Cultura

Carmen Berenguer: "En mi vida no hubo cuentos de hadas ni de princesas, sino de mujeres trabajando"

La vida se hace y considero eso una gran creatividad, añade la poeta. “Viví 50 años de dictadura y han sido largos tiempos de mucha falta de libertad y por eso mi escritura habla del hambre, las desigualdades y la violencia hacia la mujer”

Retrato de una mujer mayor con cabello blanco y ojos marrones
El activismo no sólo se trata de estar en las marchas y estar callejeando, el activismo se trata de escribir, de hacer arte, dice Carmen Berenguer. El activismo no sólo se trata de estar en las marchas y estar callejeando, el activismo se trata de escribir, de hacer arte, dice Carmen Berenguer. (Javier Narváez Estrada)

Cincuenta años de dictadura han hecho que la poeta Carmen Berenguer (Santiago, 1946) escriba sobre el hambre, las desigualdades y la violencia hacia la mujer. La falta de libertad hizo que de niña, esta autora chilena, no escuchara historias de princesas ni hadas, hizo que escuchara relatos de mujeres que tenían que salir todos los días a ganarse la comida.

A propósito de sus libros “Plaza Tomada. Poesía reunida (1983-2020)” y “Plaza de la dignidad”, Crónica presenta una entrevista con la Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2008, considerada una de las poetas más importantes de Chile.

-¿Por qué en su poesía aparece la movilidad como un personaje?

-La calle, lo urbano, ha sido un poco mi trayectoria de vida en el sentido de que he sido una mujer bastante activista y he estado mucho en la calle, en las protestas. Y los cuerpos en las calles, son esos cuerpos que entran a pelear por sus necesidades, a poner sus temas de las desigualdades, temas que me han atraído mucho.

Carmen Berenguer recuerda que su poema “Anticristo” está dedicado a un personaje de la calle cuyo oficio es el de poeta; también platica que escribió “Bobby Sands” donde habla del hambre y alude al poeta irlandés y preso político (Bobby Sands), quien murió en la cárcel por falta de comida al ser tratado peor que un criminal.

“Esas cosas me han llamado la atención porque mi vida ha sido así: viviendo cerca de la injusticia. También escribí sobre un muchacho de la calle que lo mata un policía. Era un muchacho que hacía malabarismos frente a los autos pero los policías pensaron que sus cuchillos de plástico eran armas, lo tomaron preso y luego lo acribillaron a balazos. Esas cosas me quedan tan grabadas en la cabeza porque las encuentro tan injustas”, comenta.

-¿Las crisis políticas aceleran su escritura?

-Lo que pasa es que el 90 por ciento de mi escritura ha sido parte de lo que he vivido, me han tocado vivir 50 años de dictadura, 50 años hasta el día de hoy con un espacio muy pequeño de democracia. Han sido largos tiempos de mucha falta de libertad y mi escritura está en ese espacio, no podría no estarlo porque yo me considero una reportera de la palabra.

“Cuando era chica había una reportera que no recuerdo exactamente cómo se llamaba y desde que la vi dije ‘yo quiero escribir’, nunca dije quiero ser poeta, sólo dije ‘quiero escribir’ y los temas aparecieron porque eran parte de mi vida”.

-En Naciste pintada, habla de una genealogía de mujeres que la acercaron a la lectura

-Mi familia estuvo sin hombres, eran todas mujeres. Mi bisabuela era una mujer y una hija, la menor, fue quien me crió, mi tía abuela me cuidó. Mi madre tenía una media hermana que había quedado huérfana y prácticamente éramos cuatro mujeres viviendo juntas, solas en la vida, sin dinero, el pan había que hacérselo, la vida diaria había que hacerla y yo consideré que eso era una gran creatividad.

“La vida se hace. No es que uno tenga la vida, la vida es algo que se va creando, se va haciendo a diario. El tiempo se contaba a través de las miserias, de las chauchas (el poco dinero), o a través de los terremotos. Entonces tú ibas escuchando esas historias, no ibas escuchando las historias de los cuentos infantiles, de las hadas ni de las princesas, en mi vida no hubo nunca princesas, ni hadas, ni reinas, eran de mujeres que trabajaban.

