Cultura

Narra la historia de mi padre Hassan, quien llegó a los 18 años a México y cambió su vida, añade el escritor

Hissam Abdala presenta su novela “El cedro y la flor”

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Libro. El escritor Hissam Abdala Majamad. (Adrián Contreras)

Cuando mi padre Hassan Abdala llegó a México, le dijeron en Veracruz que si se llamaba José le iba a ir mejor, cuenta el escritor Hissam Abdala Majamad en la presentación de su novela “El cedro y la flor”.

El libro narra la historia de Hassan, un joven libanés que al subir al barco desde el Líbano tenía 17 años y al arribar a México ya había cumplido los 18 años. Así, comienza una aventura que con mucho esfuerzo y más trabajo cambia los derroteros de su vida.

Ese día que llegó era el 18 de marzo de 1911, tiempos de la Revolución Mexicana, y Hassan huía del reclutamiento obligado que intentaba el ejército turco. Iniciaba una nueva vida alejado de su tierra y familiares.

Y para comenzar la presentación de la novela, Hissam Abdala recuerda cómo fue la construcción del libro. “Un 9 de marzo de 1973, mi padre murió porque no conseguimos un doctor. Eran los días del carnaval de Veracruz y los médicos estaban de fiesta. Le tomé la mano, ya fallecido, y le dije: Padre, te prometo escribir tu historia y fue hasta 50 años después que pude escribirlo y me lo publica la Editorial Planeta. Me demoré ese tiempo porque el dolor me inundaba”.

LA HISTORIA.

Hissam Abdala dice que aún se sorprende cómo un joven de 18 años que no sabía hablar español, que no conocía el chile jalapeño, ni la tortilla, ni el frijol negro, pudo sobrevivir en un país que no es el suyo. ¿Y cómo es posible que finalmente triunfara? De eso trata el libro, explica, de relatar el esfuerzo de mí padre y mostrar la receta que tuvo para crecer y que me la enseñó: la disciplina, el orden, el respeto y mucho trabajo. No tenía ni sábados ni domingos ni días festivos.

Entonces, Hissam hace una pausa y recuerda que si había un día festivo: “No somos católicos, pero celebrábamos el 24 de diciembre con una cena. Esta fecha me recuerda algo de ese hombre, Hassan, que voy a comentar: era demasiado fuerte. Tenía las manos más grandes que he visto en mi vida y hacía un acto de fortaleza. Cada 24 de diciembre se colocaba cuatro nueces en la mano derecha y luego la cerraba y rompía las cuatro nueces”.

De esta característica de fuerza de su padre, Hissam contaría otras anécdotas, y una más acerca de su recio carácter y voluntad de hierro. De esta manera, recordó que un día, en el rancho que tenía en Veracruz, alguien se quería meter y lo fue a ver y le dijo: “Te quieres meter al rancho. ¡Ah!, Entonces ve por tu pistola, aquí te espero. Nunca regresó”.

Hissam Abdala también evocó la solidaridad y buen espíritu de su padre y así contó que un día un día un señor le dijo:

“Oiga don José, me voy a ir de su rancho y vengo a darle las gracias”.

A lo que mi padre respondió:

¿Cómo te vas a ir así nada más? Tengo que darte dinero para que te vayas. Porque si no te lo doy, son puntos malos para mí.

Fueron, explica, sus ejemplos de la vida cotidiana que me han formado. En este punto, Hissam señala que todas esas enseñanzas son las que recibí de mi padre y de mi madre. En mi siguiente libro voy a hablar de la transformación de mi mamá, después de muchos años, en qué se convirtió y su muerte a los 46 años.

“Voy a hablar de su figura. Ella fue una paisana que llegó a México, después que mi padre la conoció y se volvió loco por ella. Una mujer guapísima, una mujer por dentro hermosísima, por eso mi padre se casó con ella y se la trajo de Líbano”.

Y en este segundo libro, que ya está terminado y aún no tiene título, añade el escritor, ya está en la imprenta para seguir el trabajo de corrección, pero saldrá dentro de poco.

“Se trata de una novela narrada a dos voces, algo muy riesgoso, porque a lo mejor el lector no entiende el texto y de qué se está hablando”.

Al respecto, Hissam cuenta que el trabajo que lleva a cabo con esta segunda parte, es corregir y seguir corrigiendo y seguir corrigiendo. “Yo corrijo cada párrafo, veo donde pongo la parte fuerte del párrafo, al principio, en medio o al final”.

Sobre esto, el escritor recordó una frase del poeta israelí, Amos Oz, quien decía que una obra de 80 mil palabras requería 250 mil decisiones. “Mi libro tiene 86 mil palabras y me llevó cuatro años de trabajo escribirlo”.

Porque, dice, el trabajo del escritor, sea en narrativa o poesía, no es fácil, “pero hay algo más difícil que escribir. ¿Saben qué es?, que a lo largo de tu vida te conviertas en un mejor ser humano, eso es lo más difícil. Encima de cualquier actividad a la que te dediques, una persona decente, una persona que da ejemplo a sus hijos, una persona que no traicione, una persona que tenga la generosidad de los amigos, eso es lo importante al final del día”.

FESTIVAL

Con la presentación de ““El cedro y la flor”, de Hissam Abdala Majamad, se inauguró el festival de la Francofonía y Primavera 2025, en el Club Frances, que este año tiene al Líbano como país invitado de honor y serán muchas las actividades que se llevarán a cabo. En la mesa estuvieron, además del autor, la arquitecta Gabriela Sánchez, presidente del Voluntariado del Consejo Directivo del Centro Libanés, y a Elsa Flores, maestra de diferentes talleres de lectura.

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