Curada por Kit Hammonds y Marielsa Castro Vizcarra, esta muestra reúne a seis artistas latinoamericanas. Ampliamente expuesta en México, Vivian Suter presenta una gran instalación con 49 pinturas, muchas de ellas realizadas con elementos accidentales o aleatorios. Vivian Caccuri muestra una obra comisionada por este museo, Ant House Music, 2024, en la que se aborda la dependencia entre especies a través de bocinas en forma de partes de hormigas fundidas con azúcar del Amazonas, altavoces mordisqueados por hormigas y en los que resuena música techno y sonidos de hormigas interpretados por Thiago Lanis.
Ana Mendieta (1948-85), exploró en su serie, Siluetas (1973-80) el vínculo entre culturas ancestrales y arte contemporáneo a través de la unión entre cuerpo, espíritu y naturaleza, artista histórica que choca con Minia Biabiany y su instalación, La Longitud de mi Mirada en la Noche, 2021, donde indaga en el archipiélago francés de Guadalupe los efectos coloniales en la desaparición de la cultura pesquera y la contaminación de su tierra; pero cuya obra resulta distante y literaria al carecer de un sólido desarrollo estético formal, plástico y visual; pobreza similar en los dibujos de Nohemí Pérez, quien se limita a describir la devastación humana de la naturaleza.
Frieda Toranzo Jaeger realiza su “utopía queer” y una crítica de género al capitalismo a partir de una original y bien fundamentada expansión de la pintura donde combina citas a otros artistas o evoca al Muralismo Mexicano. A pesar de la poderosa obra de Frieda, Times Comes to an End, 2021, esta irregular exposición al no dar cuenta de las innovaciones formales de Toranzo Jaeger, falla en reintroducirla a México. Si el Museo Jumex ya ha expuesto a múltiples artistas jóvenes mexicanos, es evidente que urge implementar proyectos de envergadura en museos nacionales que legitimen y reintroduzcan a nuestro país a artistas jóvenes mexicanos con importante proyección global como Berenice Olmedo, Aliza Nisenbaum, Ana Segovia o Manuel Solano.
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