En un hecho de la vida real, María Elena Moreno Márquez mató a su madre con un mazo el 13 de abril de 2006 dentro de su domicilio en la delegación Coyoacán, en la Ciudad de México. El matricidio fue pintado por los diarios locales y nacionales como sabe hacerse: con amarillismo y monstruosidad.
La autora intelectual y material de este asesinato es también la autora de “Casa Calabaza”, una obra teatral que narra, con justo color, los hechos arriba mencionados, frente a espejos, cuyas imágenes nos resultan cercanas a espectadoras y espectadores, no porque sean sutiles y justificadoras del acto, sino porque son de la naturaleza de quienes nos involucramos en él: la humana. María Elena llega al fondo de sí misma para buscar la verdad y revelárnosla en su obra. En su firme propósito de hurgar lo que es, nos hace vernos.
En su origen, la obra fue un cuento con el que Maye Moreno, como es conocida María Elena, ganó el concurso literario organizado por los programas penitenciarios culturales; Denise Anzures lo descubrió en una edición especial titulada “Fragmentos de Dignidad, mujeres en reclusión”, editado por la Secretaría de Gobernación, y personalmente buscó a Maye para conminarla a hacer una dramaturgia sobre su relato, así y con Luis Eduardo Yee como dramaturgista, surgió “Casa Calabaza”.
Desde entonces, la obra de Maye es sostenida de manera inmensurable por la producción de Denise Anzures y su equipo de trabajo, el cual empezó hace diez años, antes de “Casa Calabaza”, y cuya potencia ha conseguido, en un hecho sin precedentes en la historia de la dramaturgia penitenciaria, que una obra escrita por una presa sea llevada a los teatros más importantes del país, así como a festivales nacionales e internacionales. Con la dirección de Isael Almanza, la puesta en escena muestra con límpida sencillez la complejidad de la historia y consigue, genuinamente, esa gran posibilidad que implica pasar del juzgar al atestiguar.
El escenario es una síntesis bien lograda de la narrativa de Maye: “Las sombras, el color, nos inquietaba y nos ponía mal a todos”, nos cuenta en relación al ambiente familiar que se vivía en aquella casa pintada de naranja donde creció y, a su vez, perpetró el crimen.
Las actuaciones son tan profundas y honestas que, a través de ellas, veo en muchos momentos el rostro que proyecta el televisor viejo que encabeza la mesa, el de María Elena entrevistada dentro del penal.
La primera, con las letras ilegibles en dicho televisor, ojalá fuera posible eliminarlas, sólo distraen, ya que además de ser imperceptibles incluso para quienes estamos en primera fila, son innecesarias.
Y la segunda, el personaje del padre sonriente, interpretado por Alfredo Monsiváis, el cual se contrapone a la forma en que, desde su dramaturgia y realidad, María Elena describe a su propio padre como alguien que nunca, o rara vez, sonreía. No obstante, pongo en duda que esto sea un descuido, me parece que se ha puesto tanta atención en las actuaciones que esto podría ser intencional ante lo que también nos narra Maye: “En mi sueño, él sonríe”.
Luego de esas dos anotaciones, regreso a las fortunas de esta versión escénica que reúne los acontecimientos cruciales en la vida de Maye Moreno, los cuales, insisto, son a su vez el espejo de muchas de nosotras (os, es). “Casa Calabaza” nombra con cordura y realismo los absurdos de la institución Familia, ese grupo de personas que muchas veces nos han dicho cómo debemos vestirnos y comportarnos, y como a Maye, nos han encerrado, antes de la prisión en una celda. Se trata de una tragedia generada por el aislamiento y la rigidez, la maternidad forzada que acentúa intrínsecamente el derecho a que las mujeres elijamos sobre nuestro cuerpo, y aún no politizado ni nunca hablado: el derecho a decidir ser hija (o,e). ¡Cuantos silencios por romper!
La obra se estrenó en 2017, cuando Maye aún permanecía presa (fue liberada en diciembre del año pasado), es decir, como ella misma lo cuenta, mientras estaba en prisión, una parte de ella estaba afuera en la ciudad, libre, en los escenarios.
“Promover la vida para compensar por la vida que quité”, dice María Elena, y es que en “Casa calabaza” la muerte retorna a su ciclo. Generar vida, una misión que pareciera imposible, es lograda por Maye, Colectivo Arce y quienes nos avivamos a partir de presenciar este inmensurable trabajo escénico que llega a su temporada final, puesto que ese ciclo terminó para Maye cuando salió de prisión. Ahora comienza otro.
*Twitter: @andantaymala
Escrita por: María Elena Moreno Márquez
Dramaturgista: Luis Eduardo Yeka
Producción: Denise Anzures Dirección: Isael Almanza Elenco: Erandeni Duran, Patricia Hernández, Verónica Ramos, Naomi Castillon y Alfredo Monsivais.
COORDENADAS
Martes 20:30 horas, hasta el 28 de noviembre. Última temporada.
Foro Shakespeare, Zamora 7, Colonia Condesa, Cuauhtémoc, CDMX.
General: $ 250
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