Chapultepec fue uno de los primeros conos volcánicos de la Cuenca de México, antes de que la formación Chichinautzin la cerrara, hace 700,000 años, propiciando la aparición de una serie de lagos. Esta elevación quedó a la orilla de uno de ellos, convirtiéndose a la postre en un lugar de habitación y culto para las diversas culturas que se asentaron en esta región.
A raíz del reciente descubrimiento de vestigios de un muelle y un canal, del que debieron arribar y partir canoas rumbo al lago de Texcoco, en el periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.), la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), María de Lourdes López Camacho, impartió una conferencia sobre la relación intrínseca del “cerro del Chapulín” con el agua.
En la conversación virtual, impartida en el marco del 60 aniversario del Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carlos Slim, indicó que, para comprender la presencia de estos y otros restos materiales en la zona, hay que retroceder más de 5 millones de años, a finales del Terciario, cuando el área que hoy conocemos como Chapultepec terminó de formarse, al igual que el Peñón de los Baños, Zacatépetl y Tlapacoya.
Pasados algunos millones de años, en el Pleistoceno, la sierra del Chichinautzin propiciaría un exuberante medioambiente que atrajo a la megafauna: “Imaginarnos que a las orillas de un gran lago prehistórico, en el actual cruce de las avenidas Circuito Interior y Paseo de la Reforma, deambularon mamuts, caballos, pecaríes, ciervos de la montaña, bisontes…, cambia radicalmente nuestra idea de Chapultepec”, expresó la arqueóloga al referir el hallazgo de restos de estas especies durante la construcción de la Subestación Eléctrica Diana, entre 2014 y 2015.
De acuerdo con la directora del proyecto “Manantiales y cajas de agua en el Bosque de Chapultepec”, debido a la variedad de fauna y flora, y a los manantiales que nacían en sus faldas, este lugar a la orilla de la zona lacustre fue asiento de grupos humanos desde el periodo Preclásico (2500-400 a.C.).
Sin embargo, su importancia no solo radica en su larga ocupación, sino en su posesión; “el interés por obtenerla era, primordialmente, religioso y económico; los grupos asentados en la Cuenca de México se beneficiaron de los recursos de esa elevación y pelearon por ellos.
“Cuando los mexicas se convirtieron en el grupo dominante de la cuenca, a la cual llegaron como migrantes, marcaron este suceso como el año 0 de su historia oficial. En sus narraciones mencionan que Chapultepec estaba desocupado cuando decidieron radicar ahí, en el año 11 Caña (1294 d.C.), pero no es cierto, el cerro tenía una larga ocupación”, abundó López Camacho.
Acerca de las obras hidráulicas, la especialista de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH explicó que, en el bosque, existió un complejo sistema de canalizaciones, edificadas en varios periodos, como se ha identificado mediante excavaciones arqueológicas.
Por ejemplo, en 2018, se localizó parte del acueducto prehispánico en el área denominada “La hondonada”, al pie del cerro, fuera de la poligonal del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec. Su sistema constructivo se conforma de piedras de basalto gris, negro y rojo, bloques careados, unidos con un aglutinante de color blanco grisáceo, el cual contiene partículas de arena roja.
Para la época virreinal, sobre ese caño original, se construyó un acueducto de medio punto, típicamente europeo, el cual, para 1628 contaba con 900 arcos. Tiempo después, se amplió con 108 arcos más, provenientes del Molino del Rey. Si bien se encuentran fragmentos de este tipo de canalización en todo el bosque, los tramos más visibles son los que están en el lado norte del cerro de Chapultepec y al interior del Complejo Cultural Los Pinos.
En la actividad académica, la cual fue moderada por el director del CEHM, Manuel Ramos Medina, López Camacho también comentó la existencia de un acueducto de bóveda cerrada, enterrado bajo el andador que cubre el antiguo camino del Colegio Militar, al norte de las oficinas de la Dirección del Bosque de Chapultepec; dicha canalización se adentra en la zona de “La hondonada”.
A su vez, desapercibidos para los transeúntes del bosque, entre las hojas y el pasto, en distintas áreas se asoman canales a ras de piso, de diferentes épocas, como da cuenta la variabilidad de materiales: piedra y argamasa, basalto y argamasa; ladrillo, basalto y argamasa; lajas de andesita y argamasa, o ladrillos y cemento.
La experta del INAH concluyó que, con este acercamiento a la labor arqueológica, se invita a repensar lo que era la región del Bosque de Chapultepec en el pasado, y a reflexionar sobre cuánto falta todavía por descubrir en él.