
Más de 130 años después del caso que cambió la historia de Francia y que dio alas al antisemitismo en Europa, una exposición en París recuerda a Alfred Dreyfus, el capitán francés judío acusado falsamente de alta traición y encarcelado durante cinco años, como un símbolo moderno de la verdad.
El Museo del Arte y la Historia del Judaísmo de la capital francesa alberga desde esta semana la muestra, titulada ‘Alfred Dreyfus. Verdad y justicia’, veinte años después de la última exposición dedicada a este caso judicial y político, que dividió y conmocionó a la sociedad francesa.
Con una fuerte ambición estética e histórica, la exposición presta más atención al contexto histórico, con el influjo ultranacionalista de la época, y tiene como novedad la voz del personaje en primera persona contando su historia como hilo conductor.
“Le damos una nueva dimensión a Dreyfus, tanto histórica como humana”, explica Isabelle Cahn, una de los comisarios de la exposición, en conversación con EFE, en la que añade que en estos veinte años han conocido más detalles sobre las “maquinaciones” detrás del caso y sobre su primer abogado.
Estos nuevos documentos forman parte de los sesenta escritos de la colección que, junto con los objetos y las obras de arte, suman 250 piezas procedentes tanto de su propio archivo como del Museo de Orsay y, en menor medida, de los Archivos Nacionales, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo del Ejército o el Museo Carnavalet.
Este museo recupera este caso, que fue uno de los gérmenes del movimiento sionista, en momentos en el que el antisemitismo ha ganado fuerza, en Europa y en Francia, debido a la campaña militar de Israel en Gaza tras los atentados terroristas de Hamas de octubre de 2023.
En primera persona
A lo largo de una docena de salas, Dreyfus relata su vida de forma cronológica e intercalada con el contexto de una República francesa debilitada tras la derrota en la guerra franco-prusiana y a las puertas de la Primera Guerra Mundial.
El militar judío, que nació en la región de Alsacia, cedida a Alemania en el Armisticio de Versalles, quiso mantener igual que su familia la nacionalidad francesa y se enroló en el Ejército por un ferviente sentimiento patriota.
En 1894, un consejo de guerra lo declaró culpable de espionaje a favor de Alemania, en un proceso judicial repleto de irregularidades incomprensibles sin tener en cuenta el movimiento nacionalista, racista y antisemita que crecía en Francia y en los países europeos a finales del siglo XIX.
En un cartel de las elecciones legislativas de 1889, cinco años antes, que forma parte de los cerca de 250 objetos y documentos expuestos, se puede leer una de estas consignas antisemitas que proliferaban en la Francia de la época: “Los judíos solo son grandes porque estamos de rodillas”.
“Evocamos el contexto histórico de antisemitismo de finales del siglo XIX, que es un antisemitismo racial”, incide Cahn.
La exposición recuerda que este caso fue uno de los motivos que llevaron al periodista austríaco Theodor Herzl, que siguió el juicio, a impulsar el concepto del sionismo, la creación de un Estado judío en Palestina.
Antes de ser recluido en la Guayana francesa, Dreyfus fue despojado de los galones e insignias de su uniforme de oficial en una ceremonia humillante en el patio de armas de la Escuela Militar, ante los ojos del público y de los lectores de la prensa, cuyos ejemplares originales se pueden visitar en la exposición.
A pesar de que ni el propio Dreyfus ni su familia dejaron de reivindicar su inocencia y de pedir que se reabriese el caso, no fue hasta la absolución del verdadero culpable de traición, el comandante de origen húngaro Ferdinand Walsin Esterharzy, que se desencadenó una fuerte reacción de los intelectuales franceses y de la opinión pública.
En enero de 1898, el escritor Émile Zola publicó en el diario L’Aurore una carta al presidente de la República, Félix Faure, en la que denunció la confabulación de la institución militar para acusar al militar judío en base a pruebas falsas que luego encubrieron para lavar su imagen.
En la exposición, que estará abierta hasta julio, se presenta un ejemplar original de esta famosa pieza de Zola, titulada “J’Accuse” y que desencadenó, tras vender más de 300.000 copias, todo un campo de batalla en la opinión pública francesa con ‘dreyfusianos’ y ‘antidreyfusianos’ confrontándose en la prensa, la literatura, las calles y los carteles populares.
Aunque finalmente el presidente amnistió a Dreyfus y se reinsertó en el Ejército francés, la mayor preocupación del militar siempre fue el daño que había sufrido su honor y el recuerdo que quedaría de su nombre, ya que la falsa etiqueta de “traidor” no le abandonó.
Hoy, en un clima de posverdad y noticias falsas, este museo de París recuerda el impacto del caso Dreyfus en el cine y el imaginario popular, y refleja el peligro y el alcance de las mentiras que, impulsadas por ideas de odio, siguen resonando en el presente.
“Dreyfus fue acusado de traición sobre todo porque era judío”, reitera Cahn.