Cultura

La muestra embarca al visitante en un viaje por toda la vida del pintor noruego

La National Portrait Gallery celebra la vena retratística de Munch en una exhibición única

Muestra
La National Portrait Gallery celebra la vena retratística de Munch en una exhibición única Una mujer contempla este miércoles uno de los cuatros de Edvard Munch (1863-1944) en una exposición en la National Portrait Gallery de Londres titulada "Edvard Munch Retratos". (G. Garrido/EFE)

La National Portrait Gallery de Londres dedica un espacio exclusivo a la faceta retratística de Edvard Munch (1863-1944), con una exhibición inédita en el Reino Unido, que embarca al visitante en un viaje por toda la vida del pintor noruego.

Uno de sus primeros autorretratos (1882-1883), en óleo sobre cartón, que muestra a un artista joven, ataviado con una cazadora marrón y una camisa blanca, da la bienvenida al público a ‘Edvard Munch Retratos’ hasta el próximo 15 de junio.

“Se definía a sí mismo como anatomista del alma”, introduce la comisaria de la muestra, Alison Smith,a EFE, a pesar de “captar la apariencia externa, la vestimenta… (en sus retratos) quería ahondar más allá para revelar pasiones, emociones e impulsos subyacentes”.

Este ‘leitmotiv’ está presente en los más de cuarenta lienzos y obras elegidas en este inédito acercamiento al autor de ‘El Grito’ de la pinacoteca londinense.

Durante su trayectoria, instruye Smith, la técnica varió: “Pinceladas muy espesas, otras veces las diluía, y aprovechaba elementos del entorno para sacar a relucir algo accidental o inesperado del retratado. Siempre preocupado por la psicología interna de sus retratados”.

Familia, amigos y mecenas

La exhibición está dividida en cuatro secciones: familia, compañeros bohemios, mecenas y amigos, en un recorrido introspectivo por la prolífica creación del noruego.

De sus albores destaca ‘Atardecer’ (1888), prestado por el Museo Nacional Thyssen, un ejemplo de simbolismo al retratar a su hermana, Laura, antes de ser hospitalizada por esquizofrenia el resto de su vida.

Munch captura algo de ello, sostiene Smith: “La muestra aislada, en el lado izquierdo de la composición, sin conectar con el mundo que la rodea, ni con la belleza de la naturaleza.”

Edvard llegó a ser uno de los artistas más exhibidos en Europa a principios del siglo XX.

“Conoció a muchos escritores, artistas e intelectuales, también gente de negocios, derecho y medicina. Todos ellos contribuyeron a establecer su fama y reputación”, como refleja la exposición, expone la experta.

Uno de los más significativos es el retrato de Hans Jaeger (1889), escritor político anarquista al que admiraba y con quien mantenía una relación de amor-odio.

En el cuadro un hombre descansa en un sillón azul y hay un vaso apoyado en una mesa. Lo pintó tras ser Jaeger liberado de prisión, donde ingresó por “publicar una novela esencialmente pornográfica y blasfema”, explica la comisaria.

Munch le respetaba tanto como desconfiaba, y “no quería caer bajo su influencia al sentirle peligroso. Eso refleja la mesa, (que ejerce de) barrera entre el artista y el retratado.”

Comprometido, activo y prolífico, el noruego fue casi víctima de su éxito al considerar a “sus obras como sus hijos; eso lo llenaba de ansiedad y preocupación, por lo que sufrió bastantes problemas de salud”.

La astucia de rodearse de personas fuertes y estables, además de ser entusiastas del arte, le insufló equilibrio, a juicio de Smith, porque éstos “le promovieron como un icono nacional y también como un artista marginal, alejado de la corriente dominante. Un pintor moderno único”.

Lo más relevante en México