La difusión de la obra de Jorge Luis Borges en México inició en Guadalajara, en la década de los años 40 del siglo pasado, ese momento así como la ríspida relación de Borges y Octavio Paz, y la visita al país de María Kodama en la que desmintió que el poema Instantes fuera de su esposo, son narrados por Rafael Olea Franco en el libro “Borges en México: un permanente diálogo literario”.
La obra editada por El Colegio de México (Colmex) analiza la relación del autor de El Aleph con algunos escritores mexicanos a través de su escritura y encuentros personales: José Emilio Pacheco, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Octavio Paz.
“Cierro con un capítulo general, a partir de las preguntas ¿qué tanta trascendencia sigue teniendo Borges en la literatura mexicana? y ¿estamos ya en una etapa después de Borges? La respuesta contundente es que todavía no, sigue siendo una influencia determinante en nuestra literatura al igual que lo es en muchas literaturas del mundo”, señala el investigador.
Olea Franco detalla en el libro que el primer contacto de México con Borges fue a través de Alfonso Reyes cuando se conocieron en Sudamérica y el mexicano le publicó su libro de poesía “Cuaderno San Martín” (1929).
Después, en la década de los 40 el grupo que le dio difusión fue Juan José Arreola, Juan Rulfo y Antonio Alatorre.
“Dos grandes escritores y un gran crítico que desde Guadalajara constituyeron un grupo; al mismo tiempo, en la Ciudad de México había escritores que lo estaban leyendo, pero de modo individual, entre ellos Villaurrutia y jóvenes como José Luis Martínez y Octavio Paz”.
La presencia del autor se hizo evidente en un número especial que le dedicó la Revista Literatura Mexicana en 1964, que se tituló ¿Quién es Borges? “En ese momento no era tan conocido en el público general, pero sí de escritores”, afirma Olea Franco.
La difusión de la obra del argentino arrancó con un hecho internacional en 1961, Borges ganó junto con Beckett el Premio Internacional Formentor, por lo que el investigador del Colmex indica que en los 70 Borges ya era lectura de los jóvenes de primer semestre de las carreras de letras.
PAZ Y BORGES
Olea Franco narra en un capítulo la compleja relación de Octavio Paz y el autor de “La biblioteca de Babel”, y cuenta que después del fallecimiento de Borges, en 1986, Paz publicó el artículo El arquero, la flecha y el blanco, un homenaje a Borges, pero al mismo tiempo una crítica.
El investigador explica que Paz dividía la literatura en dos mitades: una dedicada el ser humano enfrentado al Universo y otra del ser humano en relación con sus congéneres.
“Paz dijo que Borges sólo desarrolló la primera mitad. Con todo respeto digo que no es verdad, que Paz no conocía a profundidad la obra de Borges”, señala.
El autor comenta que en la antología “Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española” Paz escribió un prólogo para una nueva edición en la década del 80 y recordando el trabajo hecho con Xavier Villaurrutia, Gil-Albert y Emilio Prados mencionó que habían erratas, entre ellas la inclusión de unas soleares adjudicadas erróneamente a Borges.
Como consecuencia, la editorial Trillas reimprimió la antología y eliminó las soleares, sin embargo, Olea Franco afirma que sí eran de Borges, habían aparecido en la década de 1920 y luego el autor las quitó.
Otro momento ríspido lo detona el libro “Borges”, de Bioy Casares, ahí Bioy y Borges se burlan de un poema enviado por Octavio Paz para ser publicado en la Revista Sur, que nunca se publicó y que contenía un verso soez.
Olea Franco consultó las obras completas de Paz y el poema aparece , pero no el verso, fue en una biblioteca de Estados Unidos donde encontró que Paz publicó en una editorial colombiana una plaquette llamada Agua y viento (1959) y ahí estaba el poema con el verso soez. Años después, Paz lo quitó.
Sobre la crítica que hizo Paz en 1986 en El arquero, la flecha y el blanco, el investigador tiene la sospecha que quizá el Nobel se enteró de los comentarios de Borges en un programa de la radio española.
“Le preguntaron por su relación con la literatura mexicana, qué opinaba de Octavio Paz, y Borges respondió: no conozco su obra, mejor hablemos de Alfonso Reyes. Eso es una ofensa contra un colega, lo curioso es que un año antes de que Paz recibiera el Premio Cervantes ya había sido postulado y en esa ocasión, aunque no lo ganó, Borges votó a favor de Octavio Paz”, indica.
INSTANTES
El investigador también narra cómo el poema Instantes fue atribuido en México a Borges, confusión que surgió en los 80 y a la que Poniatowska contribuyó.
“En 1989, la revista Plural sacó ese texto que ni es poema ni es de Borges y lo convirtieron en un texto sentencioso, de un hombre que se está despidiendo de la vida”, señala.
Olea Franco detalla que María Kodama dijo que era un texto de la escritora anglosajona Nadine Stair, no obstante, es del caricaturista estadounidense Don Herald publicado en 1953.
“En 1973 cuando Borges vino a recibir el premio Alfonso Reyes, Poniatoswka publicó en el diario Novedades una entrevista a Borges en tres partes, luego la introdujo en 1990 en su libro “Todo México” donde puso que ella le había recitado a Borges ese poema y él le dijo que cuando lo escribió estaba triste”, narra.
Pero las fechas que menciona la autora no coinciden, después esa entrevista la retomó Miguel Capistrán para el libro “Borges y México” y en 2012 fue incluida en una edición de tres volúmenes de la obra de Borges.
“María Kodama vino a México y expresó su desacuerdo absoluto con que esa entrevista se reprodujera porque ese texto no era de Borges. La editorial dijo que el libro “Borges y México” ya no circularía”, narró.
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