Cultura

Alfonso García Robles: Buscar seguridad en el desarme

Discursos con motivo del ingreso a El Colegio Nacional y la recepción del Premio Nobel de la Paz

el colegio nacional

Alfonso García Robles fue miembro de El Colegio Nacional.

Alfonso García Robles fue miembro de El Colegio Nacional.

Alfonso García Robles ingresó a El Colegio Nacional hace medio siglo, y hace cuarenta años recibió el Premio Nobel de la Paz. Compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de este Opúsculo (El Colegio Nacional, 2022) que reúne los discursos y palabras que García Robles ofreció con motivo de ambos reconocimientos.

Alfonso García Robles.

Alfonso García Robles.

El Colegio Nacional

                                            (Fragmento)

El desarme nuclear fue el leitmotiv de la vida profesional de García Robles. Durante los siete años en que tuve el privilegio de trabajar con él (1982-1989), fui testigo de su inquebrantable convicción de que las armas nucleares deben ser eliminadas por poner en peligro la existencia misma de la humanidad. Lo vi defender sus puntos de vista infatigablemente, con tesón, perseverancia y paciencia. No cejaba en su empeño a pesar de los numerosos obstáculos que se presentaban en el camino.

Señala García Robles que fueron dos los principales impulsos a la creación de zonas libres de armas nucleares: por una parte, los efectos que tuvieron los ensayos nucleares realizados por las potencias para perfeccionar sus arsenales y, por la otra, el temor suscitado por el aumento incontrolado de esas armas de destrucción masiva.

Así, recuerda que desde la década de los cincuenta, en plena Guerra Fría, se presentaron iniciativas para desnuclearizar regiones como Europa Central y África, así como propuestas para prohibir los ensayos nucleares. Ninguna de ellas prosperó entonces. Señala también los esfuerzos más ambiciosos para detener el aumento de las armas nucleares, los cuales constituyen el antecedente del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) de 1970, instrumento considerado actualmente —para bien o para mal— como uno de los pilares del régimen de desarme.

Con el tiempo, las negociaciones para crear zonas libres de armas nucleares han corrido con mejor suerte. Cuando García Robles pronunció el discurso que ahora se presenta, América Latina seguía siendo la única región desnuclearizada en un territorio poblado, pero su ejemplo pronto fue seguido por otras. La primera, y de hecho la única que pudo ver en vida nuestro Premio Nobel, fue la del Pacífico Sur, una región particularmente sensible por su posición estratégica; por las dificultades que surgen del derecho de paso y de libre navegación en la muy vasta extensión marítima que cubre; por la alianza militar de Australia y Nueva Zelandia con Estados Unidos, y por la existencia de territorios coloniales dependientes de potencias nucleares. Los ensayos que llevaron a cabo Francia y Estados Unidos en atolones del Pacífico propiciaron en la población un importante sentimiento de apoyo a la proscripción de las armas nucleares en la zona, el cual se cristalizó en 1985 con la firma del Tratado de Rarotonga, que entró en vigor en 1986. Es preciso señalar que su frontera oriental colinda con el borde occidental de la zona creada por Tlatelolco.

Una década después, siguieron al Pacífico Sur el Sudeste Asiático con el Tratado de Bangkok, que entró en vigor en 1997, y África con el Tratado de Pelindaba, suscrito en 1996, plenamente vigente en 2009. Por último, en 2006, los Estados de Asia Central firmaron en Semipalatinsk el tratado correspondiente, que entró en vigor en 2009. Con ello se logra que casi todo el hemisferio sur y una porción del hemisferio norte estén libres de armas nucleares. Con certeza, don Alfonso estaría complacido de ver cómo ha cundido el ejemplo de Tlatelolco que él mismo inspiró.

Otra es la situación de Europa Central, donde han fracasado los esfuerzos para desnuclearizar la región, a pesar de las nuevas condiciones estratégicas desde el fin de la Guerra Fría. Por el contrario, Francia y Reino Unido conservan sus arsenales y armas nucleares estadounidenses siguen emplazadas en países signatarios del TNP, violando al menos el espíritu —si no es que la letra misma— de ese instrumento.

García Robles hace también un detallado recuento de iniciativas que se presentaron desde 1955 para la prohibición de los ensayos nucleares, una medida que evitaría el perfeccionamiento de esos artefactos. Don Alfonso también luchó con empeño para alcanzar esta meta, pero no logró ver la firma del correspondiente tratado en 1996. Éste fue el último instrumento que pudo negociar la Conferencia de Desarme, la cual se encuentra tristemente paralizada desde entonces —ya son más de veinticinco años—, debido a profundas divergencias y a la regla del consenso que, de manera irónica, impulsaron México y otros países afines cuando se creó el foro en 1978.

Los últimos dos documentos que se presentan fueron escritos por el ilustre diplomático una década después de los anteriores. Se trata de su discurso de aceptación del Premio Nobel y de la conferencia sobre el Tratado de Tlatelolco que dictó en el marco del mismo premio.

Cartelera de El Colegio Nacional.

Cartelera de El Colegio Nacional.