
Mucho del arte realizado en el primer cuarto del Siglo XXI es irrelevante, ya que ha disminuido drásticamente su potencial historiográfico al dejar los artistas de realizar aportaciones estético formales y discursos críticos pertinentes.
Por sobrevivencia, la mayoría de las galerías y artistas buscan venta y ganancias inmediatas, eso condiciona estándares estéticos probados y mecanismos de control; siendo el enésimo “regreso” de la pintura la disciplina idónea para el comprador promedio, que ignora u omite la historia del arte contemporáneo y sólo busca arte decorativo; lo cual coincide con la conversión en antigüedad del arte histórico del siglo XX.
El actual control institucional y de mercado de artistas y pintores proviene de la Transvanguardia Italiana, el Neoexpresionismo Alemán o el Neomexicanismo, y el cual se ha extendido hoy día a la inclusión de artistas Indígenas; arte mediocre LGBTTTI+, de estratos sociales desfavorecidos y marginales o grupos étnicos explotados en su exotismo con simulacros artesanales, etnográficos o pseudo arqueológicos, solución a veces apropiada por otros artistas.
El Formalismo Zombie de hace cerca de 20 años ya anunciaba esta banalización, a partir de implementar un vago comentario sobre la historia de la pintura donde se fetichizan sus procesos para simular originalidad (Walter Robinson, 2014). Un referente del Formalismo Zombie fue el desprestigiado galerista y especulador, Stefan Simchowitz.
En México, se ha desarrollado un arte infantilizado que intenta demostrar desesperadamente ser inofensivo e inocente, no controversial; el clásico ejemplo es la instalación, Sa La Na, A Yuum, iasis/Laissez Faire-Laissez Passer, 2019, del colectivo Bikini Wax EPS. La generación Millennial ha sido legitimada por la exposición, El Fin de lo Maravilloso. Cyberpop en México Museo Universitario del Chopo y en el Museo Tamayo por las dos versiones de Otrox Mundxs, 2020-21 y 2023-24 . Así podemos encontrar hoy arte banal y decorativo con Claudia Comte en Algo Lago, (proyecto Desert Flood, 2023), o la obra de Gabriel Rico o Yann Gerstberger; las expos de Mira Dancy o Maru Aponte en Agustina Ferreyra o Andrew Holmquist o Yann Leto en Karen Huber. Todo lo expuesto en la galería JO-HS y casi todo en Guadalajara 90210; ¿Es creíble la interdisciplina “originaria” de La Chola Poblete?, ¿O la esteril experimentación de Donna Huanca? exhibidas ambas con mala pintura en Travesía Cuatro. ¿Sólo persistirán estas modas mientras sean negocio?.

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