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La tecnología existe y “no podemos dejársela toda al capitalismo”, se enardece el artista francoalgeriano, Kader Attia.
Recientemente, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (Muac), el artista inauguró la exposición “Un descenso al Paraíso” que sintetiza varias de sus perspectivas en torno a la dupla colonialidad-modernidad.
“Yo creo que tenemos que ver más allá del capitalismo, porque el problema de la tecnología de hoy es que está en las manos de un capitalismo neoliberal-libertarien [libertario], eso es un veneno, voilà”, comenta en un ‘frañol’ impecable, que a ratos mezcla con inglés, en aras de abarcar todos los conceptos que nos interesan en la entrevista.
“You know for me it was very important because j’aime la technologie, je suis pas du tout technophobe [Sabes, para mí esto es muy importante porque me gusta la tecnología, no soy para nada tecnófobo]”, señala.
Kader Attia parece un conversador entusiasta. Expresar una idea no parece parecerle suficiente sin el contexto adecuado y aprovecha la diversidad de idiomas que maneja para profundizar en lo que ya son profundizaciones sobre cultura política, espiritual y artística actual, así como crítica, asombro, trauma, estética, academia y experiencia poscolonial.
“Yo programo, escribo códigos, conozco la tecnología y es porque la conozco que me parece importante crear cosas con la tecnología, para no dejarle solamente al capitalismo el poder de la tecnología”, reitera sobre su amor a las herramientas digitales.
BAJAR AL CIELO
La principal intención que Kader Attia manifiesta con esta exposición es ahondar en formas de cohabitación, formas poéticas y formas de utilizar inteligentemente la ciencia y herramientas de la modernidad.
La curaduría de Cuauhtémoc Medina y Alejandra Labastida considera que la obra de Kader Attia es una lectura teológica-política de la idea de modernización.
El título de la exposición se inspira de Dante, quien al inicio de su famosa comedia (“La Divina Comedia”) habla del “descenso al infierno” -con lo que se acuña la noción de que el infierno está abajo, así como muchas otras de nuestras nociones sobre la distribución geográfica del concurrido destino católico.
Lo pizpireto es que aquí el descenso se hace al paraíso.
“A mí lo que me interesa es hablar de la manera en que la modernidad ha dado una idea de felicidad a través de la explotación del ser humano. A menudo pensamos que la modernidad es progreso, y de hecho sí hay progreso, hay aspectos positivos para la mejoría de la vida humana en la modernidad; al mismo tiempo, la modernidad es eclavitud, colonización, una violencia inimaginable contra los pueblos que no se consideran dentro de dicha modernidad”, explica el artista
“Et donc, mi trabajo intenta mostrar los puntos ciegos de la modernidad, tu vois?”, continúa.
Como suele hacer, Kader Attia concibe esta exposición en 3 partes. Empieza con una crítica a la modernidad, con sus aspectos positivos y negativos; luego se atraviesan los fantasmas de la conquista y del impulso creador científico.
“Quiero hacer una especie de update de todas mis preguntas porque creo que vivimos en una normalización de crímenes fuera de las normas que perpetran sistemas de gobierno europeos y de occidente sobre otros mundos y otras personas”, indica.
Para él, una de las maneras de no aceptar esa normalización es intentar volver a una experiencia intelectual y artística, y le parece importante tener esta exposición en un Museo Universitario, por sus posturas críticas frente a la formación de opinión pública en la actualidad.
“Me parece que los lugares de arte, de exposiciones, son quizás los últimos lugares donde todavía los humanos se pueden encontrar de manera física para, sin necesidad de hablar, intercambiar sensaciones”, considera.
En ese sentido, apunta que en francés existe un concepto llamado “individuation” [individuación] que pone en valor la cualidad activa del ser humano.
“Nuestras reacciones, comentarios, críticas y afectos en torno a las piezas de arte van a dejar rastros que continúan, a largo plazo, produciendo un individuo colectivo”, continúa, en referencia a los estudiantes que verán sus obras y cuyo imaginario será influenciado por la experiencia.
En el recorrido sobresale “Continuum of Repair: The Light of Jacob’s Ladder [Continuo de reparación: La luz de la escalera de Jacob](2013), escultura-arquitectura de libros.
Son cuatro paredes de estantes metálicos que acumulan pilas de libros varios. Unl despliegue enciclopédico que se erige como ciudadela de la información físicamente acumulada en decenios mediante letra impresa.
Al interior, el artista construyó un gabinete circundado por una vitrina, iluminada con libros e instrumentos de la historia de la ciencia occidental. A un lado, una escalera de biblioteca permite al espectador contemplar el abismo de la multiplicación al infinito: mediante un juego de espejos en el techo y el interior del gabinete se vislumbra una biblioteca que conecta el inframundo con el mundo celestial.
![Muestra.](https://lacronicadehoy-lacronicadehoy-prod.web.arc-cdn.net/resizer/v2/4TAZLEHEFRAK7OUXRUWUM5TOMU.jpg?auth=017b5235e7e81574b1c38976d29b8395ddc280e3bd4a94c6aaab76e507baeca9&width=800&height=1075)
-¿Qué tanto investigas y qué tanto intuyes tus obras de arte?
“Pienso que la creación de una obra no siempre la decide el trabajo del artista. Es como si tuvieran que citarse muchos tipos de energía en el momento de creación, entonces hay que tener intuición. Hay que intuir sin temer los errores, hay que ver en los errores algo que surge de una especie de metafísica”, responde.
Además, siempre hay un minucioso trabajo de investigación porque le interesa utilizar el imaginario simbólico de elementos para producir sensaciones en los espectadores, pero en algún momento “uno se cansa, dejas los documentos y no logras crear diálogo entre las imágenes y los símbolos y mezclas todo al azar y lo dejas en paz”.
“Al día siguiente regresas con un ojo nuevo y encuentras que en tu mezcla, de manera completamente fortuita, hay algo interesante. Ahí, la aíslas, ahí tomo una foto y luego veremos… como quiera es extraordinario porque la cuestión de la creación también supone un diálogo con una entidad abstracta, que está en la nada y es como sacar una forma que se resiste a salir de la nada”, agrega.
ASISTE.
“Un descenso al Paraíso” se puede visitar hasta el 4 de julio del 2025, en la Sala 9 del Muac (Av. Insurgentes Sur 3000, C.U., Coyoacán, CDMX). Los horarios son de miércoles a domingo de 11:00 a 18:00 horas y se permite entrar hasta media hora antes del cierre.
Esta exposición recibió el apoyo de Trampoline, asociación de apoyo a la escena artística francesa, París. Se acompaña de una publicación “Kader Attia. Un descenso al Paraíso” escrito por el mismo Kader Attia, Cuauhtémoc Medina y Rolando Vázquez, en español e inglés, que puedes adquirir en la tienda del Museo.
Para más información visita la página web y redes sociales de muac.unam.mx