Cultura

La escritora y escritor dieron apertura al Salón Literario Carlos Fuentes, donde relataron cómo se volvieron lectores y charlaron sobre sus lecturas actuales

Si dejara de escribir me volvería loca: Montero; lector por voluntad, no por obligación: Aramburu

Rosa Montero reivindica en la FIL mexicana la potencia del español como punto de encuentro Los escritores españoles Rosa Montero y Fernando Aramburu, participan durante la apertura del Salón Literario, este domingo en la edición 38 de la FIL de Guadalajara (FIL). (Francisco Guasco/EFE)

La apertura del Salón Literario Carlos Fuentes se hizo en el segundo día de la 38° Feria Internacional del Libro de Guadalajara: en una emotiva y divertida conversación, los escritores españoles Rosa Montero y Fernando Aramburu dieron cuenta de las diferencias entre sus orígenes como escritores y lectores, sus perspectivas y propósitos literarios. Recibieron además la medalla Carlos Fuentes.

“Me preguntan si escribir es terapéutico y la verdad no porque eso es superficial -es como tomarse una medicina si tienes fiebre- y esto es más importante: es un esqueleto exógeno que me mantiene en pie y sin él estaría pegada al suelo, como un moco”, manifestó la novelista y periodista española, Rosa Montero.

Bajo la moderación de la periodista Berna González Harbour, la autora de “La loca de la casa” (Alfaguara, 2003) y “El peligro de estar cuerda” (Seix Barral, 2022) expresó la intuición de que “si dejara de escribir me descosería, me volvería loca, no podría seguir siendo”.

“Es más, no sé cómo la gente se las arregla para vivir sin escribir, francamente me extraña”, continuó.

De pequeña -a los 5 o 6 años- ya escribía novelas y cuentos -sobre ratitas que hablaban- y es un aspecto que ha encontrado en común con otras escritoras.

“Desde que me recuerdo como persona -porque el recuerdo articulado de uno mismo empieza a esa edad- me recuerdo escribiendo, como parte de la manera que soy y estoy en el mundo. Parafraseando a Monterroso: cuando desperté a la vida, la literatura ya estaba ahí”, dijo sobre su experiencia.

Eso en cuanto a la escritura, que para ella siempre ha estado ahí y no la ha ‘elegido’. Sin embargo, le parece que los escritores se distinguen, principalmente, por sus lecturas.

“La cuestión es que todos los que escribimos somos, en primer lugar, lectores; si bien dejar de escribir es descoserte, dejar de leer es la muerte instantánea, como vivir en un mundo sin oxígeno”, consideró.

Rosa Montero “Dicen que esta Feria es la segunda más importante después de Frankfurt, pero me parece es la primera”, manifestó Rosa Montero, porque le parece que la FIL GDL sí logra insertarse en la sociedad, con actividades culturales y programas fuera de la Expo. (FIL/Rafael del R�o)

NUNCA TARDE.

Mientras que en su vida la lectura apareció de manera temprana y natural, desde los 2 o 3 años de edad, en su propia casa y, posteriormente, durante periodos de enfermedad que duraron varios años, en el caso de Fernando Aramburu el amor a la lectura fue un suceso trabajoso y tardío.

“A mí el destino no me deparó una biblioteca materna o paterna, no fui inducido desde la cuna a la lectura”, comenzó a relatar.

El trayecto a la lectura empezó con la lectura escolar del “Lazarillo de Tormes” y un examen que fue “como una bofetada” memorable hasta la fecha.

“Me llevó a una actitud poco frecuente en escritores, que es el odio a la literatura”.

Afortunadamente, unos años después lo cambiaron de escuela y el que sería autor de “Los peces de la amargura” (2006), “Años lentos” (2012) y “Patria” ( 2016), todos ellos ganadores de numerosos premios, conoció a un profesor mucho más inteligente para convencer a sus alumnos de leer.

“Con su paciencia sabía tomarnos sin la violencia del anterior. Él estimulaba, era muy listo y sabía contar los episodios picantes que interesan a los 12 o 13 años; prestaba libros, me enseñó a poner tildes y me hizo lector a fuerza de voluntad y no obligación”, recordó.

La decisión de ser escritor vino cuando Fernando Aramburu fracasó en la tentativa del deporte.

“Sabía que se iban a reír”, contestó a la reacción del público, “pero eso fue frustrante para mí. Lo que me quedó fue la literatura, escribir”.

Lo bueno, es que el camino literario es largo, no como el fútbol en el que tienes que ser bueno desde el primer minuto, “en la literatura se va aprendiendo poco a poco, a fuerza de fallos y demás”, opinó.

“Cuando me dije vas a ser escritor, chaval -de hecho, me considero un señor que se dedica a cumplir el sueño de un adolescente- me dije: la literatura va a ser el espacio de tu verdad personal (...) cuando te sientes delante del papel, lo que pongas es tu espejo”, compartió.

Para él, lo más difícil es el autoengaño y eso guía toda su literatura. “No sigo un plan establecido… mis novelas y poemas tratan todos de la condición humana”, agregó.

Medalla Carlos Fuentes Rosa Montero y Fernando Aramburu recibieron la Medalla Carlos Fuentes.

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Durante el encuentro que duró 1 hora y cuarto, eventualmente, los escritores contestaron preguntas del público.

“Yo estoy leyendo un libro de Kawabata que se llama ‘Lo bello y lo triste’. Precioso libro, tremendo, perverso y muy triste”, compartió Rosa Montero.

Por su parte, Fernando Aramburu confesó que, durante la primera noche de la FIL, de camino a un restaurante le mencionaron un libro que no conoce y le intriga mucho, para empezar a leer de inmediato. “Es un libro de Mónica Lavín titulado ‘Últimos días de mis padres’, esa es mi próxima e inminente lectura”, aseguró.

Al terminar la sesión de preguntas con el público, la viuda de Carlos Fuentes, Silvia Lemus y el nuevo presidente de la FIL, José Trinidad Padilla López, quienes otorgaron a los escritores la medalla Carlos Fuentes.

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