“Es tan peligroso hablar con demasiada facilidad de la memoria y construir narraciones basadas en la memoria de unos … porque no son completas y la memoria está distorsionada siempre. Entonces es fundamental establecer reglas en el periodismo, para reconstruir hechos que no estén basados exclusivamente en la memoria única”, opina el periodista italiano Federico Mastrogiovanni.
En conversación sobre “Ayotzinapa y nuestras sombras: Mitologías de una desaparición forzada” (Grijalbo, 2024), el también escritor, traductor y académico, Premio Nacional de Periodismo 2021 -en la categoría entrevista- plantea algunas ideas sobre la memoria que acompañan las reflexiones del libro.
“La memoria es importante, pero engañosa, va cambiando en nuestra propia experiencia, sobre nuestra vida”, expresa.
Primo Levi, importante escritor sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz (Segunda Guerra Mundial) ya había advertido de los problemas de la memoria en los años 60.
“Está bien recuperar la memoria, pero es peligroso entregarse a ella para hacer una reconstrucción completa. Ahora, aquí pasa lo mismo, se tiene que recuperar la memoria, se tiene que trabajar sobre eso, pero a la vez no hay que cometer el error de entregárselo a la memoria de una o de otra parte”, considera Federico Mastrogiovanni.
En ese sentido, le parece que el trabajo periodístico radica en el entendimiento, un fenómeno que se compone de muchos aspectos, “incluso los que no nos gustan o con los que no estamos de acuerdo”, pues no se trata de dar un juicio, sino entender claramente lo que pasa.
Por ello, en este libro Federico Mastrogiovanni involucra distintas voces, contrastantes y que no están necesariamente de acuerdo entre sí, para hacer una labor de resignificación del decolorado e irresuelto episodio de la historia nacional en el que desaparecieron 43 estudiantes normalistas originarios de Ayotzinapa, Guerrero.
-El libro comienza con una dedicatoria a Aaron Bushnell, ¿por qué?
“Me impresionó enormemente esa escena, esa imagen porque ahí veo una tendencia a colocarse en un lugar de víctima, en general, para obtener un espacio de reconocimiento que que otorga poder, pero lo que hace Bushnell es lo único creíble, lleva eso al extremo a las últimas consecuencias, paga con la vida, es un auto da fe y es un llamado de atención brutal sobre algo que no se puede esconder, que no se puede tolerar y lo hace pagando en su vida de una manera pública”, explica Federico Mastrogiovanni.
Admite que para él quizás hubiera sido poco creíble una protesta distinta, pues le parece que un acto así sólo es posibles si llevado hasta las últimas consecuencias, “como una huelga de hambre de verdad, yo pongo mi cuerpo para que se transforme en un mensaje y para mi vida se transforma en un mensaje”.
“Me parece muy pertinente porque es también un llamado a la repolitización del discurso, se tiene que nombrar las cosas, se tiene que dejar de jugar con las ambigüedades y esto me pareció muy potente, no creo que me voy a olvidar esas imágenes”, detalla sobre la relación que encuentra entre la auto-inmolación de Aaron Bushnell y el caso Ayotzinapa.
-¿A qué te refieres con la “repolitización” y la relación con “el cuerpo”, que son preocupaciones de moda en la literatura latinoamericana…?
“Sí, pero no en ese sentido, que me parece un vaciamiento de significado y un abuso de un recurso de función… no, la repolitización para mí es la que se tiene que hacer para interpretar estos hechos, que es una de las construcciones míticas de las que hablo”, dice Federico Mastrogiovanni.
Desde su perspectiva, cuando tienes un acontecimiento que ha sido presentado como un evento aislado y extraordinario, eso que está “fuera”, está despolitizado, y colocar el evento en espacio mítico le quita contexto y razones políticas
“Un evento en el cual hay un conflicto, a partir de un malentendido de un camión robado y que tiene que ver con algo tan pragmático y bajo como el tráfico de drogas, no se entiende este evento si se coloca fuera de su historia, fuera de su contexto”, ejemplifica.
Desde su perspectiva, cuando se “re-politiza” un evento, se agrega un variable que no estaba.
“En este caso, la lucha de los normalistas es parte de un movimiento de lucha y viene de una historia. Solo si veo este aspecto entiendo cómo es posible que se les perciba como enemigos de estado que se tienen que matar. De otra manera, no se entiende por qué tanta crueldad, violencia y brutalidad”, señala.
“Son 60 años de represión de contrainsurgencia en el estado de Guerrero; 60 años de humillación por parte de las fuerzas armadas en contra los movimientos campesinos de los movimientos e indígenas, de los movimientos estudiantiles de las normales; una represión en contra de una lucha armada también”, agrega.
MITOLOGÍAS DE UNA DESAPARICIÓN
El libro fue publicado el año pasado, a 10 años de la desaparición forzada de los estudiantes normalistas en el estado de Guerrero, como un ejercicio periodístico de hacer un corte de información y cuestionamiento de toda las aristas del caso.
Una de las construcciones mítica en torno al caso de Ayotzinapa habla de estudiantes incapaces de hacer cualquier acto violento, “pobres víctimas, que solo eran hijos de campesinos que querían regresar y ser maestros rurales… o sea el paternalismo y la bondad, que por supuesto no es falso, pero ¿has visto cómo marchan y están organizados los ayotzinapos?”, destaca el periodista.
Entre los sucesos que desmienten ese imaginario, el año pasado sucedieron varias que se incluyeron en el libro, como el intento de entrar por la puerta del Palacio Nacional.
“Decían de inmediato que no son ellos, que son bloque negro; luego si resulta que sí eran ellos, entonces la acto siguiente fue decir ‘entendemos la razón de su enojo y de su frustración, pero no compartimos sus formas y nos deslindamos’ entonces para empezar, ¿tú quién eres para deslindarte? Es su lucha y deciden ellos de qué forma quieren luchar y asumirán las consecuencias y tú como organización, ¿por qué te tienes que deslindar? ¿Por qué tienes que decidir qué es legítimo o que no es legítimo como lucha? Lo que pasa es que has pasado años construyendo una idea un mito de los estudiantes buenos, puros, porque porque te tienen que caer bien, es importante para obtener apoyo, recursos, etc”, continúa el autor.
Más que una investigación sobre qué pasó, quién fue el responsable y quién fue la víctima, etc -que también está presente- el autor intentó ampliar la mirada sobre este evento para ver cómo ha afectado a la sociedad mexicana.
Desde su perspectiva, los aparatos discursivos y narrativos son importantes en nuestra formación de opiniones sobre el mundo, por lo que para este ejercicio buscó involucrar varias voces, de ámbitos como el cine, literatura y teatro y “se fue conformando una especie de diálogo a muchas voces”.
El libro contiene ilustraciones de los rostros de los estudiantes desaparecidos, realizados por Daniele Catalli.
Con esta publicación, Federico Mastrogiovanni hace un cierre de temas dolorosos y planea salir de este tipo de historias para contar también historias que lo hagan sentir alegría o diversión.
“El periodismo tiene que contar todos los aspectos de la vida y no es solo denuncia, Se va a seguir haciendo la denuncia, pero qué tal si yo me dedico también a hacer otras cosas y hablar de música o de comida y alguien más sigue?”, comparte
-¿Repolitizar la esperanza?
“Yo creo que sí, hay una parte de cinismo que desarrollas en este oficio, que te hace pensar que la esperanza es una tontería, pero si no, ¿para qué trabajas? No vas a cambiar las cosas, pero si tú y yo estamos platicando y he platicado uno a uno con varias personas hoy, algo quiere decir esto”, añade Federico Mastrogiovanni.