Las colecciones artísticas de los antiguos hospitales de Sevilla -centros de caridad que no sanaban sino a donde se iba a bien morir-, que desde este mes pueden verse en el antiguo noviciado jesuita de San Luís de esta ciudad española, reflejan cómo la beneficencia y la caridad fueron nutrientes artísticos del barroco.
La nueva colección museística -aún no reúne los requisitos administrativos para lucir la denominación de museo- abarca desde el siglo XVI hasta bien avanzado el XIX.
Está integrada por algo más de un centenar de piezas, en su gran mayoría pintura, procedentes de la colección artística de la Diputación Provincial de Sevilla, institución a la que pertenecen todos los enseres de los antiguos hospitales desde el segundo decenio del XIX.
El tema religioso domina todas estas obras de arte, quizás con la excepción de un retrato del XIX ejecutado por Valeriano Bécquer, de una rica mujer mexicana, Josefa Fraile, quien, huyendo de la independencia del antiguo Reino de México, recaló en Sevilla, donde no dejó descendencia pero sí cuantiosas donaciones a los hospitales de caridad.
El historiador Juan Luis Ravé, encargado de las colecciones de la Diputación y uno de los principales impulsores de esta nueva colección, aseguró a EFE que todas estas obras han permanecido cincuenta años almacenadas y la mayoría se exhiben por primera vez.
Si bien algunas han decorado algún salón de la propia Diputación o alguna entidad financiera sevillana o ayuntamiento.
Cumbres del barroco sevillano
La colección, destaca Ravé, reúne lo mejor de la escuela que fundaron en 1660 Murillo, Valdés Leal y Herrera El Joven en una parte de la actual sede del Archivo de Indias, con la idea de enseñar a pintar desnudos del natural, algo que entonces estaba estrictamente prohibido.
En las siete salas por las que se extiende el nuevo proyecto expositivo, en el conjunto que integra la Iglesia de San Luis de los Franceses y la Capilla doméstica, ambos recintos cumbres del barroco, puede comprobarse como la historia del arte sevillano durante casi cuatro siglos oscila entre el flamenco importado y la propia escuela sevillana, según Ravé.
Sobre la duración del periodo barroco en Sevilla, Ravé bromea con que en esta ciudad “lo que no es barroco es prebarroco o posbarroco”, como demuestran las copias o versiones de cuadros de Rubens hasta la larga estela dejada por Murillo, que alcanza casi hasta el siglo XIX.
Ravé, que asegura que el nuevo espacio expositivo se inspira en Museo de San Roque de Lisboa, que también agrupa las obras artísticas de los hospitales históricos de la capital portuguesa, subraya que la nueva colección incluye esculturas de Pedro Luque Cornejo y pinturas de Alonso Vázquez, Sebastián de Llanos y Pedro Núñez de Villavicencio.
Iconografía contrarreformista
También de Esteban Márquez de Velasco, a cuyos pinceles se debe la serie de los doce apóstoles que decoró la iglesia del Antiguo Hospital de las Cinco Llagas, una iconografía que forma parte de la lectura contrarreformista que distingue el arte barroco, según Ravé.
Con esa misma idea explica el historiador del arte la temática de la mayor parte de las obras y de los recintos hospitalarios a las que iban destinadas, la mayor parte de ellos, parroquiales, no poseían más de dos o tres camas: “si no podemos salvar los cuerpos, vamos a salvar las almas”.
De ahí que los ‘Ecce homo’ sean uno de los temas más recurrentes y que uno de ellos sea una exacta copia del mejor que dejó Murillo y que se conserva en el norteamericano museo de El Paso, mientras que otras obras son de profunda temática religiosa, debidas a pintores como Juan de Roelas, Alonso Miguel de Tovar y Domingo Martínez y Cornelis Schut.
Las vicisitudes que ha vivido la colección -su primer inventario se inició en 1936 y quedó malogrado dos meses más tarde por la Guerra Civil española- y el estudio de sus principales piezas quedará recogido en un catálogo de la Diputación.