“Eran mujeres que participaban en la política, no eran mujeres que estaban solamente en el salón, Pero al mismo tiempo trabajábamos juntas, empecé a trabajar a los 14 años. Mi madre después de trabajar hostigada y parada todo el tiempo en una tienda decidió arrendar una casita que la transformó en una pensión. Ahí trabajábamos todas, yo iba a comprar pan, ponía la mesa, hacíamos entre todas la comida, hacíamos la vida diaria para comprarnos algo”.

Ellas nunca fueron mujeres que dependieran de un hombre para vivir, platica Carmen Berenguer.

“De pronto llegó un joven a vivir con nosotras, él estudiaba la universidad y fue como mi padre, él era homosexual y vivió toda la vida con nosotras, ésa era mi familia y es por eso que tengo esta cabeza, no todas las mujeres tienen la cabeza tan abierta como la tengo yo”, confiesa.

-¿Qué le preocupa hoy?

-Por un lado, me siento dichosa porque hay una generación nueva que ha estado muy atenta a los acontecimientos, es una generación que piensa que el activismo es importante. El activismo no sólo se trata de estar en las marchas y estar callejeando, el activismo se trata de escribir, de hacer arte, el activismo lo es todo. Uno es activista cuando escribe y busca la forma de hacer reflexionar al entorno.

“Esta joven militancia con la vida y la acción está muy atenta y es un grupo muy grande, este feminismo fuerte que hay en Chile, estos jóvenes que luchan en la calle han ocasionado temor en la derecha fascista de Chile porque están muy convulsionados, están expresando mucha violencia verbal, amenazando.

“Estamos en momento de una convención de cambiar nuestra carta fundamental y eso es tremendamente importante para todas nosotras porque significa abrir los candados que dejó Pinochet para nuestra vida, para que nuestra vida pueda ser más libre.

“Hay que comenzar a dialogar porque hoy no está en nuestras manos hacer revoluciones, hay que dialogar, aprender a dialogar y aprender a convivir con los cambios. Ésa la propuesta que estamos realizando en Chile. El temor que tenemos es que la extrema tenga lugar, si es así estamos perdidos”.

-¿Mira la vida chilena a través de las plazas?

-Me ha tocado por diferentes razones vivir frente a algunas plazas. Una primera plaza se llamaba Artesanos, luego otra plaza que tuve cercana fue la Plaza Brasil, fue la plaza de mi adolescencia, y la Plaza de la Dignidad es la actual plaza donde vivo, no ahora en este momento porque me tuve que mudar a la playa a refugiarme porque los gases que tiraban ahí eran de manera poco humana y me enfermó los ojos, me dio una conjuntivitis bastante aguda que la he tenido que cuidar hasta el día de hoy.

“La Plaza de la Dignidad antes se llamaba Plaza Italia y después se llamó Plaza Baquedano. Lo de Dignidad se lo puso el pueblo, es una plaza del tiempo de la dictadura y en sí no es plaza y eso divertido, es como una rotonda. En esa plaza inició la lucha contra la dictadura de Pinochet, es una plaza simbólica, y en esta plaza comenzaron también a dar forma el estallido de 2019, es una plaza emblemática”.

Amor al rock y ritmos latinos.

“Amo a Wynton Marsalis, es un trompetista maravilloso. Lo declaro públicamente, lo amo. Ojalá venga a Chile”, confiesa Carmen Berenguer. La poeta también tiene varios poemas dedicados al rock, el blues y el jazz.

“Soy amante de la música de nuestras tierras, todo lo que se produce en América Latina siento una enorme fascinación. También me gusta el rock and roll, me gusta el jazz, la música actual, menos el reggaetón, no lo tolero. Me fascina la música que escuché mí juventud: The Beatles, Elvis Presley, Chuck Berry y todos los gestores de la libertad. Soy fanática de la música de color norteamericana: el jazz, y el blues”, comparte.

Berenguer trabaja actualmente en dos libros, uno sobre el cabello y otros sobre sus apuntes diarios.

“Tengo en plan varios trabajos andando, uno de ellos es el pelo porque viví una situación de que se me cayó completamente el cabello, trabajo el pelo desde la enfermedad, desde la vitalidad, desde lo social del pelo, la clase social es casi de pelo negro y la clase alta es rubia o se tiñe. El libro que viene se llama Medio pelo y otro libro que tengo en mente son mis crónicas diarias, es como tener el pelo suelto”, adelanta.

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