Cultura

La exposición se inaugura el 5 de abril en el MUAC y ofrece más de 100 piezas. No es una retrospectiva, sino un retorno a los temas que me interesan, a las preguntas de siempre y dar voz a la presencia artística de la mujer, agrega

Magali Lara: “Cinco décadas en espiral” es una conversación con mis distintas épocas de artista

Creadora Las artista Magali Lara. (Barry Domínguez)

Magali Lara cuenta que su exposición “Cinco décadas en espiral” no es una retrospectiva de su quehacer artístico, sino una conversación con sus épocas, desde los años 70 a la fecha, donde su trabajo tuvo cambios, pero en el cual siempre están los mismos temas, las mismas obsesiones y las preguntas de siempre. Se inaugura este 5 de abril en el MUAC y termina el 19 de octubre.

Y en esta conversación, añade la artista, “lo más importante fue, justamente, el diálogo con mis pares, ellas y ellos que hablaban de un México que sí conocía y que daban importancia a lo que ocurría en el arte local”.

Otro punto importante que anota Magali Lara, es la desigualdad que había entre mujeres artistas y los hombres. “Digamos que lo que José Luis Cuevas hacía se consideraba importante, pero lo que hacía una mujer artista se consideraba un poquito menos. Y aunque esa artista mujer tratara los mismos temas, aunque tratara la intimidad, la locura…, en un hombre se veía bien, en una mujer se veía superficial”.

Por otro lado, señala que la pandemia de COVID-19 y el cambio climático “nos enseñaron que todo lo que pensábamos en los años 70, no todo era tan bueno”.

Son algunos de los meridianos que Magali Lara ha puesto en esta exposición en el Museo de Universitario de Arte Contemporáneo, y así mostrar la viveza y vitalidad de su obra.

Obra. Una de las piezas de la muestra en el MUAC. (Francisco Domínguez)

¿Una muestra nueva?

Sí, se trata de “Cinco décadas en espiral”, conformada por más de 100 piezas e inicia con los murales realizados especialmente para esta exposición y concluye con los primeros dibujos fechados en las décadas de 1970 y 1980.

Está curada por Virginia Roy y Cuauhtémoc Medina y la idea fue no hacer una retrospectiva, sino una revisión de los procesos de mi trabajo, que inició en los años 70, con el cual, una de las premisas era dar voz a la experiencia femenina.

Durante estos más de 50 años de creación, llevo trabajando de diferentes formas y, aunque no hay una conexión con lo que estoy haciendo ahora y lo que hice en el pasado, sí existen vasos comunicantes y uno de éstos es que aún tengo las mismas obsesiones.

Por esto, y como lo decidieron los curadores, era abrir la muestra por el presente y terminar por el pasado, con una construcción en espiral para regresar a lugares, aunque no sea el mismo sitio exactamente, porque a lo largo de mi carrera hay ciertos temas que se repiten, aunque no técnicamente igual, a veces son de manera muy figurativa, a veces de manera más abstracta, a veces tienen que ver con texto, a veces tienen que ver con esa sensación, más que con palabras, etc.

Entonces, las personas observarán la manera en que mi trabajo se ha movido de una forma espiral, donde los mismos temas aparecen y desaparecen.

¿Podemos decir que son las distintas formas de Magali de abordar el arte y sus temas?

Eso es exactamente. No son tantos los temas, pero siempre se abren posibilidades. Lo que hago es una conversación con mis épocas, no solamente la época digamos de los 70 o de los 80…, sino con mi edad de esos tiempos. Son las preguntas que formulaba en los años 70. No sé si van a conocer a Magali, pero sí sabrá las preguntas que siempre están presentes y las maneras en que cambiaron mi forma de percibir ciertas formas y el entorno.

Porque, la diferencia de lo que hacía en los años 70 o los 90, la muestra ofrece desde los objetos que me interesaban, luego las formas orgánicas de las plantas o cuestionarme cómo sería nuestro paisaje interior. Por eso te digo que es la misma artista, Magali, pero creo que también la posibilidad no de volverse otro, sino de estar en relación, en diálogo con otras cosas que permiten el cambio.

