Cultura

Este martes, Luis Fernando Lara inaugurará su nuevo ciclo Historias de palabras. La cultura detrás de las palabras.

¿De dónde viene “gringo”? Las historias de las palabras en El Colegio Nacional

Luis Fernando Lara El lingüista e investigador del Colmex encabeza el ciclo en El Colegio Nacional. (El Colegio Nacional)

Para el lingüista Luis Fernando Lara, miembro de El Colegio Nacional, si la historia de las palabras fuera una película o una serie de televisión, sería un capítulo de Star Trek donde los personajes, en sus tantos viajes, encuentran pueblos diferentes, raros y épocas pasadas.

El también Premio Crónica comenta en entrevista que, desde su experiencia dictando conferencias y hablando sobre lingüística, el público “tiene un interés constante” por conocer la historia y el origen de las palabras, primero desde la etimología y luego desde la evolución que esas palabras han sufrido a lo largo de los siglos.

Por esta razón, el lingüista ha preparado el ciclo Historias de palabras. La cultura detrás de las palabras, que se llevará a cabo en las instalaciones de El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX).

El ciclo constará de dos sesiones: “Las dificultades de la etimología”, que el lingüista dictará mañana martes a las 18 h, y la lección de clausura “Los nombres de las estrellas”, que se realizará el martes 8 de abril a las 18 h.

“Me pareció interesante dedicar exclusivamente dos sesiones a considerar algunas historias de palabras que sirvan no solo por su interés intrínseco, sino para mostrar el modo en que se estudian estas historias. Toda palabra trae consigo una historia propia, y esta historia ha ido variando según la evolución de la sociedad.

“Un tema que me interesa mucho resaltar, por ejemplo, es la herencia cultural que tenemos en el mundo hispánico, sobre todo a partir de dos autores que me parecen interesantísimos: san Isidoro de Sevilla, un obispo visigodo del siglo VI, que fue el primero en escribir una especie de enciclopedia llamada precisamente Etimologías, y Alfonso X, rey de Castilla conocido como el Sabio. Él, en el siglo XIII, dejó una obra sobre astronomía que fue válida para toda la cultura europea hasta el siglo XVI”, agrega.

De gringo a la Osa Menor

Lara explica que las personas, en su afán de conocer la historia y la evolución de su lengua, ofrecen explicaciones poco precisas de muchas palabras. A esto se le conoce como etimología popular.

“Estas etimologías populares suelen ser muy divertidas porque dependen de lo que se le ocurre a una persona, pero revelan el interés de la gente por la historia de las palabras, así como ciertas percepciones que los llevan a proponer etimologías. Es el caso, por ejemplo, de la palabra gringo o de la etimología de abusado en México. Son dos ejemplos maravillosos de etimología popular”.

En el caso de la palabra gringo, la etimología popular sugiere que se compone de las voces inglesas green y go, y que surgió tras la invasión de Estados Unidos a México en 1847. Se dice que mientras las tropas estadounidenses estaban apostadas en el bosque de Chapultepec, los soldados les decían a sus caballos: “Green, go!”, es decir, “¡Hay pasto verde, anda, come!”. Pero “es absolutamente falso, y sobre esto hablaré en la primera sesión”, adelanta el lingüista.

En la segunda sesión, Lara analizará cómo se han atribuido los nombres de las estrellas, que, explica, son similares a los que damos a las nubes cuando jugamos a descifrar sus formas.

“Como ya sabemos, las estrellas que forman parte de una constelación en realidad no están cerca unas de otras, sino que hay enormes diferencias en tiempo entre ellas. Pero nuestra percepción les ha atribuido cierta configuración y, a partir de ella, se les ha nombrado. Estos son procesos muy interesantes de atribución del nombre.

“El caso más divertido es el nombre de la Osa Menor. Este nombre, que aparece en los mapas del cielo, causa extrañeza y nos hace preguntarnos: ‘¿Dónde le ven forma de osa?‘. Son siete estrellas, pero ¿dónde está la forma de la osa? Yo trato de seguir la huella de cómo se formó este nombre y corregir la etimología popular asociada a él”.

