
Devolver a la vida a los enormes colosos romanos, a tumbas de faraones egipcios como Tutankamón o a esculturas de Bernini a través de reproducciones exactas es la misión de Factum Foundation, encargada de preservar, digitalizar y reproducir las grandes obras de arte de la humanidad.
“El objetivo es garantizar la conservación del patrimonio de las grandes ciudades y lugares del mundo, así como del patrimonio en zonas de riesgo (...) El secreto está en que los objetos que fabricamos deben ser idénticos a los del museo, tanto para los expertos como para el público en general”, asegura el fundador de esta organización sin ánimo de lucro, Adam Lowe, en una entrevista con EFE.
Para devolver estas obras de arte y hallazgos arqueológicos a la vida, Lowe instaló su fundación en Madrid, y le dotó de la última tecnología para poder digitalizar y reconstruir las piezas de arte y restos arqueológicos mediante procesos de verificación digital de la obra.
Modelos que una vez digitalizados con inteligencia artificial y técnicas de fotogrametría se transforman en imágenes y datos susceptibles de ser fabricados de nuevo con una precisión milimétrica y todo lujo de detalles, gracias a tecnología de impresión 3D o reconstrucción con moldes.
Reproducciones que son exactas al original: “El objetivo es verificar, no falsificar. Los datos que registramos se ponen a libre disposición con fines educativos y de conservación”, destaca Lowe.
Arqueología, arte y tecnología
En la fábrica de la fundación se almacenan decenas de obras en proceso de reconstrucción. Enormes partes de un coloso, pinturas de clásicos del renacimiento o piezas arqueológicas. Otras permanecen ocultas para no desvelar su estado, bien por ser encargos confidenciales o por encontrarse aún en un estado inicial.
La fundación aspira a tener registradas las mayores obras de arte de la humanidad y reproducirlas para que todo el mundo tenga acceso a ellas en condiciones, en muchos casos, mucho más favorables que las actuales.
“Creo que nuestro objetivo es el futuro de los museos, que puedan ofrecer un acceso privilegiado a las obras, no sólo detrás de un cristal o a kilómetros de distancia (...) Si piensas en los museos ahora, tienes que hacer cola, están llenos (...). La gente ve a la Mona Lisa con sus teléfonos móviles a 50 o 40 metros de distancia” , añade.
En su taller multidisciplinar de Madrid construyen piezas de todo tipo, como el monumental coloso del siglo IV del emperador Constantino de 13 metros de altura del que apenas se tenían 10 fragmentos conservados en los Museos Capitolinos de Roma.
“El mayor reto fue reconstruir el resto de la figura que faltaba y que supone un 80 % de la escultura total”. Un trabajo en el que emplearon cerca de seis meses y para el que usaron herramientas digitales y programas de modelado 3D, asegura por su parte a EFE la experta en modelaje 3D de la Fundación, Irene Gaumé.
La reconstrucción se realiza mediante un sistema de referencias con esculturas parecidas de la época que se encuentran en mejor estado.
El proceso es primero digitalizar e imprimir en 3D o en plástico los modelos para, posteriormente, reconstruir con materiales lo más parecido al original: “Si una pieza es de piedra, intentamos que la piedra sea lo más parecida posible, de mármol, de bronce”, añade Gaumé.
Un trabajo así habría servido para restaurar con todo lujo de detalles partes destruidas de la catedral de Notre Dame (París) antes del incendio y otras obras de arte en zonas en conflicto de las que no se tenía un registro y que se han perdido.
“Mientras los talibanes estaban destrozando unos leones alados en Mosul, nosotros estábamos replicando otros aquí” asegura Juan Carlos Andrés Arias, jefe de Taller y uno de los encargados en convertir los modelos 3D en esculturas reales.
La fundación no se pone límites y cuenta con infinidad de proyectos arqueológicos en todo el mundo, como la cueva sagrada de Kamukuwaká (Amazonía brasileña), el San Sebastián de Bernini o una parte de la cámara mortuoria del faraón Seti I.