
“El corazón de la bestia. Historias de animales y humanos”, editado por Leila Guerrero, son una serie de crónicas sobre ese cambio cultural de cómo veíamos a los animales hace 20 años y cómo los miramos en la actualidad, señala Emiliano Ruiz Parra, uno de los autores de la antología.
El escritor explica que “seguimos comiendo animales y tratándolos como stock, como recursos y, al mismo tiempo, hay un sector de la sociedad que dice: no quiero un hijo, quiero un perro, y vamos a un centro comercial y los vemos en carriolas, como si fueran bebés que no saben caminar todavía. Por eso este el libro es tan interesante, porque Leila captó que había algo profundo que contar”.
La obra ofrece textos de periodistas latinoamericanos como Santiago Rosero (Ecuador), Soledad Gago (Uruguay), Lina Vargas Fonseca (Colombia) y Sabine Drysdale (Chile), y un prólogo de Martín Caparrós para tener un mosaico de la relación de los humanos con los animales en diferentes estratos y sociedades.
DE LA AZOTEA A LA CARRIOLA
Emiliano Ruiz dice que lo poderoso de este libro es que trata de capturar ese cambio cultural de una generación a otra: pasamos de tener al perro en la azotea, bajo el sol, encadenado, comiendo arroz con cabezas de pollo, a ser un miembro de la familia y aún más, esto es lo interesante: las leyes ya lo reconocen como sujeto de derechos.
Y esa, añade, es sólo uno de los temas de las crónicas que el libro contiene y abarcan países de América Latina como Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, México, Colombia, etc. E inclusive da el salto al otro continente y el prólogo de Caparrós es una crónica escrita desde Madrid.
Porque, explica Emiliano Ruiz, “no es que los animales hayan cambiado y dejaron de ser mascotas para convertirse en compañeros, sino que en realidad es un cambio de nosotros, de nuestras sociedades, y estamos en un momento de tensión, porque seguimos comiendo animales y tratándolos como recursos. Cada vez comemos más pollo o carne roja, y por el otro lado, vamos a un centro comercial y vemos animales en carriolas, como si fueran bebés que no saben caminar”.
¿Es un cambio en un sector de la sociedad que también conlleva una serie de excesos: poner a un perro una carriola o ponerle un abrigo, que no necesitan?
Exactamente, eso también es contra sus derechos y es muy común. Quienes les ponen esos artefactos no se dan cuenta que los perros y los gatos no los necesitan, aunque este muy frío el ambiente.
Y por otro lado, está la tensión de que somos la especie que estamos terminando con la base de la cadena trófica, que son los insectos. Esta es la contradicción, porque el creer que el perro tiene más derechos, es algo que no soluciona que estamos extinguiendo bosques en donde viven otros animales.
Porque, lamentablemente, estamos protegiendo y defendiendo aquello que está en nuestra casa, y eso es una reflexión que hace Caparrós en el prólogo: qué es lo que estoy sustituyendo al tener a una gatita, pues estoy llenando vacíos.
OTROS AUTORES.
En este punto, Emiliano Ruiz habla de algunos de las crónicas y autores de la antología y señala que le gusta mucho el texto de Sabine Drysdale, que trata sobre los quiltros, una palabra de origen mapuche para definir al perro de la calle, y ella, de una manera muy inteligente, retrata cómo este perro de la calle ha tenido una importancia simbólica y tremenda en todas las rebeliones chilenas contemporáneas, incluso en la que estuvo a punto de tumbar a Piñera en el 2019 y que fue interrumpida por la pandemia.
“La presencia del perro de la calle está narrada de manera magistral y muestra que el libro también posee una fuerza política muy alta, no en el sentido que está retratando una coyuntura política, pero que sí está insertando esta discusión del papel de estos seres cuadrúpedos en la discusión política, inclusive constitucional en algunos países”.
Otro de los textos fabulosos, indica, es el de Santiago Rosero, quien escribe, desde Ecuador, la historia de la mona estrellita. “Ella de repente provoca una discusión en la Corte Constitucional, sobre si a una changuita le pueden o no aplicar los derechos que tienen los seres humanos, como el “habeas corpus” o el “in dubio pro reo”. Todos los principios jurídicos que vienen del derecho romano. La discusión, que estuvo al más alto nivel, fue sobre si estos derechos los puede o no tener una changa.
En cuanto su crónica, Emiliano Ruiz cuenta que “exploré con tono un poco más irónico, y hablo de mí mismo, como de autoironía, para retratar algunos de los nuevos hábitos de esta élite de personas que han cambiado su relación con sus animales, que pasaron a ser una compañía y ahora son familiares que tienen fiestas de cumpleaños, con pasteles hechos para ellos especiales, los visitan otros perros y les ponen gorritos. Hay perros que tienen spas y se bañan con Sales del Mar Muerto, que salen a pasear con guardaespaldas, personas que se comunican con los animales vía telepática o describo hoteles boutique para perros y gatos”.
Estos son sólo algunos ejemplos del contenido, añade Emiliano, y que explican ese ojo oportuno de Leila Guerrero para convocar a una serie de periodistas, quienes por medio de la crónica, pudieran ofrecer una visión de este fenómeno cultural que está pasando y observarlo a profundidad, además de que fueran textos amenos.