Cultura

El Museo del Estanquillo abre la muestra con 60 piezas, entre éstas, dos retratos que se exhiben por primera vez

“Francisco Toledo. Grabador de enigmas”, un viaje por la genialidad del artista oaxaqueño

Muestra
Toledo. Una de las piezas que se exhiben en el Museo del Estanquillo. (Eleane Herrera Montejano)

Las interpretaciones pictóricas que Francisco Toledo (1940-2019) hizo de la “Historia general de las cosas de la Nueva España” y el “Chilam Balam”; así como autorretratos realizados después del año 2000 y un par de retratos inéditos son algunas de las obras gráficas y placas metálicas originales del artista oaxaqueño que se exhiben en la sala 3 del Museo del Estanquillo.

La muestra “Francisco Toledo. Grabador de enigmas” presenta más de 60 piezas creadas en colaboración con la galería de arte Arvil y puede visitarse hasta el 21 de abril, en un horario de miércoles a lunes de 10am a 6pm.

“Esta exposición se hace un poco en conmemoración de los 55 años de esta galería y festejando la colaboración entre la galería y el maestro Toledo”, explicó el director del recinto, Alejandro Brito.

En recorrido con los medios de comunicación, el director del Museo del Estanquillo presentó a los promotores y galeristas mexicanos, Armando Colina y Víctor Acuña (1939-2021), co-fundadores de Arvil, quienes mantuvieron una cercana amistad y colaboración con Toledo.

Entre los conejos, iguanas, erotismo y motivos religiosos que se desprenden del imaginario artístico expuesto, sobresalen dos autorretratos del artista oaxaqueño, realizados en 2001 y 2017, junto a dos retratos que Toledo hizo de Armando Colina y que se muestran por primera vez al público.

“Fue cuando conoció a Toledo llegó a la librería que tenía Armando junto con Víctor Acuña -por el año 1966- y empezó a ver los libros de arte que le gustaron”, relató Alejandro Brito.

De acuerdo con él, el artista oaxaqueño era muy tímido y tras mirar un poco, se fue. Al rato llegó Roberto Donis amigo de Toledo, quien iba como enviado a solicitar “un cambalache”: a Toledo le había gustado un grupo de obras, pero no le alcanzaba, así que propuso hacer un par de retratos a cambio de ellas.

Muestra
Toledo. Otra de las obras. (Eleane Herrera Montejano)

RECORRIDO.

“Concebí esta muestra como homenaje al muy querido amigo y extraordinario artista, cómplice conmigo de múltiples aventuras en el arte, a cinco años de su temprana partida”, comentó Armando Colina.

A lo largo de su amistad, Colina, Acuña y Toledo produjeron en conjunto una serie de 5 carpetas gráficas: comenzaron con “Toledo-Sahagún” (1974), seguida por “Toledo-Chilam Balam” (1975), “Toledo-Guchachi’” (1976), luego “Trece maneras de mirar un mirlo” (1981), con grabados impresos en el taller de Mario Reyes y “Nuevo catecismo para Indios Remisos” (1982), con textos de Carlos Monsiváis.

Todas las carpetas tuvieron una impresión limitada entre 25 y 50 ejemplares máximo, por lo que “están diseminadas no solamente en México, sino fuera, entonces es extraordinario verlas reunidas aquí”, según indicó Alejandro Brito.

Si bien la carpeta “Trece maneras de mirar un mirlo” no se pudo conseguir en físico, se integra en el recorrido de manera digital. Asimismo, gracias a un QR, el público puede descargar el PDF de Toledo-Guchachi (que significa iguana, en zapoteco) donde la poeta Elisa Ramírez -quien fuera esposa del artista- recupera textos que hablan de la iguana y él los ilustra.

Una característica que hila el trabajo de Toledo, desde la perspectiva del director del Estanquillo, es la presencia del mundo animal, incluso en escenas religiosas, de la mano con un tono humorístico que muchas veces raya en lo sarcástico e incluso califica como “humor corrosivo”.

“Pero yo creo que Toledo no quería lanzar ningún mensaje, más bien jugaba mucho”, apuntó.

Además de estas series, Toledo, Acuña y Molina colaboraron para crear otras 12 piezas, entre grabados y litografías, entre los cuales destaca Libertad a Víctor Yodo (1978), realizado mediante diez tratamientos sucesivos de una sola placa.

“Como le pagábamos al pintor, al grabador, el papel, entonces no teníamos muchas de ellas. La del nuevo catecismo me lo prestó la prima del maestro, Beatriz. Y compré el Chilam Balam, no lo tenía, y algunas sí las tenía”, relató por su parte Armando Colina sobre la reunificación de obras.

Muestra
Toledo. Dos piezas más. (Eleane Herrera Montejano)

-¿Cuántas piezas tiene ahora en su colección?

“Todo está aquí”, responde y aclara que varias piezas de la exposición son préstamos.

En cuanto a los autorretratos, el coleccionista los tenía colgados en su recámara. Decidió compartirlos por primera vez para mostrar el profundo lazo de amistad que mantuvo con el artista oaxaqueño: una de las pinturas representa su alma animal, y la otra es su energía.

“Él me explicó que en los pueblos limpiaban la parte del frente de la casa cuando nacía un niño y veían qué animal había pasado, ese era el nahual y éste es mi nahual, según él”, sonríe.

Para Armando Colina, una de las cosas más importantes e innegables que hizo Toledo fue crear un lenguaje propio de su época.

“A mí me sorprendió mucho su creatividad eterna. Nunca se repite, siempre está buscando. Era realmente genial”.

Lo más relevante en México