Roger Bartra cerró el año 2024 con la publicación de cinco de libros: una reedición, tres traducciones y uno nuevo que se titula “Ecos de la melancolía, un viaje musical”, en el cual narra como este sentimiento subyace como fuente inspiración en muchas de las grandes obras musicales que se produjeron desde el siglo XVI hasta la actualidad.
Y así destaca el Premio Crónica estos cinco libros: “Es algo muy importante o por decirlo de otra manera: es la preservación de la obra del mexicano y ponerla siempre al frente”.
Porque, añade el sociólogo e investigador emérito de la UNAM, “la traducción, edición o reedición de un libro es comparable a lo que ustedes en Crónica hacen con su Premio: dar reconocimiento al valor de la obra de los creadores mexicanos”.
¿Un cierre de año muy emotivo por estos libros?
Esto me tiene muy contento. Es un fenómeno muy peculiar que se reediten o editen cinco libros a la vez, porque todos son fruto del trabajo de muchos años. Uno es completamente nuevo, otro es una reedición ampliada y los otros tres son traducciones. De estas traducciones, dos son al inglés y una al chino.
Lo triste es que las reediciones como las traducciones con su publicación en otras lenguas, no se toman suficientemente en cuenta en México. No llama especialmente la atención, pero es algo muy importante que un libro tenga la posibilidad de viajar a otros contextos culturales.
Lamentablemente, en el país se presta más atención a un deportista que va a otra nación y consigue por ahí un segundo lugar o al “Checo” Pérez por correr un auto, pero no a los autores de libros. Esto pasa porque creo que en México, desgraciadamente, los libros no están en el primer plano. Hoy, en la cultura mexicana, el libro está retrocediendo con políticos prácticamente analfabetas que no leen, que no les importan los intelectuales, e incluso desprecian a los académicos. Por eso esta edición de libros me tiene contento.
Y este nuevo libro, que acaba de salir en Barcelona y está a punto de llegar a México, se titula “Ecos de la melancolía, un viaje musical”. Es un texto que responde a una antigua pasión mía por la música con uno de los temas que más he cultivado en mis años de estudios: la melancolía.
Antes, escribí sobre la melancolía mexicana, la melancolía en Siglo de Oro Español, la melancolía moderna y ahora lo hago en la música académica. Se trata de un estudio que va desde el siglo XVI, en Inglaterra, con el gran músico, John Dowland, y sigue hasta nuestros días con compositores que han utilizado la palabra melancolía en el título de la obra o en algún movimiento y, en algunos raros casos, en obras donde es evidente el contexto melancólico.
Fue un trabajo de rastrear este tema en la música de varios siglos atrás y me da mucho gusto publicarlo porque creo es el primero en este sendero. No conozco otro sobre la melancolía en la música. Hay algunos pocos artículos sobre una o dos piezas, especialmente el destinado al “Cuarteto de cuerda n.° 6 en si bemol”, de Beethoven, pero no un libro.
Sobre la obra de Dowland, en el libro explico que aparentemente vivía sumido en la tristeza y melancolía. Esto lo llevaba a su música como lo muestra la pieza llamada “Lácrime”, en latín lágrimas, y son una lágrima diferente por cada movimiento.
Después viene el periodo Barroco, caracterizado por una música muy elaborada. Ahí tenemos a uno de los más grandes compositores de ese tiempo: Georg Friedrich Händel, de origen germánico, pero que vivió en Inglaterra. Tiene una obra está basada en poemas de Milton, que es el contraste entre el penseroso y el alegro, el contraste entre lo melancólico con el pensativo.
Además, están Schumann y al hijo de Bach, Emanuel Bach, que tienen obras de melancólica exquisita. Luego vienen los románticos, Liszt, Schubert, etc. Y todavía dentro de esa cauda, ya a principios del siglo XX, Sibelius, más moderno, pero también tiene una pieza melancólica para cello formidable.
En esa misma época hay una explosión de música atonal y dodecafónica que se olvida básicamente de la melancolía, aunque la descubro en una obra de Schoenberg, que se llama “Pierrot Lunaire”. Y así sigo hasta nuestros días.
Pero otra cosa diferente, es que en este libro intercalo una pieza que es evidentemente melancólica, pero cuyo compositor no usó la palabra. Es el caso de Dimitri Shostakóvich. Muchas de sus obras, incluso las que compuso en el hospital, casi en su lecho de muerte, son evidentemente melancólicas. Creo que Shostakóvich fue melancólico toda su vida.
Ya en el siglo XX y comienzos de lo que llevamos del XXI, encontré muchas obras que utilizan el término. Además, el libro tiene un QR que lleva a casi todas las piezas para que el lector pueda escucharlas.
¿Respecto a los otros libros, qué me puedes decir?
Uno es “Antropología del cerebro”, del que sale nueva edición en la editorial Grano de Sal, con un epílogo nuevo. Son las discusiones más recientes sobre la libertad y el libre albedrío, tema que han abordado últimamente muchos neurocientíficos y, curiosamente, básicamente para negar la existencia del libre albedrío, porque creen que en las esferas cerebrales biológicas, como en todo el resto del mundo material, imperan las leyes deterministas y nada se produce al azar, no hay una voluntad que cambie las cosas.
Ahora el libro va encaminado a demostrar que sí existe el libre albedrío en el comportamiento humano y la neurociencia que intenta negarlo está equivocada.
Este libro se vendía muy bien, estaba publicado en el Fondo de Cultura Económica, pero ahora como estoy en la lista más negra del Gobierno de Morena, ya no se publica.
¿Y las traducciones?
Son tres y una se llama “Chamanes y Robots”, publicado por la Universidad de Minnesota, en una colección que solo edita traducciones. Se trata de una editorial universitaria muy potente y prestigiada. Ellos decidieron la portada, que es el mismo dibujo de la edición en español, porque les gustó mucho.
El otro es un libro que publiqué no hace mucho y es sobre el mito del hombre lobo: “The Myth of the Werewolf”, publicado por una colección de estudios sobre magia y brujería en el Renacimiento, de la editorial Macmillan.
Y uno más que se traduce al chino. Es “La jaula de la melancolía” que habla sobre la identidad del mexicano y lo publica la Universidad de Pekín.
Son tres títulos que entran en ese fenómeno de expansión de los libros donde empiezan a ser más o menos autónomos y llaman la atención en otro país, son publicados y es algo que habría que fomentar en México.
Porque creo que la traducción o reedición de un libro y su publicación es comparable a lo que ustedes en Crónica hacen con su Premio: es decir, dar reconocimiento al valor de una obra del mexicano.
Porque hay libros que reciben así un premio y creo que las traducciones de autores mexicanos a otras lenguas deberían ser motivo de celebración de manera tan importante como cuando reciben un premio.
Y ser traducido al chino, al italiano, etc., es un premio tan importante como otros. Así debe ser visto y hay que fomentarlo. Tenemos que salir del encierro nacionalista, del corral donde nos han metido los políticos, principalmente las tradiciones políticas nacionalistas.
¡Claro!, uno escribe para la cultura en la que vive, pero también tiene que escribir pensando que no todo está dentro del corral mexicano, que hay mucho afuera, que es muy importante, que hay que salir.
Y entonces, estos tres libros, dos traducidos y publicados, dos al inglés y uno al chino, es un ejemplo de algo que es muy importante: poner siempre al frente la obra del mexicano.