge en respuesta al veneno, la fealdad del racismo, la muerte, la manipulación y el sufrimiento que viene de todo eso”.



“Mi deseo es que esta novela se lea como un libro empoderador, que se sienta como un lugar de esperanza y conexión, al tiempo que es un libro de reconocimiento y duelo”, expresa.



Desde su punto de vista, los escritores latinxs en Estados Unidos que escriben sobre este tipo de temas conforman una colección de literaturas y conversaciones que están en desarrollo continúo.



Unos días antes de su propia publicación, un compañero suyo -Ruben Reyes- publicó algunas historias cortas - “There is a Río Grande in Heaven”- y próximamente publicará una novela.



“Somos los primeros salvadoreños-estadounidenses que publican en alguna de las 5 grandes editoriales de nuestro país. No es que no haya historias poderosas, pero nuestras voces no siempre han sido incluidas”, apunta Gina María Balibrera.



Si bien a sus ojos es honrosa la comparación con los escritores del Boom Latinoamericano - etiqueta que suele otorgar la crítica estadounidense a este tipo de publicaciones- a la escritora le parece aún mejor pensar que su trabajo continúa con la evolución de la literatura latinoamericana en el norte del continente.

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