Elegir un libro para leer puede ser complicado. Regularmente viene de alguna recomendación, de una reseña sustanciosa, pero también puede venir desde el deseo, como el de saber preparar caldos.
Margarita Urgiel hurgaba en una pila de libros cuando la encontré. Tomaba uno, leía breve su reseña, lo dejaba, tomaba otro veía la foto, lo dejaba, otros más simplemente los movía de sitio para apreciar otros que estaban debajo. Me acerco a ella y pregunto si estaba buscando un libro en particular.
“De caldos”, me responde. “Estaba buscando aquí porque veo que dicen de ‘arroz’, de ‘cocinar’, de ‘sopas’, pero ando buscando uno para hacer caldos. Estaba buscando uno que me pudiera ayudar”.
Su respuesta me tomó por sorpresa, debo reconocerlo. Me generó curiosidad extrema: “de caldos”, un libro que contenga recetas de caldos. Fue entonces que en mi mente se rompió un paradigma que yo mismo me había forjado: los libros son más que investigaciones periodísticas de largo aliento con datos duros, las grandes novelas o las crónicas extraordinarias de grandes cronistas… son herramientas.
“Ya viene el tiempo de fríos, soy amante de la cocina, quiero aprender a hacer caldos, porque los únicos que sé hacer son caldo de arroz o caldo de pollo”, me amplía su respuesta.
En su mano llevaba otros libros, tres para ser preciso. Uno de ellos, “Como comprar tu casa bien”, también tiene un fin de herramienta, pero este es un regalo para su hija que está en el proceso de comprar una casa, el libro contiene datos, recomendaciones y experiencias para esto. Otro libro que lleva pegado a su regazo es para ayudar a su salud: “’Convivir con la diabetes’, porque soy prediabética, para que no llegue”, me responde.
Margarita no se encuentra sola, viene acompañada de una amiga, Lupita, quien viene desde Ensenada, Baja California, específicamente para visitar la Feria Internacional del Libro, “porque es viciosa de libros”.
“Es mi segundo año, allá no llegan todas laS editoriales, no hay acceso, por ejemplo, Anagrama no hay manera de encontrarlo. Hay libros como de Juan José Millás, de hecho, pensé encontrar mucha obra porque es España el invitado de honor, como allá no hay acceso a esto, vengo hasta acá a encontrar las editoriales que no llegan y a vivir la experiencia, para el lector esto es Disneylandia”, justifica Lupita su visita.
Lupita no es ninguna improvisada. Tiene un plan de compra en la FIL que consta de 10 libros, en su celular apuntó la lista para conseguirlos en la FIL, independiente de las sorpresas que se tope en el camino, como “Charlotte Brontë” de Carmen Albaladejo, que considera una joya y se encontraba en un pila de libro que tienen costo de 30 pesos.
De la lista que tiene Lupita hasta el momento sólo ha encontrado un libro: “Hojas de hierba”, del resto, ni sus luces, pero no pierde la esperanza, estará de visita en Guadalajara durante cuatro días, mismos que pasará en la FIL buscando cada uno de ellos: “La Trenza”, “Latitudes”, “La Dependienta”, “Golpes de luz”, “La culpa”, “Pájaros Perdidos”, “Fábrica de Juguetes Prodigiosos”.
“Pero no me voy a rendir, el próximo año también estaré aquí”, me contesta convencida.
Me despido de ellas mientras buscan la caja para pagar los libros que llevan en brazos, Margarita ya se quiere ir porque sabe que la tentación de seguir comprando puede llevarle a gastar más de lo que habían considerado, pero en el fondo sabe que eso ocurrió desde hace rato, cuando llevó otros libros a su auto.