El 150 aniversario del nacimiento del escritor y periodista G.K. Chesterton, conmemorado este año, ha pasado con discreción por su país de origen, donde la fecha fue celebrada especialmente en los cenáculos católicos y conservadores donde el autor es considerado una referencia moral e intelectual.
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) nació en el acomodado barrio de Kensington, en el oeste de Londres, y pese a haberse considerado siempre periodista, dejó un centenar de libros en los que quedó constancia de su interés universal por todos los campos del conocimiento, desde la teología a la crítica literaria, pasando por la ciencia o la economía.
Su característico sentido del humor, su facilidad para el aforismo o el gusto por la paradoja lo convirtieron en un faro para escritores en otros países, como el argentino Jorge Luis Borges.
En ningún sitio es más evidente su impronta en el imaginario popular que en su serie detectivesca del Padre Brown, el sacerdote católico que resuelve misterios gracias a su profundo conocimiento de la mente humana. La serie televisiva sobre el personaje en la BBC ya va camino de grabar su duodécima y decimotercera temporadas.
Pese a esa huella innegable, como reconoce la propia Sociedad de G.K. Chesterton -radicada en EE.UU. y germen de una red de escuelas católicas que llevan su nombre-, el escritor es todavía un gran desconocido para muchos.
“Una mente enorme en un cuerpo enorme, Chesterton fue un gigante en todos los aspectos. Pero en nuestros días es un gigante escondido, aparentemente demasiado grande para ser visto. Aunque todavía es muy citado, en gran parte ha sido olvidado”, señala la institución en su página web.
Aunque fue admirado por su actitud tolerante, que le permitió labrarse la amistad de escritores en sus antípodas filosóficas (George Bernard Shaw, HG Wells), sobre el autor siguen pesando las sospechas de antisemitismo que después de la II Guerra Mundial sumieron su obra en el ostracismo.
En la introducción a una selección de sus ensayos que el poeta W.H. Auden realizó en 1970 (reeditados en español en 2017 por Acantilado), éste reconocía su alejamiento de la obra del escritor por su reputación de antisemita.
“Sigue siendo un baldón lamentable en los escritos de un hombre que, según el testimonio unánime de todos los que le conocieron, era una persona extraordinariamente decente, de espíritu generoso y gran corazón”, escribió Auden.
De Chesterton reivindican hoy sus seguidores denuncias que parecen más vivas que nunca: la obsesión por las modas, el materialismo, el relativismo moral, el declive de la familia, la pérdida de la libertad.
Pero es cuando su escritura habla por si sola cuando mejor se pueden apreciar las virtudes filosóficas del autor: “Lo verdaderamente malo de este mundo no es que sea irracional, ni siquiera que sea irracional. La dificultad más habitual radica en que es casi racional, pero no del todo. La vida no es ilógica, pero sí una trampa para los lógicos”.