![Novela](https://lacronicadehoy-lacronicadehoy-prod.web.arc-cdn.net/resizer/v2/U3AQDM4AGJENLAWTXBD4XBG5XU.jpg?auth=b3f62d52dc8644bbe69f6e3301f57a50aa8544e0ebc0be77e8a846bab76a6093&width=800&height=1066)
“Siento la furia bostezar” (Reservoir Books, 2024) no es un libro anti-enojo, pero sí reflexiona sobre las maneras en que lo cultivamos patológicamente como sociedad.
“Y está siendo claramente alimentado por las redes sociales, por esta manera en la que consumimos información a un ritmo completamente insostenible. No te puedes atascar de noticias de clips de 10 segundos y esperar acabar con una visión del mundo matizada”, indica el autor, Iván Cherem.
En conversación con Crónica, el novelista debutante opina que si alguien vive en una sociedad como la nuestra y no está muy enojado, una de dos, o está enterrando la cara en la arena “o tiene un callo muy insoportable”.
Por eso su narrador, a pesar de lo antipático y despreciable que puede llegar a ser, “al menos no tiene ese callo, que yo siento que caracteriza a los burgueses entre los que nací y con los que me rodeo”, comenta el joven escritor, sin tapujo alguno.
“Este sentimiento de ‘ay es que es un niño muy sensible’ a mí me tomó décadas decir ‘no, tal vez yo no soy un niño más sensible, tal vez ustedes son una bola de ojetes’, ¿ya sabes?“, continúa.
Lo salvaje del privilegio, redes sociales como aparatos mediadores de la realidad y la furia que inunda al individuo y a la colectividad son algunos de los temas principales en la ópera prima de Iván Cherem, quien aclara haber tenido en todo momento una intención literaria lúdica.
“Lo escribí en la pandemia, entonces estaba bien encerrado, bien aislado y eso siento que enmarca muy bien mi intención, pero sobre todo lo que yo quería era crear un libro divertido”, explica.
“Eso siempre ha sido para mí la base. La literatura tiene una profundidad muy especial, por eso somos lectores, pero siempre para mí empieza como un ejercicio de crear una historia divertida. Y no me da ni pena ni vergüenza decir que la literatura tiene que ser -antes que nada- entretenida”, manifiesta.
Asimismo, a Iván Cherem le parece que en nuestra época los narradores de historias en cualquier formato compiten contra los contenidos ilimitados y entretenidos de las redes sociales, que cuentan con medios sumamente adictivos.
“No siento que la respuesta debería de ser alejarse, crear un espacio de literatura y sobre intelectualizarlo porque el entretenimiento ya está, se está ofreciendo por medios mucho más adictivos”, plantea.
“Tenemos que tomarlo como un reto. ¿Cómo vas a hacer que un lector se sienta atrapado por tu libro de forma que no tenga ganas de agarrar el celular cuando vibra a su lado? Y siento que está sucediendo lo puesto, los escritores están empezando a escribirle a un círculo muy selecto de lectores y la conversación se empieza a cerrar”.
![Lectura.](https://lacronicadehoy-lacronicadehoy-prod.web.arc-cdn.net/resizer/v2/WUR2UOBXJJC6ZKVLN76WMT4IDM.png?auth=99ce2c8c6b52b3a06d8325e1d6dc191e510d8290149325831b4b3376daaba91b&width=800&height=1000)
-¿Cómo fue tu proceso de publicación para esta primera novela?
“Pues me tomó más o menos 2 años escribirla, en año y medio ya tenía el manuscrito inicial y tuve la enorme suerte de que mi mamá sea escritora”, relata.
Una parte del proceso de escritura lo libró gracias al apoyo de un taller con Beatriz Rivas, a quien describe como una tallerista con un gran talento para destilar textos.
Gracias a ese trabajo conjunto, Iván Cherem descubrió que el proceso de escribir necesariamente es algo solitario, pero el proceso de publicar es completamente comunitario y en equipo.
“En la industria [editorial] la norma es que un escritor trabaja por 2 años en un manuscrito y luego lo manda y no es que lo rechazan, es que nadie lo lee”, expone sin ánimo de culpar a los editores que muy a menudo están rebasados de trabajo.
“A través de los contactos de mi mamá logré mandarlo y mi libro fue dictaminado. De hecho, es mi segunda novela, la primera fue rechazada en este proceso y ahora estoy muy feliz de que fue rechazada”, ahonda.
“Me tocó un editor muy excepcional que desde el principio tuvo una visión general del proyecto que yo nunca hubiera podido tener porque estaba demasiado cerca, pero él tuvo esta distancia y fue un diálogo que llevó a quitar muchas de las peores partes y a resaltar las mejores. Ahora estoy con Reservoir, me siento muy afortunado, una editorial superchida que toma riesgos, que publica escritores jóvenes”.
BOSTEZO DE FURIA
El autor identifica la existencia de una tradición literaria de narradores antipáticos, en la que desea inscribirse.
Un personaje medio deprimido, constantemente enojado y a punto de morir protagoniza la historia.
Además, ese personaje asesinó a una mujer porque el ruido de su aspiradora lo desquiciaba. Sin embargo, gracias al apoyo de la comunidad judía a la que pertenece y el dinero de sus padres se va a esconder en Israel.
“En cuanto al elitismo sí tengo una intención muy consciente: crear un narrador pretencioso y fue una de las cosas más difíciles de lograr en el libro porque lo pretencioso en la literatura, al menos para mí, puede ser de las cosas más repugnantes”, elabora el escritor.
Para él sería muy fácil simplemente no retratar la pretensión en el mundo intelectual en el que vivimos “y eso también estaría muy mal porque es una de las marcas definitivas de nuestro ambiente intelectual”.
Encontrar el punto medio entre ojo crítico y elitismo para el tono concede al relato una tensión en la que el autor se cuida de no caer ni en la apología de la violencia, ni en la redención moral.
-Uno de los temas que abordas es la escritura terapéutica, ¿cambió algo con el ejercicio de poner todo esto en palabras?
“Sí hubo un cambio enorme, pero no creo que se dio a través de la escritura del libro. Esta idea de la catarsis yo siento que es completamente una fantasía. En todo caso existe como lector, cuando encuentras que alguien le dio palabras a un sentimiento que tú llevas atorado, eso sí existe, pero para mí este ejercicio de meterme de todas las mañanas en este personaje que le llega a mis inseguridades más profundas, no tuvo nada de catártico, incluso fue lo opuesto”, responde Iván Cherem.
“Cuando lo terminé sentí un alivio enorme de poder distanciarme otra vez de este personaje; y no es su enojo individual, a través de él debería de salir el enojo que como sociedad claramente hemos empezado a cultivar de una manera patológica”, apunta.
¿QUIÉN ES EL AUTOR?
Iván Cherem nació en la Ciudad de México en 1993. Estudió Filosofía y Ciencias de la Computación en la Universidad de Tufts y ha trabajado como ingeniero de software en varias empresas de tecnología en San Francisco. Hoy se dedica a escribir cuentos, ensayos y novelas.