Muestra. Otra de las obras de la muestra : “Cinco décadas en espiral” . (Francisco Domínguez)

Dices frase muy interesante: “conversación con mis épocas”, ¿cómo nutrió tu trabajo estético?

La conversación más importante ha sido justamente de mis pares. Digamos que en las décadas pasadas estaba escuchando a Betsy Pecanins, a Jaime López, a Botellita de Jerez, a La Maldita Vecindad, que hablaban de un México que sí conocía, y con los cuales empezábamos también a darle importancia y un espacio a lo que ocurría aquí localmente.

Para mí, lo importante era cómo estructurar un trabajo donde la experiencia del cuerpo femenino fuera tan importante como lo que Cuevas hacía. Digamos que lo que Cuevas hacía se consideraba importante, pero lo que hacía una mujer artista se consideraba un poquito menos.

Y aunque esa artista mujer tratara los mismos temas, aunque tratara la intimidad, la locura, en un hombre se veía bien, en una mujer se veía superficial. Esa es la lectura quizás más profunda de esos años. En la actualidad pienso que las cosas han cambiado, por un lado, y por otro lado creo que el COVID-19 y el cambio climático nos enseñaron que todo lo que pensábamos en los años 70, no todo era tan bueno.

Y ahora entendemos la posibilidad de tener una identidad más flexible, porque ni la masculinidad ni la feminidad es estricta ni obligatoria, sino que hay matices y cada uno tiene que reformular esto de otra manera.

Lo que quiero decir es que mi generación aprendió que había un aquí y un ahora, en un presente. Digamos que todavía esta idea de que el arte sucedía en París, en Londres, y en México no, eso para mi generación fue diferente. En México si había arte y muy importante. Porque es vital reconocernos nosotros en lo que se hace de manera local.

Magali y muchos artistas mostraron la calidad del arte local que se hizo universal.

Creo que las diferencias, las dificultades, la historia e inclusive los complejos que tenemos todos, de pensar que aquí no se hacen cosas buenas, es una parte. Pero también me interesa pensar que el arte sucede en donde tú estás y donde tú sucedes, porque lo universal parecería que sólo es cuando ya está súper reconocido en las grandes ciudades. Y creo que justamente la lección es que hay muchos tipos de arte y es importante reconocerlos todos y en esta época que se reconozcan las diferencias del trabajo de las mujeres artistas o los artistas indígenas o los artistas de provincia.

Es parte de saber que hay una riqueza mucho más extensa que esta idea del arte universal, que habla nada más de un cierto tipo de éxito y de un cierto tipo de perfil.

¿Cómo observas el arte actual de México?

Es un momento muy interesante y muy complejo en el arte contemporáneo, porque tenemos un gran abanico de artistas con diferentes experiencias y procedencias distintas que enriquecen nuestro lenguaje. Lo que pienso, es que todo el tiempo el arte contemporáneo está preguntándose dónde está la obra artística o el hecho artístico. Y eso nos ha obligado a repensar también tradiciones distintas a las que tenemos dentro de las ciudades, por ejemplo. Además, estamos en un mundo muy vasto, complejo y, al mismo tiempo, interesantísimo.

¿El arte es algo por lo que podemos decir que vale la pena el haber vivido?

Hay una especie de acompañamiento, como que el arte te recuerda algo muy vital, ¿verdad? Sí, creo que sí. Siempre digo que, si al ir a una exposición y luego te dan ganas de hacer algo, eso tiene que ver con el gusto y que te despierta creatividad. Eso me parece muy importante.

En el marco de la inauguración de la muestra, vamos a tener una plática en el MUAC el día 5 de abril a las 12:00 horas con los curadores Virginia Roy y Cuauhtémoc Medina.

Lo más relevante en México