Cultura

La intrincada red entre ataques a obras demuestra cómo, tanto artistas cómo no-artistas, NO demuestran verdades, sino que las intuyen

Arte y subversión pública del poder

Arte
Argenetic Arriba: Fotograma televisivo del derribo de la estatua de Saddam Hussein, 2003, el ahora icónico ataque a la figura de Netanyahu en México y una vista del Museo Salinas. En Medio: El Ángel de la Independencia intervenido por feministas; Pierre Pinoncelli en performance y exhibiendo su dedo mutilado y la escultura del crítico de arte Cuauhtémoc Medina del 2006, de Joaquín Segura y Renato Garza Cervera. Abajo: López Obrador en una Quema de Judas en Toluca, ca 2019; El Ninot de Felipe VI de España; la famosa escultura de Maurizio Cattelan, La Hora Nueve, 1999, del Papa Juan Pablo II siendo golpeado por un meteorito y el célebre dibujo de 1831 de Daumier sobre el Rey Luis Felipe I de Francia satirizado como pera. (BDS Mx, Pinault, Helena Prod, El Gráfico, S. Sierra e internet.)

El ataque y destrucción de la efigie de Benjamin Netanyahu en el Museo de Cera de la Ciudad de México por activistas de BDS México (07Ene2025), se suma a la complejísima red de arte contemporáneo, protesta callejeras subversivas o tradiciones populares que demuestran la gran diferencia que hay entre el Arte de Participación Social que pretende contribuir a “cambiar” la sociedad y la infinita variedad de expresiones cuyos matices en su representación desdibujan el límite entre arte y hechos históricos, entre simulacro y vida, entre “lo real” y los atavismos sociales.



La escultura vandalizada de Netanyahu evoca al derrocamiento el 9 de abril del 2003, de la escultura de Sadam Hussein en la Plaza de Firdos con la que inició la Guerra de Irak; también lo de Netanyahu se articula con protestas públicas como las pintas feministas del 16 de agosto del 2019 en el Ángel de la Independencia, sitio donde las autoridades decidieron conservar permanentemente uno de los 565 consignas contra la violencia de género.



Es posible encontrar afinidad en expresiones populares en México como la tradicional Quema de Judas donde se incineran figuras de políticos con la celebrada desde el siglo XVIII de las Fallas y el propio Ninot del Rey Felipe VI de España quemado el 12 de octubre del 2020 en Barcelona por los artistas Eugenio Ampudia y Santiago Sierra; y este con la colección reunida por Vicente Razo Botey de figuras populares del Chupacabras que forman al Museo Salinas (1995-97). Una radical diseminación de límites entre realidad, arte y representación la realizó Pierre Pinoncelli (1929-2021), quien en el V Festival de Performance de Cali, Colombia, 2002, se mutiló parte del meñique con un hacha en protesta por el secuestro de las FARC de Ingrid Betancourt.



La intrincada red entre estos casos demuestra cómo, tanto artistas cómo no-artistas, NO demuestran verdades, sino que las intuyen; ruptura de límites donde la repercusión pública de la imagen de los poderosos en la era del Internet está bajo control de las redes sociales, activismo, medios de comunicación, público y artistas.

IG: @egea.eduardo

Columnista.
Crítico Eduardo Egea. (Archivo)



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