Cultura

La exposición busca que el visitante se enfoque más en las obras que los autores, algo complicado porque son los artistas fundamentales de la Escuela Mexicana se encuentran Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, María Izquierdo, Alfredo Zalce, Olga Costa y José Chávez Morado

“Bajo el mismo México…”, una relectura y reescritura de la historia del arte nacional en el Kaluz

Museo Kaluz
Exposición. “·Los abogados”, de Alfredo Zalce. (Archivo)

La muestra “Bajo el mismo México. Las colecciones Kaluz y Juan Coronel Rivera 1921-1973” pone el énfasis en la pintura por encima de los autores que integran estas dos colecciones privadas.

“El título de la exposición marca el diálogo que el Museo Kaluz emprende con las grandes colecciones de arte mexicano”, expresa Miguel Fernández Félix, director del Museo Kaluz. La muestra se puede visitar a partir del 8 de febrero, en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo, y hasta septiembre de este año.

En recorrido, el director destaca que la muestra está compuesta por más de 90 obras que abarcan desde 1921 hasta 1973 para mostrar a los escritores consagrados como los que no entraron al gran cánon y desaparecieron de la historia.

Asimismo, advierte que durante el recorrido no hay cédulas o largos textos explicativos, más que al inicio de la sala.

La idea de esto, según señala el curador Raúl Cano Monroy, es que la gente se enfoque más en la pintura que en los nombres de los autores.

Aun así, cabe destacar entre los artistas fundamentales de la Escuela Mexicana se encuentran Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, María Izquierdo, Alfredo Zalce, Olga Costa y José Chávez Morado, así como nombres de artistas menos conocidos, algunos de los cuáles no se exhiben en el país desde los años 50s.

La muestra se organiza en ejes temáticos: Paisaje rural, urbano y arquitectónico, Costumbrismo rural y urbano, Naturaleza muerta y Entre la pintura metafísica y surrealista, a modo de mostrar las similitudes y diferencias entre artistas que trabajaron esos arquetipos.

De acuerdo con el historiador de arte Raúl Cano Monroy, una de las intenciones más ambiciosas de la muestra es la relectura y reescritura de la historia del arte mexicano y poner hombro con hombro a otros artistas que estuvieron activos en la Escuela Mexicana de Pintura.

Museo Kaluz
Exposición. “Florero”, de Olga Costa. (Archivo)

“Que se tiene que hacer. Esta exposición quiere ser pionera en mostrar que la Escuela Mexicana de pintura hay muchísimos más artistas que ya sea porque por decisión propia o porque en su época las críticas no les favorecieron o no los tomaron en cuenta, quedaron olvidados en los análisis de la historia del arte pictórico mexicano”, reitera.

Algunos de dichos artistas que merecen un estudio más profundo son Emilio Baz Viaud, Amador Lugo, Rosendo Soto y Celia Calderón.

Asimismo, en la muestra se incluyen a los exiliados españoles que se unieron al movimiento mexicano, como José García Narezo, Antonio Serna, Antonio Rodríguez Luna y Mary Martin, entre otros.

El punto de partida es la década de los años 20, “porque en 1921 se da el nacimiento del muralismo, que dio como resultado esta vanguardia, y que pasó también al grabado, a la fotografía, a la pintura, a la escultura, pero en este caso tiene más bien una orientación hacia lo pictórico”.

“Hay muchas piezas faltantes en la historia y aquí es un primer avance, intento de que más adelante haya más investigaciones y se sigan rescatando artistas”, ahonda.

Museo Kaluz
Exposición. “Cabeza”, de David Alfaro Siqueiros (Archivo)

BAJO EL MISMO MÉXICO.

En la primera sala se presentan algunas piezas representativas de lo que será el recorrido por la muestra. Luego viene una instalación de videos de los Coleccionistas explicando las ideas bajo las cuales conformaron los acervos que conforman esta exposición, de manera que establezcan un diálogo directo.

Inmediatamente, en la segunda sala, dedicada al Retrato y Autorretrato comienza la experiencia más emocionante: el rostro de Lupe Marín (s/f) hecho por Rosario Cabrera, Ruth Rivera (1949) pintada por Diego Rivera, María Izquierdo (1954) bajo el trazo de Lauro López, el Dr Jaime Torres Bodet (1925) por Manuel Rodríguez Lozano; y los autorretratos de Adolfo Best Maugard (1950) y Gustavo Montoya (s/f)

“Algunos artistas y retratos son de gente que conocieron y hay algunos que son simples idealizaciones”, detalla Raúl Cano Monroy sobre las piezas que se encuentran en esta sala y observa que entre los personajes retratados y los pintores existen relaciones que dan una dimensión de “retrato familiar” al conjunto de la selección.

“Se buscaron lazos comunicantes entre todas las obras; se trató de que tuviera una forma lineal, no histórica o cronológica porque son de distintas décadas, pero dentro del periodo de 1921 a 1973 que sí tuvieran similitudes o analogías que dieran diferentes puntos de unión”, indica.

A continuación, la sección dedicada al paisaje contrasta la dimensión arquitectónica de vistas de ciudades urbanizadas con la ruralidad.

En la sección de costumbrismo sobresalen personajes que dan la espalda al espectador, así como la sociedad les da la espalda a ellos. También aparecen los motivos simbólicos de la identidad mexicana, como elementos de la composición así como en gestos y temas que se abordan

Museo Kaluz.
Exposición. “Retrato de María Izquierdo”, de Lauro López.. (Archivo)

La exposición concluye con la parte metafísica, que establece conexiones entre la Escuela Mexicana de Pintura y el surrealismo.

“En 1940 con la exposición internacional de surrealismo permeó esta influencia de lo metafísico y lo surrealista en la pintura mexicana”, comenta el curador.

Símbolos y paisajes desolados entre los que destaca, literalmente, una concha pintada con relieve.

Se trata de “El gran caracol” (1949) del español José García Narezo, quien fue amigo de Dalí. “Los artistas de la escuela mexicana lo consideraban un artista mexicano, a pesar de su origen español. Estuvo en las dos en las dos tendencias y en ambas fue aceptado totalmente, por ejemplo, en él vemos también una reacción de interpretación de la escuela mexicana y siempre se consideró mexicanista”, apunta Raúl Cano Monroy.

“Él agarró todas las características de la escuela mexicana para vertirlos en un surrealismo de un surrealismo netamente mexicano”, agrega.

Este cuadro dialoga con “Nopales” (1958) de Macrina Krauss, rodeados de piezas evocativas de sueños y apariciones de caballos.

Por otra parte, el recorrido se acompaña de estaciones interactivas diseñadas para las infancias y visitas familiares. En estas estaciones se completan actividades, como rompecabezas que permiten entender distintos elementos de la pintura. Por ejemplo, a través de ellos se explica lo que compone un “paisaje” o “un retrato” y se complementa con una bitácora que pueden ir llenando conforme se avanza.

Asimismo, en las paredes de las salas hay algunos dibujos escondidos que funcionan como un rally.

De acuerdo con Paulina de la Paz Egea, curadora en jefe del Museo Kaluz,el propósito es profundizar y contextualizar la muestra de manera didáctica.

Para más información visita la página oficial del museokaluz.org así como sus redes sociales.

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