Palabras del alma

Luis Fernando Lara cuenta que dirige un experimento con su equipo del Diccionario del Español de México, en el que deben rastrear sus palabras del alma y desarrollar un ensayo. Estas palabras son aquellas “que aprendimos en nuestra más lejana niñez, que nos han dejado una resonancia que no podemos olvidar y que resuenan constantemente”, explica el lingüista. Babucha es su palabra del alma.

“A las pantuflas, durante la mayor parte de mi vida, les llamaba babuchas, hasta que me empecé a dar cuenta de que la gente no me entendía cuando usaba esa palabra. Incluso, para hablar con mis hijos, les tengo que decir pantuflas. Pero la palabra babucha no la puedo olvidar, la tengo allí adentro.

“Así nos sucede siempre: hay ciertas palabras que nos resuenan. De pronto paso por una panadería y se me aparece ese verso de López Velarde: ‘...el santo olor de la panadería’. ¿Por qué se me aparece? Bueno, porque tiene una reminiscencia muy interesante, a propósito de la experiencia de uno con las panaderías. Entonces, esto constituye nuestras palabras del alma”, explica.

Bajo la idea de las palabras del alma, el lingüista recomienda a los docentes de español dejar de restringirse a desarrollar composiciones o ensayos solo para corregirlos. En cambio, sugiere buscar historias interesantes, existentes o imaginadas por los propios estudiantes, con el fin de interesar al alumnado en las etimologías, en el origen de las palabras y en que estén en contacto con el lenguaje.

Ya que, explica, las redes sociales reducen la creatividad y los colocan en calidad de consumidores que copian. “Realmente, los mal llamados ‘creadores de contenido’ son, en general, exhibicionistas que no dejan conocer a la persona en sí, sino que son la suman a una serie de estereotipos que cada vez se duplican más”.

Lingüística, crimen y discurso

Luego de que colectivos de buscadores dieran a conocer el hallazgo de zapatos, maletas y ropa en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, Luis Fernando Lara explica que la lingüística forense puede contribuir a investigaciones de carácter penal, “o en la persecución de bandas de narcotraficantes o de extorsionadores”, ya que, gracias al registro de la voz, es posible obtener “indicios de si el individuo es sinaloense, jalisciense, etcétera”.

Lara señala que la lingüística forense trabaja de manera similar a los retratos hablados: se construye un retrato lingüístico de una persona que sirva para identificarla. Pero, aclara, “depende de que la gente hable”.

Sobre las narrativas que construyen la prensa y el gobierno en torno a los hallazgos en el rancho, Lara dice que, en el fondo, son formas de imponer un discurso específico, y que quienes las generan tienen suficiente capacidad de comunicación para hacerlo.

“El ejemplo clásico sigue siendo el del ministro de propaganda de la Alemania nazi, Goebbels. Él sabía perfectamente cómo crear un discurso manipulador. El libro La lengua del Tercer Reich muestra cómo los nazis manipularon el lenguaje para imponer su narrativa. Por ejemplo, al principio llamaban campos de exterminio a estos lugares, pero consideraron que ese nombre delataba demasiado su propósito. Entonces buscaron una forma menos evidente de nombrarlos y los renombraron campos de concentración.

“Además, utilizaron un galicismo, una palabra en francés que no fuera fácilmente comprensible para los alemanes. Así que, claro, estos publicistas —porque eso eran, publicistas— construyen los elementos con los que van a manipular el discurso.

“La tarea de la crítica es desarticular estos discursos y mostrar qué es lo que realmente están diciendo. Es algo que los mexicanos hacemos siempre, porque históricamente hemos estado sometidos a discursos oficiales que buscan llevarnos a una única concepción de las cosas”, concluye el lingüista.

Cartelera El Colegio Nacional este martes.

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